Opinión

Sin maestros no hay escuela

El déficit de docentes en el país está entre 50 y 60%.    ¿Qué se puede hacer para parar esta tragedia anunciada?

Luisa Pernalete:

 “Protestaron en una escuela de Caracas por falta de maestros”, leemos en una nota de EXCUBITUS, que cita a Román Camacho de El Nacional. Se referían a la escuela Juan Bautista Castro, de El Llanito. Eso fue esta semana. No nos extraña que casos como este se repitan en todo el país, pues Venezuela se está quedando sin docentes. La situación es de verdad de emergencia.

   Hace pocos días, el profesor Tulio Ramírez, director del Doctorado en Educación de la UCAB, hizo público unos datos, reseñados por varios medios, que hacen ver la gravedad del problema, mencionamos algunos: en el 2008, las principales universidades formadoras de docentes – UPEL, UCV, UCAB – contaban aproximadamente con 110.000 estudiantes en carreras de educación, para el 2022, esta cifra descendió a 29.723. Datos del profesor Ramírez también, tienen que ver con el desplome de nuevos ingresos: una reducción del 87%, al pasar de 31,000 a poco menos de 4.000 inscritos. Igualmente, preocupante el número de graduados: en el 2008 egresaron 14.900, mientras que en el 2022 sólo 1.749 obtuvieron el título…Advierte el mencionado profesor, que, si esta tendencia sigue, en el 2.032las universidades no deberían estar graduando ni un solo estudiante.

   Les comento que hemos ayudado a crear más de 20 centros educativos de Fe y Alegría, en el Zulia y en el Estado Bolívar, unos cuantos los iniciamos sin local: en casas de vecinos, algunos en zonas indígenas, en churuatas hechos por las familias, en locales de capillas, los alumnos llevando sus sillitas cada día, pero, eso sí, con maestros, sin educadores no hay escuela posible, la tecnología puede ayudar, pero el maestro es imprescindible, aquí y en todo el mundo.

   Durante la pandemia, cuando se suspendieron las clases presenciales, ahí estaban los docentes, haciendo guías para los alumnos, corrigiendo tareas…y on line, también se necesitan docentes que preparen esas clases a distancia, que acompañen socio afectivamente a los estudiantes, y aquí en Venezuela, ese acompañamiento especial a los miles de “niños dejados atrás”, esos que no son abandonados, pero cuyos padres se han ido del país, o a las minas, buscando futuro para sus hijos, para estos estudiantes, niños o adolescentes, el acompañamiento de los docentes es súper importante.

   El déficit de docentes en el país está entre 50 y 60%, según Belkis Bolívar, de la Federación Venezolana de Maestros. Solemos preguntar en las actividades con maestros o con madres si en los centros educativos donde están vinculados está completa la plantilla, y casi nadie levanta la mano.

   ¿Qué se puede hacer para parar esta tragedia anunciada?

   Dado que la principal causa de esta escasez de educadores tiene que ver con los bajísimos salarios de los que trabajan en escuelas públicas –  cerca de un 75% -, los más bajos de América Latina, más bajos que los de Haití – el país más pobre de AL – y los de Cuba, lo primero es seguir exigiendo salarios decentes para los docentes. Con esos ingresos no se le puede pedir a ningún profesional, a ningún ciudadano, que persevere, y menos que los haga con felicidad, necesaria para la docencia. Tampoco se le puede pedir a un joven bachiller que estudie educación para que “pase hambre”, por eso los pocos ingresos en la carrera de educación.  Hay que pedir a las autoridades, que son las manejan los recursos públicos, que se cumpla con el artículo 103 de la Constitución,  ese que reza que  “toda persona tiene derecho a una educación integral de calidad (…)y el Estado realizará una inversión prioritaria”; también hay que seguir exigiendo que se cumpla con el artículo 91 la CRBV, que dice que todo trabajador o trabajadora tiene derecho a un salario suficiente “que le permita vivir con dignidad y cubrir  para sí y para su familia las necesidades básicas materiales, sociales en intelectuales”    O sea, hay que seguir exigiendo esto, acompañar a los gremios, mencionarlo cuando se hable de educación, desde cualquier dimensión.

   También es necesario valorar socialmente la profesión docente, tanto las familias beneficiarias, como los empresarios, los medios de comunicación, resaltar historias que nos hablen de esos “héroes sin capa” que son los educadores que perseveran a pesar de las condiciones. O sea, “hay que lograr una gran alianza/ para educar y dar esperanza”.

   También puede ayudar a incentivar a los jóvenes a estudiar educación, apadrinándolos en sus estudios.  Fe y Alegría tiene Institutos Universitarios con carreras de educación en menciones de integral, inicial y especial en varios de ellos, como los de Catia, San Francisco – Zulia –y Barquisimeto.

   Para paliar un poco la situación, en algunos de esos Institutos Universitarios, como el de Barquisimeto, por ejemplo, se ofrece la posibilidad de obtener el componente docente, para esos profesionales de otras carreras que quieran trabajar en educación.

    Ayuda también mantener iniciativas de formación y actualización para los docentes activos. Conocer experiencias exitosas, tener más herramientas para educar con eficacia y sin aburrir…

   En fin, mucho qué hacer, siempre recordando que sin maestros no hay escuela, que sin escuela los niños, niñas y adolescentes no tienen ni presente ni futuro, que ningún país ha salido de su crisis sin educación. Recodar a Malala, paquistaní, la premio nobel de la paz más joven e la historia, que dijo “Un niño, un maestro, un libro y un lápiz pueden salvar el mundo”

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