El estado brilla por su ausencia en Myanmar tras los terremotos del 28 de marzo

«El drama es que las ayudas de socorro son escasas o completamente ausentes. Vemos mucha solidaridad entre la gente, pero registramos la ausencia total del Estado», ha declarado a la Agencia Fides una fuente de la comunidad católica de Mandalay, próxima a la zona más afectada. La fuente, que solicitó el anonimato por razones de seguridad, señaló que en la región epicentral, profundamente marcada por el conflicto armado interno, «no hay ayuda organizada para las víctimas».
La situación es especialmente crítica en las denominadas «zonas liberadas», fuera del control del ejército, donde no operan instituciones civiles: «Todo depende de la buena voluntad de la gente o de la organización de las comunidades y los ejércitos de las minorías étnicas». En las zonas bajo control militar, algunos equipos de emergencia han actuado en ciudades como Naypyidaw y Mandalay, pero otras áreas permanecen desatendidas. «El Estado está completamente desinteresado por los ciudadanos, su estado y su bienestar», denuncia la misma fuente.
A pesar de que la junta militar ha declarado el estado de emergencia en seis regiones y ha solicitado ayuda internacional, la realidad sobre el terreno refleja un colapso total de la capacidad estatal para responder. Numerosos edificios se han derrumbado, entre ellos una mezquita en Mandalay donde murieron al menos 20 personas, y el puente de Sagaing, construido en la época colonial, colapsó sobre el río Irrawaddy.
En paralelo, diversas iglesias católicas han sufrido daños y han suspendido sus celebraciones litúrgicas para centrarse en labores solidarias. En Mandalay, la iglesia de San Miguel ha sido la más afectada, mientras que en Taunggyi, en el estado de Shan, la catedral de San José también ha resultado dañada.
La falta de preparación institucional frente a desastres naturales agrava una situación ya precaria. Myanmar es un país con alta actividad sísmica, y expertos advierten que el rápido crecimiento urbano, unido al deterioro de las infraestructuras y a una deficiente planificación, ha incrementado la vulnerabilidad de las zonas más pobladas. A ello se suma un sistema sanitario colapsado tras cuatro años de guerra civil, especialmente en las zonas rurales.
En un país fracturado por el conflicto y sin estructuras estatales funcionales en amplias regiones, la tragedia provocada por el seísmo pone de relieve, una vez más, la fragilidad del Estado birmano y la desprotección de su población.
Más de 1700 muertos
Hasta el momento, las cifras oficiales indican que los terremotos han causado más de 1.700 muertos, 3.400 heridos y más de 300 desaparecidos. Sin embargo, algunas fuentes elevan el número de fallecidos a alrededor de 2.000. Es importante destacar que estas cifras son preliminares y podrían aumentar a medida que avanzan las labores de rescate y se obtiene información más precisa de las zonas afectadas.-
(Fides/InfoCatólica)