El obispo español del Opus Dei de Helsinki revela por qué su Iglesia es «la que más crece en Europa»
Raimo Goyarrola publica «Romper el hielo. Historias de un sacerdote católico en Finlandia»

Fue un viernes, el 29 de septiembre de 2023, cuando el sacerdote del Opus Dei y entonces vicario general de la diócesis de Helsinki, Ramón Goyarrola, recibió la noticia de su nombramiento como obispo de la capital finesa por el Papa Francisco.
Nacido en Bilbao en 1969, llegó a Finlandia mucho antes de su nombramiento, en 2006, tras el pedido expreso del entonces obispo titular Józef Wróbel de un sacerdote del Opus Dei. Médico de formación y ordenado en 2002, Goyarrola se enamoró del país nórdico y se rebautizó al finés como Raimo.
En Finlandia, los católicos registrados son oficialmente algo más de 17.000, aunque el obispo eleva la cifra a un total que supera los 30.000 en una población de 5,5 millones, entre el 3 y el 5%.
El sacerdote dio sus primeros pasos en el país acompañando jóvenes, con quienes puso en marcha la primera residencia universitaria de la capital. Desde entonces se desempeñó como capellán en la residencia de Tavasttähti; asistente de la pastoral universitaria en Helsinki; profesor de Educación Religiosa en diversas escuelas o capellán militar, entre otras labores.
No tardó en aprender a defenderse con el idioma y lidiar con otros aspectos que, en lugar de llamarlos dificultades, prefiere ver como “retos y oportunidades” para evangelizar.
Precisamente estos últimos protagonizan Romper el hielo. Historias de un sacerdote católico en Finlandia (Palabra). Se trata de una crónica de su paso, vivencias y desarrollo de iniciativas de evangelización en el país nórdico con una de las Iglesia más pequeñas del mundo, pero también de las que más crecen.
Con motivo de su publicación, el obispo ha visitado España y recibido a Religión en Libertad para hablar sobre lo que considera “una historia de esperanza, amor y desafíos”.
“La clave es el amor. Yo me enamoré del Señor y cuando llegué a Finlandia a llevar a Jesús, me enamoré de Finlandia. Allí está todo por hacer, la Iglesia es una maravilla y no hay tiempo para deprimirse. ¿Hay dificultades? Yo prefiero verlo como retos y desafíos”, comenta en referencia al crecimiento de la Iglesia más pobre de Europa. Para él, «si el motivo es alto, las dificultades son pequeñas”.

En «Romper el hielo», el obispo Raimo Goyarrola desarrolla sus vivencias, experiencias de evangelización y relatos de conversión como obispo de Finlandia.
El obispo bendice la mesa en perfecto finés -hacerlo “tiene indulgencia plenaria”, comenta entre risas- y resume con esperanza sus ilusiones presentes y futuras. Entre ellas, fundar un colegio católico o una casa de retiros. Las reformas que necesitan las infraestructuras de la Iglesia en Finlandia son millonarias, pero él prefiere “reírse y fiarse”. “Al final, todo es tomárselo con calma y actitud positiva”, comenta.
Goyarrola cree que la queja es “una forma de vida” y muestra con su ejemplo que no es la suya. Allí hace frío, el idioma es difícil, los católicos pueden tener la iglesia más cercana a cientos de kilómetros y muchos edificios han sido carcomidos por una humedad que los consume desde los cimientos durante buena parte del año.
«Nuestro mayor reto es ofrecer lugares, ser una familia que crece»
“Esos son los desafíos, y hay que superarlos. Hay que lanzarse. Nuestro mayor reto es el de una familia que crece en un país grande con católicos dispersos: ofrecer lugares, capillas, iglesias, un colegio, una casa para reunirnos y rezar, para hacer ejercicios y retiros… El reto es positivo, una bendición, porque crecemos mucho, pero necesita una solución”, comenta.
La Iglesia finlandesa es, según los datos del obispo, de las más pequeñas de Europa pero también la que más crece, en un país donde hay decenas de confesiones y nacionalidades.
“Registrados tenemos unos 500 miembros nuevos al año, pero podrían ser tres veces más. De esos 500, cerca del 50% son bautismos, un 40 o 45% inmigrantes y un 5 o 10% conversiones”, enumera.
Es un país en el que una única diócesis abarca por el momento a todos los católicos, que pueden estar separados de cientos de kilómetros de una iglesia. El obispo celebra que actualmente están consolidando la celebración de una misa mensual para focos de población católica en radios de entre 50 y 100 kilómetros.
“Es bonito llegar, te reciben con un cariño inmenso, abrazos, `selfi´ y bendición, pidiéndonos por favor una misa cada domingo”, relata. Algo que “se está intentando”, pero que es actualmente imposible con tan solo 26 sacerdotes católicos y 8 parroquias dispersas por todo el país.
Una Iglesia pobre en un país rico
La precariedad económica de la única diócesis de Finlandia puede ser paradójica si se plantea desde la riqueza del país nórdico, pero las cuentas del obispo no dan lugar a dudas.
Los “sueldos” de los sacerdotes finlandeses, unos 650 euros mensuales, son aportados por los sacerdotes alemanes.
Otro de los grandes gastos de la diócesis es el de la infraestructura y edificios, que deben ser renovados por el contacto continuado con el agua. Una fundación de Alemania aporta un 60% de los gastos de algunas reformas, si bien la ayuda se proporciona previa obtención del importe total.
Y también se encuentra la casa del obispo, que lejos de ser una opulenta residencia es actualmente un espacio que, aunque necesita con urgencia ser ampliamente reformado, desarrolla sin pausa una frenética labor evangelizadora.
“Cada día tenemos invitados a los que se explica lo qué es la Iglesia, gente que va a escuchar de Jesús por primera vez en su vida, también turistas españoles… En Finlandia, nadie sabe nada de la Iglesia”, subraya.
La variedad de la Iglesia en Finlandia
Actualmente, la Iglesia de Helsinki enfrenta al menos siete proyectos para los que precisa de recaudación y aportaciones, que se pueden consultar en el portal de la diócesis, desde donde también se puede colaborar.
Otra de las notas de la Iglesia en Finlandia es su variedad geográfica, abundando los fieles rusos, ucranianos, hispanos, filipinos, españoles o finlandeses, entre decenas de otros países de procedencia.
También comienza a observarse la variedad de carismas, corrientes y movimientos. Aunque la gran mayoría de católicos vive en la Iglesia diocesana, existen tendencias en ascenso, como son el Opus Dei o el Camino Neocatecumenal. También hay una incipiente comunidad carismática, e incluso una pequeña comunidad de fieles que viven la liturgia en su forma tradicional.
“Luchando contra la soledad, la exclusión social y el choque cultural”
Como sociedad, uno de los mayores retos de Finlandia es el de la soledad. Más de un 30% de las personas viven solas y no es raro encontrar foros en Internet de inmigrantes o extranjeros suplicando contacto social o lamentando que su carácter haya cambiado con los años.
“Estoy luchando contra la soledad y el choque cultural. Algunos compañeros y vecinos ni siquiera responden mis saludos, así que he dejado de intentar hacerme amigo de ellos. Me he vuelto cínico con el tiempo y ya no soy la persona alegre y cálida que era antes de irme de Estados Unidos. Estoy pensando en mudarme a otro lugar”, escribe en Reddit un empresario de Estados Unidos.
Fiel a su marcado optimismo, Goyarrola se muestra dispuesto a abordar este reto como representante de la Iglesia en Finlandia.
Los católicos, provenientes de decenas de países y cada uno con su cultura, “generamos comunidad y comunión. Los africanos invitan a las casas a comer, traen regalos y frutas y son una riqueza católica. Los hispanoamericanos y filipinos igual. La fe es comunión. La Iglesia es Cuerpo de Cristo y Pueblo de Dios, no algo individual donde leo mi Biblia y me salvo”, comenta.
Por qué la Iglesia «marca la diferencia» en Finlandia
Para el obispo, la cosmovisión cristiana “marca la diferencia” y considera que la antropología surgida de la Iglesia “es una gran ventaja” también en lo social.
Subraya que, en este campo, el aporte católico fue especialmente representativo durante la pandemia, cuando “los católicos montaron grupos de WhatsApp, rosarios conjuntos o llamadas de grupos por Zoom”.
Frente a la alternativa desoladora y marcada por el “agobio, depresión, la soledad o la crisis nerviosa”, cuenta que lo católico era “comunión y comunidad” y eso “es una gran ventaja”.
Quizá por ello, para ofrecer esperanza también en pandemia, el obispo mantuvo abiertas las iglesias católicas en todo el país.
“Seguimos las pautas del gobierno y vimos que se podían organizar más misas con bancos, distancias, mascarillas… El resto de iglesias decidieron cerrar todo, nosotros decidimos poner más misas, abrir y ofrecer y había cantidad de luteranos y ortodoxos siguiendo nuestras misas”, destaca.
Luterana y a punto de suicidarse, llamó a Raimo: «Es que tú eres católico»
Hablando del suicidio, el obispo también saca a relucir esa paradoja. Existen estudios que afirman que Finlandia es año tras año consecutivo el país más feliz del mundo. Sin embargo, el sacerdote se cuestiona los parámetros que supuestamente miden la felicidad y se pregunta por qué, aunque en descenso, sigue habiendo tantos suicidios -13 muertes por cada 100.000 habitantes, por encima de la media europea de 10 por cada 100.000 personas-.
Entre otros factores causantes, menciona la propia mentalidad, las condiciones genéticas, la extensión de las enfermedades mentales, la «familia destruida» como institución o la soledad generalizada, parámetros que en buena parte se plasmaron en el famoso documental del país vecino La teoría sueca del amor.
El obispo asegura haber sufrido varios casos de amigos que se han suicidado. Recuerda una noche cualquiera, cuando, de madrugada, sonó su teléfono. Era una chica, joven, que quería suicidarse. Y pese a haber sido bautizada como luterana, el teléfono que marcó fue el de Goyarrola. El motivo que le dio la joven fue simplemente que él era católico.
El obispo desconoce el desenlace de la historia. Le ofreció su ayuda y desde entonces reza por aquella joven. Una situación que recuerda como triste y dolorosa, pero también representativa de una realidad: “La Iglesia tiene un atractivo, porque el sacerdote está disponible las 24 horas del día y ofrecemos esperanza”.
Luteranos aceptando la presencia real
Otro campo en el que el obispo está profundamente comprometido es en el desarrollo de iniciativas ecuménicas, siendo valorado en Roma por logros pioneros de acercamiento, como reflejan las procesiones marianas junto a los ortodoxos y a las que incluso los pastores luteranos quieren acudir.
No es el único ejemplo. El obispo también se hace eco del asombro vaticano por la elaboración de un extenso documento conjunto en el que la congregación evangélica luterana de Finlandia llega a aceptar la presencia real de Cristo en la Eucaristía o la conservación de la presencia después de la misa.
Junto a lo doctrinal, también lo ético juega un importante papel ecuménico, como lo muestra el hito conjunto de católicos y luteranos para frenar la aprobación de la eutanasia en el país, lo que se ha repetido hasta en tres ocasiones.
Buena pate de Romper el hielo. Historias de un sacerdote católico en Finlandia, refleja iniciativas de evangelización desarrolladas o impulsadas por el obispo, desde la Marcha por la vida, los cuidados paliativos, la organización juvenil de laicos Juventus Catholica o la peregrinación con jóvenes a Laponia, entre otros.
«O camuflarte… o la opción finlandesa»
Preguntado por las claves de la evangelización en Finlandia, reitera su llamado a abandonar “la queja como opción de vida” y remarca que la vida de cada uno de los fieles como católico en su día a día es “mucho más eficaz que los planes pastorales de la diócesis”.
Por ello, considera importante “activar el corazón de los católicos”.
Hablando de los alumnos, plantea el caso nada particular de escuelas que cuentan con un solo católico. “Qué maravilla”, les dice, “tienes todo el colegio para ti. Tienes dos opciones, o camuflarte o la opción finlandesa, asumir que eres `el católico´, santiguarte en la comida y explicárselo a tu amigo. Y todo el comedor hará la señal de la cruz. Eso es la evangelización”.
Se abre la puerta y aparece un ateo, un budista, un pentecostal… «Señor, ¿qué hago?»
El obispo se despide con una graciosa anécdota evangelizadora, en una de sus primeras predicaciones a jóvenes en una residencia. Queriendo hablar en finés, fue consciente de que su público “parecía un chiste”, seis jóvenes de los cuales uno era un católico recién convertido, un luterano, un pentecostal, un ateo, un agnóstico y un budista.
“Señor, ¿en qué lío me has metido? ¿Qué hago?”, rezó.
Sin saber de qué hablar para llegar a esa variedad de público, le vino a la cabeza la cuestión del alcoholismo como una de las primeras causas de mortalidad y la alternativa que ofrece la Iglesia, una religión que invita a “disfrutar si se hace con Dios”. Y el caso práctico eran las bodas de Caná.
El problema, menciona, es que, en finés, Kaana es Caná… y Kana, es pollo y gallina.
“Total, que acabé hablando de las `bodas del pollo y la gallina´, bebiéndose 700 litros de vino y la gente riéndose sin entender yo nada”, recuerda.
Los seis jóvenes acabaron convirtiéndose “por el pollo”, dos de ellos pasando a pertenecer al Opus Dei. El resultado fue, para el obispo, la muestra de que “la evangelización, si se hace con cariño, con cuidado y buen humor, si le dejas hacer a Dios y te ríes de la vida, ves los frutos”. –