Lecturas recomendadas

Explorando el misterio del significado del Temor del Señor

El temor de Dios es la llave para apartarnos del mal y andar en el camino de la sabiduría

Rosalía Moros de Borregales:

Remembranzas.

Recuerdo que cuando era una adolescente comencé a profundizar en el estudio de las Sagradas escrituras. Un día, atraída por la lectura de ese enorme libro, llamado la Biblia, comencé a hojear sus páginas y mis ojos se detuvieron en el libro de Proverbios (1:7) “El principio de la sabiduría es el temor del Señor; los necios desprecian la sabiduría y la enseñanza”. Al leer esta sentencia no pude proseguir la lectura. Dos alarmas sonaron en mi cerebro, dos conceptos se opusieron uno contra otro en mi mente. Por una parte, el concepto que entendía sobre la palabra temor no se correlacionaba con el Dios de Amor a quien recién había sentido muy profundamente dentro de mi ser, ni tampoco me parecía algo sabio la idea de tener temor.

Por otra parte, esta afirmación me mostraba cuál era el principio del camino para adquirir la sabiduría; y si por alguna razón, tenía duda sobre este hecho, la segunda parte del versículo, esa escrita después del punto y coma, la que normalmente aclara la primera, sin ningún tipo de diplomacia o consideración llamaba “necios” a los que despreciaban la sabiduría. Así pues que me quedé pensando, tratando de dilucidar el verdadero significado del “Temor del Señor”. Unas horas más tarde, cuando pude hablar con papá al respecto, mi joven corazón quedó en paz ante la explicación apasionada, cargada de detalles y ejemplos hermosos que mi padre me dio.

Temor vs. Terror.

El “temor del Señor” es un concepto central en la Biblia que no solo yo, sino miles de personas a menudo lo malinterpretan debido a que la palabra temor se asocia con terror o pavor. No obstante, en el contexto bíblico el “Temor del Señor” se refiere a una profunda reverencia a la majestad de Dios: “¿No temeréis delante de mí? dice el Señor; ¿no temblaréis ante mí, que puse la arena por término a la mar?” Jeremías 5:22. También a una sumisión voluntaria a su poder infinito y supremo: “Honremos a Dios con un temor reverente y santo”. Hebreos 12:28-29. A una rendición de nuestra voluntad a la suya: “Terrible cosa es caer en manos del Dios vivo”. (Hebreos 10:31).

El temor del Señor te aparta de los lazos de la muerte.

Este temor nace en el corazón de aquellos que han recibido el perdón de sus pecados, quienes han sido libertado de sus cautividades a través de una comunión íntima con Dios y saben con certeza que caminar lejos de Su presencia les llevará de nuevo al hueco de donde fueron sacados por medio de Su gracia. Al mismo tiempo, saben que “temer al Señor” no solo los ha librado de los lazos de la muerte física sino de la muerte eterna; porque así como ineludiblemente hay perdón en el Señor, también hay juicio. “El temor del Señor es manantial de vida, para apartarse de los lazos de la muerte”. Proverbios 14:27.

Un mandato para Israel, un mandato para ti y para mi.

Cuando el Señor llamó a su pueblo les dijo: “Ahora, pues, Israel, ¿qué pide el Señor tu Dios de ti, sino que temas al Señor tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma?” Deuteronomio 10:12. Este verso nos revela lo que Dios pide de nosotros, la parte que nos corresponde en esta relación: Temer al Señor en primera instancia, porque el temor del Señor nos impele a caminar por sus sendas, a amarle y servirle con todo el corazón y con toda el alma. Después de aquella tarde con papá en la que el Espíritu Santo nos guió a la verdad sobre el temor del Señor puedo decir que mi alma llena de Su paz llegó a la comprensión de lo que de una manera preciosa fue expresado una vez por Charles Spurgeon: “Aquel que teme a Dios no tiene nada más que temer.”

Los hijos claman ¡Abba, Padre!

Por una parte, el discípulo amado escribió: “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor. Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero”. I Juan 4:18. Fuimos atraídos a Dios por su inmenso e inenarrable amor. Llegamos a sus pies llenos de temores, pero El derrama su perfecto amor en nuestro corazón. Ese amor echa fuera el temor del mundo que nos esclaviza a vivir en oscuridad y miedo a esta vida y a la vida eterna. Por otra parte, el apóstol Pablo nos dice: “Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!”. Romanos 8:15-16. Cuando Dios nos liberta de las cadenas del miedo esclavizante del mundo; el miedo que nos paraliza ante la incertidumbre del futuro, el miedo que nos quita el sueño en las noches y nos hace dormir para que no veamos la luz del día, el miedo que nos relata historias de terror del día de mañana y destruye nuestra esperanza. Entonces podemos venir a El con la confianza de pequeños hijos que le llaman ¡Abba, papi!

El temor del Señor es el camino a la santidad.

El apóstol Pablo habiendo gustado la bondad de Dios, su perdón y la liberación de su espíritu encadenado a la religión, pero alejado de la voluntad de Dios, conocía profundamente que el camino a una vida pura solo era posible temiendo al Todopoderoso. Al dirigirse a los Corintios les dice: “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios”. II Corintios 7:1. San Basilio (330-379 d.C.) considerado uno de los padres de la iglesia cristiana una vez dijo: “El temor de Dios es el guardián del alma, la mantiene firme en la obediencia y en el amor.” John Piper (1946 – presente) un pastor protestante contemporáneo, expresó el temor del Señor de esta forma: “El temor del Señor es el deleite en Su santidad y la repulsión al pecado”.

El temor de Dios es la llave para apartarnos del mal y andar en el camino de la sabiduría.

Al comprender que el temor del Señor es el fundamento de la verdadera sabiduría, brilla ante mis ojos otro verso de Proverbios, el cual repetí innumerables veces a mis hijos durante su adolescencia: “Con misericordia y verdad se corrige el pecado, y con el temor del Señor los hombres se apartan del mal”. Proverbios 16:6. Cuando la misericordia de Dios se encuentra con la verdad del ser humano que desnuda su alma ante El, hay perdón y redención. Ahora bien, lo que nos hace “apartarnos del mal” es el “temor del Señor”. ¿Qué sabiduría podría ser más poderosa que el hecho de caminar de espaldas al mal? El temor del Señor es la clave para vivir en plenitud, la cual se encuentra lejos del mal que nos llena de angustia y de un miedo que nos paraliza. El temor del Señor nos instruye en los caminos de la sabiduría, nos enseña a vivir según las enseñanzas del Reino de los Cielos, como solía decir el Maestro. El temor del Señor no es un miedo esclavizante, sino reverencia, sumisión y rendición a Dios, las cuales nos motivan a amarlo, obedecerlo y adorarlo con todo nuestro ser.

“El temor del Señor es la clave para una vida significativa, guía a los creyentes a reconocer su dependencia de Dios y Su autoridad suprema sobre la vida humana”.

Longman III, T. (2015). El temor del Señor en el libro de Eclesiastés.-

 

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