Opinión

¿Cómo parar la devaluación y la inflación?

Lo que corrige la inflación y la devaluación es la recuperación del valor de la moneda y éste es una consecuencia del respaldo que tenga en función de una economía fuerte

José Antonio Gil Yepes:

Para parar la devaluación y la inflación necesitamos definir qué debemos hacer y qué es inútil o no debemos hacer. Es contraproducente sobrevaluar la moneda, vicio que arrastramos desde el gobierno de Juan Vicente Gómez con el fin de minimizar el desarrollo del empresariado y su posible potencial de influencia política y para hacerle creer al pueblo que puede comprar importaciones baratas (aunque eso le cause desempleo). Tampoco funciona hacerle publicidad o apelar a valores patrióticos para incentivar el uso de una moneda que pierde valor. De nada vale añadirle adjetivos a la moneda, como “Soberano”, “Fuerte”, “Digital”.  También es inútil decretar la obligación de hacer pagos en dicha moneda. Peor es ponerle un impuesto al uso de las divisas, que siempre surge cuando la moneda local se debilita. Tampoco sirve quitarle ceros a la expresión del valor de la moneda, aunque esto sea necesario para el funcionamiento de los registros digitales. Tampoco resulta cambiarle el nombre a la moneda; como en Brasil, el caso más grave que conozco: Réis (hasta 1942), cuando se cambió por Cruzeiro por razones nacionalistas (1942–1986). Cruzado (1986–1989), como parte de un plan para frenar la alta inflación. Cruzado Novo (1989–1990), tras el fracaso del Cruzado.  Cruzeiro (1990–1993). Cruzeiro Real (1993–1994); hasta la introducción del Real actual en 1994. Un largo periplo de 23 años para aprender que la moneda no se estabiliza hasta que la economía no se recupera.

Lo que corrige la inflación y la devaluación es la recuperación del valor de la moneda y éste es una consecuencia del respaldo que tenga en función de una economía fuerte.

Entonces, lo que hay que plantearnos no es cómo se llama la moneda, etc., sino qué políticas promueven u obstaculizan que economía se recupere para respaldar el bolívar.

La devaluación y su origen, el diferencial entre inflación propia y las de los países con quienes más se comercializa, se debe a 1.  falta de producción-oferta; 2. de productividad (altos costos de producción, empezando por una baja utilización de la capacidad instalada, extra-costos por falta de combustible, electricidad, agua y transporte); y 3. a falta de competitividad (calidad y diferenciación de los productos o servicios para hacerlos más atractivos que los de sus competidores, poder exportar y lograr una balanza de pagos positiva.

El gobierno de Venezuela logró bajar la inflación desde 1.680.000% en 2017 a 660% en 2021, a 234% en 2022, hasta un 65% en 2024. Pero también es cierto que no logra terminar de bajarla, que sigue siendo una de las inflaciones más altas del mundo y una barrera para el ahorro en moneda nacional, el crédito bancario, la inversión, la producción, el empleo y el salario.

La renuencia de la inflación a terminar de bajar radica en que el programa de políticas con que se atacó desde comienzos de 2019 era, y sigue siendo, demasiado contradictorio, pues se basa en restricción monetaria y altos impuestos, aunque también estimula la inversión por la desregulación de la circulación de las divisas, la liberación de precios y una devaluación progresiva para equiparar el tipo de cambio oficial con el paralelo.

Ahora se necesita un programa antiinflacionario que privilegie la oferta a través de la inversión privada, la diversificación de las exportaciones, el empleo, mejores salarios y mayor consumo.

Para subir la producción nacional necesitamos devolver propiedades expropiadas; garantizar la propiedad privada. Darle sustento legal tanto a la libertad de cambio, en vez de no aplicar los Convenios Cambiarios vigentes, como a la libertad de precios, en vez de mantener vigente y sin aplicar la Ley de Precios Justos.  Privatizar las empresas del Estado mediante programas de conversión de deuda en capital y poder así disponer de recursos fiscales para aumentar los sueldos del sector público e invertir en la recuperación de la electricidad y el agua; lo mismo que podemos hacer si dejamos de “quemar divisas” para sobrevaluar el bolívar e importar barato.  Reducir los impuestos. Bajar el encaje legal para subir el crédito bancario. Permitir las transferencias entre las cuentas en custodia, eliminar el IGTF y legalizar un régimen de doble moneda o, en su defecto, acelerar la devaluación para que el tipo de cambio oficial vuelva a alcanzar al paralelo para corregir el sesgo importador, el desempleo y diversificar exportaciones. Devolver los aranceles a niveles internacionalmente comparables. Luchar contra el contrabando y los Ilícitos Aduaneros; que se le vean más frutos a la Alta Comisión Contra el Contrabando. Mantener abierta la frontera con Colombia, pero seguir revisando los aranceles bilaterales ya que siguen vigentes enormes ventajas para los exportadores colombianos, mientras que los aranceles que aplica Venezuela fueron concebidos para un país rentista, que ya no volveremos a ser, por lo que necesitamos dejar de desproteger nuestra producción. Empeñarnos en el éxito de las Zonas Económicas Especiales.

Vemos la moderación del discurso oficial y las conversaciones gobierno-empresa como avances. Pero de proyectos a realidades queda mucho trecho. Nos falta crecer en inteligencia racional para poder ver que carecemos de inteligencia emocional para formar el “Equipo Venezuela”; el que aúpe “el Compra Venezolano” y la “Marca Venezuela”. Nuestra competencia debe ser económica y con otros países, y no política contra nosotros mismos. El eterno oscilar entre extremas derechas e izquierdas muestra que ninguno de los dos modelos es sostenible, sustentable ni deseable. La polarización que plantean los extremos ha sido y seguirá siendo nefasta. Lo que necesitamos es pluralismo, entendimiento y complementariedad entre los diversos sectores buscando siempre un “ganar-ganar”.-

@joseagilyepes

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