Trabajos especiales

¿Cómo era físicamente el Santo José Gregorio Hernández Cisneros?

“Yo confío más en mi oído que en ese aparatico”

Alfredo Gómez Bolívar:

Ampliación coloreada de la foto original, tomada en la Ciudad de Nueva York en 1.917

Aunque se cuenta con algunas fotografías reales de nuestro beato, existen actualmente una multitud de imágenes sobre su persona; tantas como las prefieren sus devotos, así como también los creadores de arte popular o artistas que desean con mucho cariño representarlo. Sin embargo, sus biógrafos coinciden en documentar que físicamente el Santo Dr. José Gregorio Hernández, -no era- una persona de aspecto triste, de caminar cabizbajo con sus manos hacia atrás o metidas en los bolsillos.

Escribe uno de sus mejores biógrafos lo siguiente: “Era un joven bien parecido, de ojos grandes, pero de serena mirada; amable, bondadoso, de modales delicados; vestía siempre modestamente, pero muy bien arreglado” 1

Así lo describía un amigo que lo conoció en su juventud:

“Aquella mañana, antes del almuerzo, fui en solicitud de la fugitiva (una ardilla domesticada), encontrándome con María Gutiérrez Azpurúa, chiquilla de trece primaveras, que poco tiempo después fue una de las más lindas mujeres de Caracas, y de un muchachón de dieciséis, pequeño y robusto, de rostro sonriente y suaves modales: era José Gregorio Hernández… (Pedro César Dominici, hermano de su gran amigo Santos Anibal tomado del libro. 2

Recién llegado a Isnotú, y por cumplir los 25 años, el elegante y recién graduado médico, escribiendo con toda confianza al amigo Dominici, se mofa de su propio aspecto físico  en aquellos días diciendo lo siguiente:

“No me he vuelto a afeitar, figúrate qué fisonomía la que ahora ostento, llena de una barba que cada día aumenta  algunos milímetros, y todo ello me agrada mucho porque me divierte verme tan horroroso” 3.

Un dato que habla de su saludable condición física es que, en los nueve meses de su estadía en Los Andes, además de su trabajo y permanencia en Isnotú,  recorrió gran parte de los estados Trujillo, Mérida y Táchira a lomo de mula y por caminos agrestes y tiempos atmosféricos difíciles.

“…En su adultez se dice que era de simpático y distinguió talante; era un hombre de mediana estatura, aspecto saludable y contextura normal. La estatura de Hernández era de un metro sesenta centímetros, vestía de color oscuro o negro, a la usan  de la época. Como casi toda la totalidad de los individuos usaba sombrero tipo bombín. Tuvo siempre una vista perfecta. Llevaba el cabello y los bigotes bien arreglados y teñidos. (Algo que era  usual y normal en aquella época). Sabemos que Hernández en su aspecto exterior y en su conduta diaria, salvo su invariable fe y su práctica de la religión, quiso estar acorde con las cambiantes modas de la época”… 4

Ernesto Hernández, sobrino muy cercano, hijo de su hermano Cesar, destaca  otros aspectos físicos y costumbres de su tío José Gregorio de esta forma:

“…Permanecía de pie en sus vistas médicas… José Gregorio nunca usó lentes para leer o escribir. Siempre gozó de una vista perfecta… José Gregorio no acostumbró nunca a introducir sus manos en los bolsillos como lo han representado algunos artistas  5

No usaba para sus visitas médicas,  el maletín médico y el estetoscopio. Aunque poseía un maletín medico cuyo modelo del mismo  se denominaba “Ramón y Cajal” y le era muy incómodo hacer el recorrido aproximado diario entre 3 a 5 Km. en las calles de Caracas para atender a sus pacientes y sus diligencias personales y familiares. Llevaba consigo, un rosario,  un pañuelo de seda que lo colocaba en el pecho y en la espalda de sus pacientes y al mismo tiempo él colocaba su oído sobre la superficie del pañuelo. De esa forma sustituía el estetoscopio… él decía cuando le preguntaban el por qué no lo usaba decía lo siguiente: “Yo confío más en mi oído que en ese aparatico” y como instrumentos médicos, tenía: un tensiómetro que solo medía la tensión alta, un termómetro y pequeñas espátulas linguales de madera, con que se oprimía la lengua para observar la garganta de sus pacientes. Y, por supuesto, su libreta para los récipes.

Usaba el Dr. Hernandez, como era costumbre de la época “el chaleco”. También su buen reloj de bolsillo con cadena. Se trasladaba para visitar a sus enfermos e ir a sus lugares que solía frecuentar siempre a pie; las personas que lo recuerdan en las calles dicen que su caminar era  rápido. En una ocasión el mismo recomendaba como ejercicio físico el caminar. Y un día le dijo a un amigo que usaba mucho los medios trasporte para la época lo siguiente: “Lo que te vas ahorrar en medicina si llegas a enfermarte, mejor inviértelo en calzado, y veras más tarde los resultados.

…Cuando se mandó a fotografiar en Nueva York en 1917, la famoso foto de pie, escribía a su hermano César esto: “No te mando retrato sentado, porque yo no salgo bien en esa posición, será porque siempre ando caminando”. 6 Por lo demás al Dr. Hernández lo recordaban sus contemporáneos como hombre de carácter firme y exigente, pero que siempre reflejaba bondad y afecto en su rostro. Dice un periodista llamado Francisco de Sales Pérez que le realiza una entrevista en el semanario “El Cojo Ilustrado” en julio de 1893 lo siguiente: ¿Quién que trate al Dr. José Gregorio Hernández puede librase de  estimarlo? .-

Referencias:

  1. 1. y Dr. Miguel Yáber-“José Gregorio Hernández”, (2009, pág. 95.)
  2. Ernesto Hernández Briceño- “Nuestro Tío José Gregorio,” (Tomo II, Pág. 2.460).
  3. y 5. Ernesto Hernández Briceño- “Nuestro Tío José Gregorio,” (Tomo I, pág. 165) / (págs. 149-150).
  4. Fermín Vélez Boza “Obras Completas”

Alfredo Gómez Bolívar 2025

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