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Prelado del Opus Dei: “Son tiempos difíciles en el mundo y en la Iglesia”

En su última carta pastoral, el prelado del Opus Dei, Mons. Fernando Ocáriz, reflexiona sobre el modo en que los cristianos deben vivir con alegría, en un contexto de “tiempos difíciles”.

“La alegría, en general, es efecto de la posesión y experiencia del bien y, dependiendo del tipo de bien, hay diversas intensidades y permanencias de la alegría. Cuando la alegría no es consecuencia de la experiencia puntual del bien, sino del conjunto de la propia existencia, se la suele considerar felicidad”, expone al inicio el sucesor de San Josemaría Escrivá.

El prelado, que señala que “son tiempos difíciles en el mundo y en la Iglesia (y la Obra es una pequeña parte de la Iglesia)”, recuerda que “siempre y en cualquier circunstancia, podemos y debemos estar contentos”.

En este sentido, recuerda cómo San Josemaría vivió con felicidad sus últimos años, a pesar de las dificultades: “Todos los que hemos visto y escuchado a nuestro Padre, en Villa Tevere, durante los últimos siete u ocho años de su vida, lo veíamos verdaderamente contento, feliz, aunque eran años en que sufrió mucho, tanto físicamente como, sobre todo, por las graves dificultades que atravesaba la vida de la Iglesia en esos años”.

Mons. Ocáriz aborda también la cuestión de la alegría cristiana en relación con las virtudes teologales, fe, esperanza y caridad.

Respecto de la fe, señala que “la alegría natural elevada por la gracia se manifiesta especialmente en la unión a los planes de Dios” y está relacionada con tener conciencia del amor paterno de Dios. Por ello, añade, “conviene actualizar la convicción de fe en el amor de Dios”.

Por otro lado, el prelado expresa que “la fe en el amor que Dios nos tiene conlleva una gran esperanza” que “tiene por objeto propiamente un bien futuro y posible” que, de manera fundamental consiste en “la plena felicidad y alegría en la definitiva unión con Dios en la gloria”.

En el ámbito de la caridad, Mons. Ocáriz afirma que “el amor a Dios y a los demás está unido, con la alegría, a la fe y también a la esperanza”. De esta manera, la esencia compartida de las diferentes expresiones de amor es “desear el bien de la persona amada (y, en la medida de lo posible, procurarlo) y la alegría consiguiente al conocer ese bien por fin presente”.

Así, prosigue el prelado, “el amor, como fuente de alegría, se manifiesta de modo especial en la entrega a los demás” y, cuando consiste en asumir la Cruz por amor a Dios “es fuente de bienaventuranzas”, que describen las raíces de la alegría.

Invocando a María como “causa de nuestra alegría”, el prelado concluye con una invitación a “estar siempre contentos y a ser sembradores de paz y de alegría en todas las circunstancias de nuestra vida. En especial, se lo pedimos ahora en este año jubilar de la esperanza, muy unidos al sufrimiento del Papa Francisco”.-

Nicolás de Cárdenas

Nicolás de Cárdenas/Aciprensa

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