«Llamados a construir, no a huir»: El papel deseable de los cristianos en la Siria post-Assad
Religiosos franciscanos hablan sobre el clima de incertidumbre que reina en el país

El vicario apostólico de Alepo, monseñor Hanna Jallouf, y el párroco latino de la ciudad, fray Bahjat, llamaron a los cristianos de Siria a reducir los miedos. Así, los animaron a «construir y no huir»
«Como franciscanos pedimos una ley que castigue cualquier incitación al odio y la discriminación, basándonos en el punto séptimo de la Constitución provisional. Hay material para trabajar en sentido positivo, para construir una sociedad verdaderamente tolerante y abierta a todos»
Desde el 6 de marzo, el país se ve sacudido por una ola de violencia, con enfrentamientos entre grupos leales a Asad (alauitas) y las fuerzas de seguridad del nuevo gobierno, que han causado ya más de 1.300 víctimas
«Llamados a construir, no a huir»: estas son las palabras de monseñor Hanna Jallouf, vicario apostólico de Alepo para los latinos, y del padre Bahjat Karakach, párroco latino de Alepo, con las que buscan resumir el papel que se espera por parte de los cristianos en la Siria post-Assad.
En una entrevista publicada en el sitio web de la Custodia de Tierra Santa, los dos religiosos franciscanos hablan sobre el clima de incertidumbre que reina actualmente en el país: «La caída del régimen», explica el padre Karakach, «no implica automáticamente una buena situación. Estamos atravesando una etapa muy difícil: las antiguas certezas ya no existen y no sabemos qué nos deparará el futuro. Necesitamos animar a la gente y llevarles un mensaje de esperanza».

Desde el 6 de marzo, el país se ve sacudido por una ola de violencia, con enfrentamientos entre grupos leales a Asad (alauitas) y las fuerzas de seguridad del nuevo gobierno, que han causado ya más de 1.300 víctimas.
«Esos enfrentamientos son una vergüenza», afirma el padre Jallouf. Afortunadamente, nuestros frailes y cristianos, tanto en Damasco como en Alepo y en las aldeas, y también en Latakia, están a salvo. En esta situación, estamos recuperando el protagonismo en nuestra misión como pacificadores», aseguró.
«La primera reacción -reconoció- ante las dificultades es huir», y esto también se aplica a los cristianos, afirma el párroco de Alepo. La emigración no se ha detenido tras la caída del régimen. Necesitamos ver pasos concretos hacia el desarrollo, pero hasta ahora ocurre lo contrario: el mercado está paralizado y muchos siguen perdiendo sus empleos.
En estos tres meses, los líderes de la Iglesia participaron en debates sobre la nueva Constitución: «Participamos en un congreso nacional en el que debatimos la Constitución y el futuro de Siria. La delegación cristiana fue consistente y pudimos ilustrar nuestra visión», añadió monseñor Jallouf.
«Ofrecimos de inmediato nuestra colaboración al nuevo gobierno, para garantizar la paz y la seguridad de la población y la estabilización del país. Al mismo tiempo, instamos a nuestros jóvenes a integrarse en la vida política y social, para ser ‘luz del mundo y sal de la tierra’. Esta es nuestra tarea: dar sabor a la vida en Siria«.

Para el padre Karakach, «la contribución de la comunidad cristiana es, ante todo, ser un puente de paz». La comunidad cristiana no hizo de la violencia un medio para lograr sus objetivos, por lo que goza de gran reconocimiento entre los sirios. Esto nos ayuda a ser un puente de paz y diálogo entre las diferentes facciones. Debemos invertir en esto y poner todas nuestras fuerzas en esta labor de mediación, de paz entre el pueblo sirio».
«La comunidad cristiana no hizo de la violencia un medio para lograr sus objetivos, por lo que goza de gran reconocimiento entre los sirios. Esto nos ayuda a ser un puente de paz y diálogo»
El 13 de marzo, el presidente Ahmed al-Sharaa (Al-Jolani), ex líder de la facción islamista Hayat Tahrir al-Sham (HTS), firmó una constitución provisional válida por cinco años. El texto garantiza la libertad de opinión y expresión, así como la libertad de culto. Sin embargo, la ley islámica sigue siendo la principal fuente legislativa.
Fray Bahjat minimiza las preocupaciones que surgen también entre los cristianos sobre ese tema: «En Siria, siempre ha sido así; no le daría mucha importancia al hecho en sí. El problema es cómo se interpretan y se aplican ciertas expresiones».
«Como franciscanos -explicó- pedimos una ley que castigue cualquier incitación al odio y la discriminación, basándonos en el punto séptimo de la Constitución provisional. Hay material para trabajar en sentido positivo, para construir una sociedad verdaderamente tolerante y abierta a todos».
En cuanto a la posibilidad real de evangelizar, el párroco franciscano no tiene dudas: «Debemos ser creativos, romper los esquemas rígidos de evangelización y encontrar nuevas formas. Como nos enseñó San Francisco, evangelizar significa, ante todo, vivir el Evangelio y ser un signo para quienes nos rodean», concluyó.
