Lecturas recomendadas

No me robarán la esperanza

¿A dónde vamos a parar? No lo sé. Sin embargo, creo que un cambio ya es urgente

Sor Nadieska Almeida, HC, desde Cuba:
¿A dónde vamos a parar? Esta frase que en algún momento se hizo himno por ser parte de un canto, en nuestro diario vivir se ha vuelto una pregunta sin respuesta para casi todos.
La dureza, el dolor, la miseria, y todo lo que ya se ha hecho parte de nuestra existencia, nos llevan a lanzar esa expresión, sinónimo de un NO PODEMOS MÁS.
Leyendo un fragmento del Evangelio de estos días, encontraba de alguna manera respuesta. Jesús explicaba a sus discípulos lo que era impuro diciéndoles: “Del fondo del corazón humano proceden las malas intenciones: los robos, los asesinatos, la avaricia, la maldad, la falsedad, la envidia, la blasfemia, el orgullo, la insensatez” (cf Mc 7,14-23).
Es, al menos para mí, muy esclarecedora esta palabra. Me ayuda a poner nombre a lo que siento y sufro y, por supuesto, a lo que como pueblo ha ido marcando nuestra peregrinación en este doloroso tránsito hacia la miseria en todos los sentidos.
De un pueblo que se gloriaba de garantizar seguridad, hemos caído en una absoluta inseguridad. De un pueblo que con orgullo ganado se gozaba de ser una potencia médica, hemos caído en una desprotección sanitaria por la falta tanto de personal como de recursos. De un pueblo culto e inteligente gracias al cultivo de su cultura, hemos caído en una dolorosa ignorancia acompañada de vulgaridad. De un pueblo que se caracterizaba por su alegría y acogida genuina, hemos caído en una tristeza profunda que no nos permite ni levantar la mirada. De un pueblo generoso y solidario, hemos caído en un modo de vivir acaparando hasta llegar al egoísmo. Y así, tantas cosas más.
¿A dónde vamos a parar si nos estamos matando entre nosotros? ¿Cómo es posible la muerte provocada a un anciano para robarle una bicicleta? ¿Cómo es posible que desaparezcan niños, jóvenes, y que los encuentren muertos? ¿Cómo es posible que no podamos ya ni elegir el lugar para enterrar a un ser querido porque el hueco disponible es donde es y ya, sin explicación alguna? ¿Cómo es posible que tenga que buscar el familiar a alguien y pagar una fuerte suma de dinero para que en algún rincón del cementerio abran una fosa? No estoy inventando ni exagerando, esto está pasando, me ha tocado muy de cerca. Siguen sucediendo cosas mayores que, quienes ya sienten que no pueden soportar más, toman decisiones trágicas como respuesta o salida a lo que ya se hace insostenible.
Hoy, con consciencia, ejerciendo mi derecho de expresión, vuelvo a decir a las autoridades responsables: ¡BASTA! No queremos más destrucción ni más mentiras. No queremos más promesas de que el futuro será mejor. ¡BASTA! Pregúntense si todo esto no está llevando a nuestro pueblo a la pérdida desmedida de valores, a la miseria, el atraso y la destrucción de nuestro país. Las calles se remiendan y se recoge la basura cuando algún funcionario del gobierno anuncia su visita. Mientras tanto, vivimos en apagones, rodeados de podredumbre y en la lucha por pan racionado, cuando hay posibilidad de adquirirlo.
¿A dónde vamos a parar? No lo sé. Sin embargo, creo que un cambio ya es urgente. Todo lo que sufrimos brota del egoísmo de quienes lo tienen todo y no miran hacia quienes siguen hundidos en la pobreza. Justamente del corazón del ser humano brota lo mejor o lo peor. Por favor, dejemos que brote lo mejor que tenemos dentro: la justicia, la verdad, el perdón, la ternura y el respeto. Hagamos más fácil el camino hacia la libertad. No tengan reparo, autoridades, en entregar sus cargos. Es más sabio hacerse a un lado que mantener a un pueblo sometido. Este caimán despertará cuando menos se espera y ojalá no tengamos que lamentar lo que tanto hemos querido evitar.
Vivo convencida de que este pueblo solo necesita unas alas para realzar el vuelo hacia un futuro mejor y podrá hacerlo en la medida en que no le sigan cortando su creatividad, sus deseos de vivir, de prosperar y de salir adelante. Este pueblo quiere soñar, decidir por sí mismo, ser protagonista de su propia historia, crecer en una familia que no tenga que emigrar.
Sigo creyendo que es posible, porque tengo esperanza, porque aprendí desde niña que la esperanza es lo último que se pierde. Y porque esta esperanza me sostiene y me compromete, seguiré alzando mi voz, no me cansaré de decir: ¡BASTA YA! No me robarán la esperanza, aunque parezca perdida. En medio de tantas limitaciones y tantas injusticias, siempre encontraré, y ojalá todos encontremos, un sentido para decir SÍ a la vida; siempre buscaré razones para permanecer y para vislumbrar la luz en medio de tanta oscuridad.-
26 de febrero de 2025

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