El Futuro Digital: Retos del Siglo XXI

José Lombardi:
Hablar de un mundo digital es hablar del mundo de hoy. Nuestras vidas giran en torno al teléfono móvil, la computadora, la interacción a través de las redes sociales y cientos de dispositivos que supuestamente nos facilitan la vida. Detrás de ellos, cada vez con más presencia, está la inteligencia artificial (IA), uno de los mayores descubrimientos tecnológicos de la humanidad. Aquella vieja idea utópica del robot realizando tareas humanas por sí mismo es hoy una realidad innegable.
Es indiscutible que la digitalización ha traído consigo muchos aspectos positivos. Acortar las distancias territoriales a través de una comunicación rápida y sencilla, permitiendo que hoy nos sintamos más conectados y seamos parte de un mundo global. Además, ha facilitado la automatización de procesos, aumentando la productividad en el trabajo, la educación y la salud. Hoy en día, el acceso a la información es inmediato, y la aceleración de procesos económicos ha permitido una mayor eficiencia. Incluso, ya empieza a ser una pieza clave en los avances médicos.
¿Nos ha hecho mejores seres humanos? ¿Somos más humanos en nuestras relaciones?
¿Vivimos en un mundo más igualitario? ¿Hemos reducido las diferencias sociales?
¿Hemos acabado con los conflictos? ¿Se ha erradicado la pobreza?
Como toda invención humana, la digitalización puede ser extraordinaria o catastrófica. Puede ser maravillosa si se usa para el bien común, pero si se manipula con fines egoístas, de dominación y control social, o simplemente para el enriquecimiento de unos pocos, podría convertirse en una de las armas más letales contra la humanidad.
¿El arma más peligrosa de nuestro tiempo?
Quizás parezca una exageración, pero creo firmemente que la digitalización, especialmente las redes sociales junto con el poder de la inteligencia artificial se están convirtiendo en un arma de destrucción silenciosa, tan peligrosa como un arma atómica. No nos destruye físicamente de inmediato, pero penetra la mente humana, moldeándola según los intereses de quienes controlan las grandes corporaciones tecnológicas. En otras palabras, la manipulación digital está domesticando al ser humano al servicio del amo que las domina.
Las grandes empresas de tecnología han descubierto su verdadero poder y alcance. El Estado ya no les preocupa, porque se han convertido en un supra estado. Ya no importa si los países son democracias o dictaduras, porque han encontrado algo más poderoso que las leyes y los gobiernos: el control de la mente.
Este dominio absoluto les permite ejercer una nueva forma de dominación global, donde el poder se concentra en una élite que no responde ante nadie.
El gran reto del siglo XXI
El desafío que enfrenta la humanidad, especialmente las democracias y los defensores del humanismo universal, es frenar esta amenaza que busca monopolizar el pensamiento humano y convertirnos en esclavos del sistema digital.
La digitalización debe ser descentralizada y arrebatada del control absoluto de las corporaciones privadas. Debe convertirse en un recurso público, accesible y equilibrado. Es necesario un punto medio entre lo privado y lo público que garantice que esta tecnología no sea utilizada como un arma de manipulación masiva.
Si este equilibrio no se logra pronto, podría ser demasiado tarde. Los Estados y sus instituciones tienen una responsabilidad histórica frente a esta amenaza. Dependerá del liderazgo mundial, hoy altamente cuestionado, colocar al ser humano por encima de los intereses corporativos y garantizar que el futuro digital se construya sobre los principios del bien común, alejándonos del peligro de una nueva esclavitud moderna.-