El Populismo y Luis Bonaparte (y 3)
El autor compara el “bonapartismo” y el “populismo” y hago referencia a la “demagogia” y la democracia, para extraer algunas conclusiones aplicables a nuestra realidad

Ismael Pérez Vigil
Politólogo
1 de marzo de 2025
A la memoria de Fernando Martínez Mottola, incansable luchador por la democracia, compañero de ruta durante muchos años; por sobre todo, amigo fiel y consecuente; seguiremos tu lucha, Fernando. Descansa en paz, hermano.
Tras evaluar los orígenes del “bonapartismo”, remontándonos a Napoleón Bonaparte y Luis Bonaparte y después de algunas consideraciones breves, sobre algunos autores que se han referido fundamentalmente al “populismo”, finalizaré con la caracterización y comparación de ambos términos, para terminar con algunas conclusiones.
Bonapartismo y Populismo.
Los términos se solapan y confunden, tienen muchas semejanzas y mantienen algunas diferencias que se pueden resumir de esta manera:
Aspecto Bonapartismo Populismo
1) Obtención del poder El líder autoritario, fuerte, se apoya en el ejército para conseguir y consolidar el poder, apoyado también en el aparato burocrático, con el pretexto de mantener el orden, buscando apoyo del pueblo, a quien dice proteger, pero sin necesariamente entrar en conflicto irreductible con la élite dominante. El líder, igualmente autoritario y fuerte, moviliza las masas, al pueblo, de quien se dice el genuino representante, para lograr el poder, usualmente por vía electoral, pero siempre en contra de la élite, dominante y corrupta.
2) Centrado en un líder Se centran en un líder carismático, que se presenta como un “árbitro” entre las clases sociales, para mantener el orden. Se centran en un líder carismático, que divide la sociedad en “pueblo” y “élites” −a las que da diferentes calificativos− y se presenta como el defensor y salvador del pueblo de las “élites” corruptas y excluyentes, con un mensaje emotivo y simple.
3) Papel del Estado e Instituciones Fortalecen al Estado, fortaleciendo al ejército y el aparato burocrático y debilitando a las demás instituciones, que le restan poder, pero mantienen algunas “formas” institucionales. Reorganiza el ejército y el aparato burocrático, debilita y busca desaparecer, reemplazar o al menos transformar todas las instituciones que le restan poder, siempre en nombre del pueblo, acusándolas de ilegítimas y de representar los intereses de las élites corruptas.
4) Papel de las elecciones Usan las elecciones y referendos, controlándolos, para revestirse de formas democráticas y populares que les den legitimidad; pero controlando la participación en estos procesos, eliminando partidos y líderes competidores, limitando las libertades públicas y derechos civiles. Usan las elecciones y referendos, controlándolos, para revestirse de formas democráticas y populares que les den legitimidad; pero controlando la participación en estos procesos, eliminando partidos y líderes competidores, limitando las libertades públicas y derechos civiles.
5) Ideología Suele estar asociado a una fuerte ideología nacionalista −de “grandeza patria”, “nación”− y suele ser “conservador” en materia política y social, aun cuando realiza mejoras que se consideran “modernas” en otras áreas: educativas, culturales, de infraestructura, industria y otras. No tiene una ideología fija; puede ser de izquierda y enfocarse en la justicia social; o de derecha y enfocarse en el nacionalismo, la identidad cultural, la conservación de “principios” y “valores morales”.
6) Ideología y Política Sin ser una ideología, es más ideológico −en el sentido de visión de la sociedad y el mundo− ligado a un contexto histórico y geográfico preciso y no sobrevive fuera de él. Es un concepto más amplio y flexible, que puede existir en contextos históricos y geográficos diferentes, mimetizándose y adaptándose para sobrevivir, pues es más un estilo de hacer política, no ligado a una ideología específica.
7) Relación con la democracia No puede convivir en sistemas democráticos, aun cuando utiliza algunos de sus mecanismos, como los electorales. Puede existir en sistemas democráticos, pero permanentemente en conflicto con sus normas y cuestionando su “legitimidad”, instituciones y vías, como las electorales, las cuales, sin embargo, utiliza para llegar al poder y una vez allí, tiende a anularlas o desaparecerlas.
8) Relación con el “pueblo” Apelan al “pueblo”, buscando apoyo para su proyecto de poder y orden social y se mantienen por encima de los conflictos sociales como árbitro o mediador. Fomenta de manera clara la división e incompatibilidad de “pueblo” y “élite” de manera irreconciliable, pues usualmente busca movilizar sectores desplazados o marginados, socialmente, económicamente, religiosamente, por creencias ideológicas, etc.
9) Autoritarismo y dictadura Tienden al autoritarismo y a convertirse en dictaduras, lo hacen abiertamente, por su origen en el apoyo del ejército y aparato burocrático. El paso por el autoritarismo y la conversión en dictadura suele ser el camino buscado para imponer sus fines.
Populismo y Demagogia.
El concepto de demagogia nos remonta a la Grecia Clásica, y es un concepto con el que también se confunde al “bonapartismo” y al “populismo”, especialmente a este último. Pero la demagogia no es ni una ideología, ni una manera de gobernar, es básicamente un estilo de encarar la política y más concretamente, una herramienta retórica, utilizada por líderes inescrupulosos, para manipular a las masas, mediante discursos emotivos y promesas engañosas, excesivas e irrealizables, simplificando los problemas más complejos. Usualmente los demagogos no tienen un programa político, como lo tenía el “bonapartismo”, ni es en sí mismo un programa político; como dije, es básicamente una conducta, un discurso manipulador que se asocia con el engaño y lo que pretende es buscar el apoyo popular de manera inmediata, para un fin concreto y específico, generalmente en una contienda electoral, tratando de manera emocional y simplificada los problemas. Fue utilizada sin duda por el “bonapartismo” y es utilizada ampliamente por los populistas, pues todos los populistas son demagogos, mas no todos los demagogos son populistas. En búsqueda de un concepto que simplificara lo que la “demagogia” significa hoy en día, nada mejor que esta descripción:
“En el ámbito político, la demagogia se ha erigido como estrategia dominante. Los líderes, conscientes de la ignorancia generalizada, manipulan a las masas con promesas vacías y discursos simplistas. La complejidad de los problemas se reduce a eslóganes maniqueos, y la solución de los mismos se posterga indefinidamente. La política se ha convertido en un circo donde el espectáculo prevalece sobre la gestión efectiva, y el ciudadano, en un mero espectador pasivo.” (La decadencia de la razón en tiempos de necedad. P.A. Morales Vera. El Nacional 26/02/2025. https://bit.ly/3Xj4Zze)
Populismo, Democracia y Política.
El objetivo de traer un personaje histórico, como Luis Bonaparte, y este tema, el “populismo”, se debe a que es un mal que se extiende geográficamente, a gran velocidad, su auge y la obnubilación que ejerce sobre grandes masas en muchos países. Esto se debe, según los especialistas, a múltiples factores entre los cuales, pero no únicos, se encuentran:
· Desigualdad económica creciente entre ricos y pobres que genera frustración y resentimiento;
· Fallas en la democracia y en la práctica de los partidos para resolver los problemas y presentar soluciones;
· Graves problemas que llevan a grandes migraciones y que algunos perciben como amenaza a su integridad e identidad nacional;
· Corrupción y falta de transparencia que generan desconfianza en las instituciones, gobierno y medios de comunicación;
· Uso irresponsable de redes sociales que amplifican y difunden falsas informaciones y discursos de odio que polarizan a las sociedades y los pueblos; y desde luego
· Presencia de inescrupulosos líderes populistas que apelan a las emociones y ofrecen soluciones simples a problemas complejos.
Todo lo anterior lo podemos resumir en que las imperfecciones de la democracia y el fracaso al no cumplir con las promesas de progreso, educación y bienestar y en otras medidas de política para resolver problemas que afectan a millones de personas alrededor del mundo, amenazan seriamente a la misma democracia; pero, como dijera Winston Churchill: «La democracia es la peor forma de gobierno, a excepción de todas las demás» (probablemente parte discurso del 11 de noviembre de 1947), pues, a pesar de sus imperfecciones y sus problemas sigue siendo la mejor garantía −yo diría que la única− para proteger los derechos y las libertades de los ciudadanos.
Para un político una cosa es entender el momento político de su país y los reclamos de cambios que pide la sociedad, para conducir al país hacia esos cambios; pero otra cosa muy distinta es lo que hace el líder “populista”, que manipula esos intereses y necesidades para acrecentar su imagen, influencia y poder y confunde su propia arbitrariedad con la voluntad popular. Los “populistas” siempre dan un paso más, porque “lo manda el pueblo”, dicen; por eso al llegar al poder eliminan las instituciones que les imponen límites y solo se rigen por la “pureza” de su propia “moral”, que es “la moral del pueblo”, dicen también. Manipulan la opinión pública y popular, para establecer su régimen autoritario y mantener el poder, a costa de las libertades democráticas y los derechos civiles. Pero, no nos engañemos, su objetivo es acabar con la democracia.
La Lista.
Lo adecuado aquí, seguramente, sería elaborar una lista de los populistas que abundan y pululan a lo largo y ancho del mundo, de derecha y de izquierda. Resisto la tentación y deliberadamente omito elaborar esa lista y lo dejo en los dos que ya mencioné, sobre los cuales no hay discusión: Juan Domingo Perón en Argentina y Getulio Vargas, en Brasil. Pero una lista de esa naturaleza, que los recoja a todos, sería una larga lista, muy polémica, en donde siempre “sobraría” alguno o “faltaría” otro; por lo tanto, me eximo de esa discusión y creo haber proporcionado elementos suficientes para que cada quien elabore la suya, a su gusto.
La Polarización.
El desarrollo y auge del “populismo” trae adosada una perniciosa práctica: la “polarización”, como forma de entender la discusión y el debate, como forma de argumentar, como manera de informar, hasta como forma de “hacer política”.
Preocupa el rumbo que ha tomado la confrontación política; estamos en un callejón sin salida −lo que no es una novedad−, pero corremos a toda velocidad para estrellarnos contra la pared; pues la “polarización”, que es la vía que hemos escogido para la confrontación en la difusión y discusión de las ideas, tiñe todos los temas, todo lo analizamos con ese deformado cristal:
· La situación política venezolana, el desempeño de los líderes políticos venezolanos, de la Plataforma Unitaria y de los demás partidos democráticos de oposición, la situación de la convocatoria a elecciones.
· El gobierno de los Estados Unidos, particularmente el gobierno actual −y el anterior−, lo que está pasando en Europa y especialmente en España;
· Y el “tinte” de la polarización se extiende a todos los temas: el cambio climático, los problemas energéticos, la problemática de género, la iglesia y el Papa, el impacto y consecuencias de la Inteligencia Artificial, los problemas de la salud, el COVID y la vacunación, y un largo etcétera.
Conclusión.
Espero que lo analizado sobre Luis Bonaparte, este personaje de la política y la historia, tan poco conocido, pero que tanto nos está influenciando, nos ayude a entender el origen y basamentos del “populismo” y nos ayude a combatirlo y prevenirlo; y sobre todo, a estar alertas para prevenir que se siga desarrollando la perniciosa práctica que trae consigo: la “polarización”.-