Opinión

Un santo que supo sobreponerse a las adversidades

Fco. Javier Duplá sj.:

  1. La primera adversidad a la que tuvo que sobreponerse fue la muerte de su madre, cuando aún no tenía 8 años. Ella murió al dar a luz a una niña a la que pusieron el mismo nombre de la madre, Josefa Antonia. El pequeño José Gregorio iba todas las mañanas al cementerio a pedir por su madre y a conversar con ella.
  2. José Gregorio fue un buen estudiante, tenía excelente memoria y una tendencia espontánea a la investigación, a preguntarse el porqué de lo que veía y aprendía. Por eso le gustaban las leyes. Se daba cuenta de que la sociedad necesita estar regulada por normas. Pero las circunstancias en que viven muchos son muy diferentes de las que viven otros y las normas, regulaciones y leyes no se les puede aplicar de la misma manera. Y luego está la libertad personal, que puede ignorar la ley o ir en contra de ella.

Todo esto lo había pensado mucho José Gregorio mientras terminaba sus estudios de secundaria en el Colegio Villegas de Caracas. Pero no se olvidaba ni mucho menos de la promesa que le hizo a su padre de estudiar medicina y así poder aliviar a la gente de la región, donde no había médicos, sino curanderos y hierbateros. Por eso se inscribe en la carrera de Medicina, que será una bendición para su vida profesional futura y para el gran avance de la medicina en Venezuela.

  1. A los 23 años, recién llegado a París, unos compañeros le quieren jugar una mala pasada, viéndolo tan diferente a ellos. Contratan a una prostituta para que le seduzca. José Gregorio le habla con tanto apasionamiento de Dios, que logra convertirla en una mujer totalmente nueva; tanto, que después se haría religiosa.
  2. Ya graduado de médico y de vuelta en su tierra andina, siente el atractivo de las jóvenes, que le buscan por su presencia agraciada y por su futuro prometedor. Como le dice a su gran amigo Santos Aníbal Dominici en carta escrita en Valera: “Las niñas de aquí son muy simpáticas y agradables. Bailan muy bien, si me rijo por la única con que ha bailado una noche aquí en casa con piano; me aseguran que hay otra que baila muchísimo mejor que la niña con que bailé. Me he hecho muy amigo de esa afamada pareja y me ha prometido que en el primer baile que me encuentre con ella tendré la segunda pieza; se llama María Reimi y es prima de la novia de Eduardo Dagnino”. (Carta a Santos A. Dominici desde Valera, 22 de octubre de 1888). No hay duda de que le atraían las mujeres desde que era adolescente, pero no quiso casarse. La razón principal es que él se sentía como el jefe de familia, que atiende a todos en sus necesidades, sobre todo desde que muere su padre, Benigno, cuando él estudiaba en París. Además, ya iba pensando en hacerse cartujo según la regla de san Bruno, cuya vida le atraía mucho.
  3. La política nunca le atrajo. Tuvo pocas manifestaciones de pensamiento político, pero se vio perjudicado muy pronto cuando recién graduado de médico regresó a su tierra para ejercer la profesión. Le escribe a su amigo Santos A. Dominici:

“Me dijo un amigo que en el gobierno de aquí se me ha marcado como godo y que se estaba discutiendo mi expulsión del Estado, o más bien si me enviarían preso a Caracas”. (Carta a Santos A. Dominici desde Isnotú, 18 de febrero de 1888).

Curó a un hijo del dictador Juan Vicente Gómez, y cuando este cerró la Universidad, corrió a pedirle que la reabriera, para que así pudieran formarse tantos buenos profesionales que el país necesitaba. Le pidió ayuda para la creación de un Instituto de Bacteriología y Parasitología, pero le fue negada su petición y más bien el general Gómez ordenó el cierre indefinido de la Universidad. Esto le dolió profundamente al Dr. Hernández, que fue a hablar con él:

– Cerrar la universidad es una injusticia enorme, hasta una crueldad. A muchísimos jóvenes de familias de escasos recursos los inutilizan para la carrera y es difícil que puedan salir airosos con cualquier otro oficio, y muchas familias se han de ver al borde de la miseria debido a esta medida.

– Mire doctor, le recomiendo que no se meta en política…

Y José Gregorio le replicó con valentía:

– Pues vea usted mi General. A mí no me parece tan complicada. Mi política consiste en servir a Dios a través de la ciencia, porque una ciencia sin Dios es una ciencia carente de sentido. De política no sé nada, pero creo que el que está allá arriba, como usted mi presidente, debe velar por todos y favorecer a todos, aunque no piensen como él.”

  1. El ayudante principal en el laboratorio de José Gregorio, llamado Rafael Rangel, un hombre destacado, director del laboratorio del doctor Hernández se suicidó. ¿Qué pudo haber pasado?

Este científico e investigador se había dedicado al estudio de las enfermedades tropicales y había descubierto el parásito causante de la anquilostomiasis.

De nuevo ha chocado José Gregorio con el misterio del ser humano para el que no encuentra explicación.  Le ha tratado bien, se ha confiado a su ciencia bacteriológica, le ha refrendado en sus conclusiones. Pero el gobierno le retiró a Rangel la beca que le había concedido para seguir estudiando en París, como lo había hecho su maestro, y eso le llevó a un estado de depresión tan profunda que decidió suicidarse.

  1. Salustio González Rincones, un dramaturgo de poca monta, creó una obra dramática, titulada “Sombras”, donde acusa a José Gregorio de haber sido el causante de la muerte de Rafael Rangel por sus malos tratos. La obra no tuvo sino unas pocas representaciones y José Gregorio ni la vio. No hacer caso de las calumnias fue la manera como venció esta adversidad tan peregrina.
  2. El avance de la ciencia era ya notable en tiempos de José Gregorio. El doctor Luis Razetti, contemporáneo de Hernández, quedó deslumbrado en sus cuatro años de estudios médicos en París con el evolucionismo de Charles Darwin y Ernesto Haeckel. Como secretario de la Academia de Medicina, quiso que todos sus miembros firmaran un documento de reconocimiento de esa posición evolucionista de la aparición del hombre sobre la Tierra.

El Doctor Hernández firmó en contra de la petición de Razetti y su motivo fue la interpretación que la Iglesia daba al relato de la creación del Génesis, una interpretación literal. Él se asociaba como católico creyente a esa interpretación, aunque intuía que podía haber un cambio. “Hay dos opiniones usadas para explicar la aparición de los seres vivos en el Universo: el Creacionismo y el Evolucionismo. Yo soy creacionista. Pero opino además que la Academia no debe adoptar como principio de doctrina ninguna hipótesis, porque enseña la Historia que al adoptar las academias científicas tal o cual hipótesis como principio de doctrina, lejos de favorecer, dificultan notablemente el adelantamiento de la Ciencia”.[i]

Cuando las autoridades eclesiásticas admitieron que la Biblia estaba escrita en diversos géneros literarios, se vino a admitir que el relato del Génesis no se podía interpretar literalmente, sino simbólicamente, como una expresión del amor creador de Dios.

  1. La adversidad más fuerte que tuvo que enfrentar en su vida José Gregorio Hernández fue la muerte de su hermano Benjamín, que apenas iba a cumplir 24 años una semana después de morir. Contrajo fiebre amarilla, pero no le avisaron a tiempo y cuando lo vio, le recetó lo normal en esos casos, salicilato y un compuesto para bajar la fiebre, y mucha leche para bajar la ictericia. No funcionó y Benjamín murió rodeado de su familia ante la consternación de todos. José Gregorio entró en una depresión religiosa, reclamando a Dios que no se lo hubiera llevado a él en lugar de a su hermano menor.
  2. Desde hacía mucho tiempo creía sentir que Dios lo llamaba a una vida contemplativa en la Cartuja de San Bruno. Sabía que hacía mucho bien con sus clases y con el ejercicio de la medicina, pero sentía que podía aspirar a una vida de perfección espiritual lejos del mundo. Era el concepto de santidad de aquellos tiempos. Mons. Castro su confesor conversó muchas veces sobre esto con José Gregorio y al final estuvo de acuerdo, aunque le dolía.

Pero esta vez no pudo seguir el llamado a una vida más religiosa, como él la entendía. No pudo seguir el camino de cartujo, no tenía fuerzas físicas para ello. La penitencia corporal, el ayuno riguroso, el trabajo físico le impidieron seguir. Regresó de la Cartuja y quiso hacerse sacerdote, pero los que habían sido sus alumnos le presionaron fuertemente para que retomara su trabajo como profesor y como médico.

  1. Ironías de la vida: José Gregorio contrajo tuberculosis, una enfermedad muy contagiosa y muy frecuente en aquellos tiempos. Estaba en Roma y los médicos le recomendaron que regresara a Venezuela, donde podría curarse. Hizo caso y embarcó en el último buque que salió de Francia antes de estallar la primera guerra mundial. Reacciona como hombre de profunda fe: ¡Qué humillación, Dios mío! Yo que tantas veces diagnostiqué la enfermedad y que ahora me vea tan afectado. Tú sabes por qué lo permites, Señor, y me conformo con tus designios.
  2. La ofrenda de su vida. Es verdad que él había escrito con su sentido franciscano de la vida y de la muerte: “Siempre he deseado la muerte que nos libera de tantos males y peligros, y nos pone seguros en el cielo”. El día 28 de junio de 1919 se firmó el tratado de paz de la primera guerra mundial. El Padre jesuita Guillermo Plaza escribió que José Gregorio le hizo esta confidencia a un amigo: Mira… te voy a hacer una confidencia: yo he ofrecido mi vida en holocausto por la paz del mundo… Ahora sólo falta…

Y una sonrisa alegre y presentida iluminó su semblante. El amigo tembló ante el presentimiento y lo profético de su muerte”.

¿Cómo podríamos explicarnos que al día siguiente el Doctor Hernández muriera atropellado por un automóvil?.-

[i] María Matilde Suárez y Carmen Bethencourt, José Gregorio Hernández del lado de la luz. Caracas, Fundación Bigott, 2000, pp. 160-1.a de su

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