Opinión

El Elogio de la Pobreza y la Pobreza de los Ricos

Este dislate de ciertos políticos no es el mismo caso de las iglesias que elogian la pobreza. Creo que aquí predomina una traslocación histórica. Cierto es que Jesucristo habló en favor de los pobres. Pero es que así le estaba hablando a casi toda la población

José Antonio Gil Yepes:

Llama la atención la coincidencia entre el discurso de la mayoría de los partidos políticos y de algunas iglesias sobre los ricos y los pobres.

La mayoría de los partidos, en mayor o menor grado, aprovecha el mito de la explotación de los pobres por los ricos. Los más radicales, los partidos comunistas y algunos socialistas rezagados van más allá y divulgan el mito del odio de clases y la revolución del proletariado para liberarse de los ricos acabando con la propiedad privada que, según ellos, sería la culpable de todos los males de la sociedad.

Cuando estos partidos llegan al poder, establecen regímenes estatizadores, intervencionistas y reguladores que minimizan a la empresa privada y ONG´s. Pero, si se comparan las condiciones laborales, por ejemplo, en Venezuela, las remuneraciones de los empleados públicos rondan un promedio de US $ 140 mensuales, mientras que las del sector privado se ubican en unos US $ 370, según la Encuesta Multisectorial de Escenarios Datanalisis.

Otra evidencia en Venezuela de esta diferencia es que los trabajadores que aplaudieron las estatizaciones, expropiaciones y confiscaciones de empresas privadas, unos lloraban, mientras que los que aplaudieron, hoy están arrepentidos de su inocencia.

En todos los países que sus gobiernos azuzan a los pobres contra los ricos se nota que no lo hacen para sacar a los pobres de la pobreza, sino para que el empresariado y sus trabajadores no formen alianzas y se fortalezcan si produjeran y exportaran más. De hacerlo, le restarían poder a los partidos o militares que controlan el gobierno.

Desde que las exportaciones petroleras superaron a las del café, si mal no recuerdo, en 1928, las herramientas de política pública para limitar al empresariado y sus trabajadores han sido la sobrevaluación de la moneda, la concentración del gasto público en las ciudades, los controles, leyes y permisologías atosigantes, importar barato (perjudicando el empleo, la producción y las exportaciones nacionales) y repartir subsidios, o sea, regalar pescados, en vez de enseñar a los pobres a pescar. Esto último no les interesa, prefieren manipularlos en contra de cualquier sector que pueda crecer y empoderarse. Las notables excepciones a estas terribles reglas han sido de los gobiernos de Eleazar López Contreras, Isaías Media Angarita y Carlos Andrés Pérez II, lo que le costó el cargo a este último por tratar de descentralizar la administración pública, privatizar el cementerio de empresas del Estado y de diversificar nuestras exportaciones para superar el rentismo petrolero. Hoy día observamos el ataque a los “Apellidos” con aspiraciones electorales. Pero fueron los apellidos Bolívar, Sucre, Soublette, Urdaneta, etc., etc., una verdadera oligarquía económica, política, social y religiosa, los que arriesgaron sus fortunas, familias, esclavos y hasta perdieron sus vidas para darnos la Independencia.

Si antes los trabajadores eran simples máquinas pagadas a menos o esclavos, hoy día a los empresarios ricos no les interesa que sus trabajadores sean pobres ni pagarles lo menos. Un trabajador insatisfecho es improductivo o cambia de trabajo y se pierde el esfuerzo que se hizo para entrenarlo.

Este dislate de ciertos políticos no es el mismo caso de las iglesias que elogian la pobreza. Creo que aquí predomina una traslocación histórica. Cierto es que Jesucristo habló en favor de los pobres. Pero es que así le estaba hablando a casi toda la población. Y no sólo por ser mayoría, sino también no existía posibilidad de ascenso social, y muchos los pobres eran esclavos. La mayoría de los ricos y poderosos de entonces no pensaban, ni remotamente, en instalar programas de educación pública, vivienda o salud. Sólo les regalaban a sus poblaciones pan cuando había circo para idiotizarlas.

Pero arriba ya dijimos que la mejor opción de ascenso social de los pobres es alcanzar un empleo privado. Aunque, claro está, a eso se le suman los mecanismos de educación pública gratuita, de salud, transporte, vivienda, paro forzoso y de educación de oficios que ofrecen los gobiernos de hoy día. Lástima que en la mayoría de los países estos programas públicos son regulares, malos o pésimos. Deberían hacer convenios con las empresas y la Iglesia para manejarlos mejor.

Entonces, no cabe que ciertas iglesias y religiosos mantengan el elogio a los pobres y se olviden de los ricos.

En términos de poder político, en Venezuela no hay mayor pobreza que la de los ricos; aunque existan los “enchufados”, pero esas son excepciones.

Desorienta oír que el Papa Francisco haya sido subtitulado, “el Papa de los pobres”, subtítulo que también he escuchado refiriéndose a nuestro primer y querido santo, San José Gregorio Hernández.! ¡Por Dios! Ese es otro error histórico. San José Gregorio fue médico y amigo de ricos y pobres, sin distingo. De lo contrario, no hubiera sido tan santo, por la misma razón de que el distanciamiento, la descalificación, la polarización y la exclusión son reprochables en política.

Me consta por haber escuchado de mi abuela, Dolores Santana de Gil, que el médico de la familia de mi padre fue José Gregorio Hernández. Pero a mi abuela, gracias a Dios, nunca le faltó un nada. Era descendiente de canarios, fundadores de la famosa Casa Santana, de donde salió dinero para financiar al Libertador en la Segunda República. El Coronel José Nepomuceno Santana, tío abuelo de mi abuela, fue Edecán de Bolívar. La empresa familiar, La Casa Santana, fue tan fuerte que tuvo 26 casas de representación en Europa y Estados Unidos, financiaba cosechas y era una de las principales importadoras y exportadoras de Venezuela. La familia de mi abuelo, José Antonio de Alonso Gil Palacio, también contribuyó con la causa de la Independencia. Su tío abuelo, el médico y abogado fue Secretario de El Libertador y contribuyó con la revisión del Discurso de Angostura. Mi abuelo, al igual que sus antepasados, hizo fortuna y, junto con sus hijos, fue atendido por José Gregorio Hernández, hasta que el santo murió en abril de 1919. Como yo no soy pobre, ni quiero serlo, cuando me acuerdo de JGH, le encomiendo algunos de mis proyectos, y desde antes de que lo canonizaran; simplemente, aprendí a quererlo por los cuentos de mi abuela.

Los puntos clave para trazar estrategias novedosas para sacar a los pobres de la pobreza:

Al tratarlos como pobrecitos se les inculca a los pobres una condición de “venidos a menos.” Este discurso tiene efectos psicológicos devastadores. Imagínese que Ud. tenga un hijo de pocas potencialidades y que, en vez de destacarle lo que sí puede hacer, le recuerde constantemente que es un limitado. ¡Sin comentarios! La solución es identificar sus potencialidades, educarlo en lo que tenga mayor capacidad, auparlo y ofrecerle los mecanismos para que pueda trabajar, en vez de quedarse rumiando frustraciones.

Al darles ayudas como dádivas dirigidas al consumo, como comida y ropa (en vez de educación, empleo u oficio), y sin que el pobre tenga que dar nada en contrapartida, se les transmite la noción de que se les debe algo y que tienen derecho a seguirlo recibiendo, por lo que es mejor seguir siendo pobre. En este caso imagínese que tenga un hijo que no estudia ni trabaja, se la pasa jugando “chapita” y que Ud. no se lo reclama y le siga riendo la gracia dándole techo, comida, ¡y la mesada! Después no se queje de que crió un inútil, delincuente o malagradecido. La solución es muy clara: Excepto en los minusválidos, todo apoyo debe ser a cambio de estudio o trabajo para potenciar al pobre y elevar su autoestima al verse capaz de mantenerse a sí mismo y a los suyos. En este aspecto, es necesario reformular el pensum del bachillerato dado que no es práctico y que incluye materias no aplicables al trabajo. Hay que reorientar su contenido al aprendizaje y práctica, simultáneas, de oficios. Por ahora, se obliga a los pobres a pagar un costo de oportunidad muy alto al tener que mantener a sus hijos por cinco años para que salgan graduados de ningún oficio que les pueda garantizar un ingreso suficiente. Jesús Obrero y las Escuelas Salecianas son excelentes alternativas. Lástima que se minimizaron las escuelas técnicas en Venezuela. Un error cometido en nombre del mito de crear una sociedad sin clases sociales y sin haber reorientado el bachillerato al aprendizaje de oficios.

Al inculcarles que son pobres porque alguien no les dio lo que debía, se reafirma su minusvalía. Si esto se refuerza con el tema de que los explotaron, se inculca el odio y la venganza. Imagínese ¿qué le pasaría a su hijo poco capaz si pensara que es menos porque Ud. fue mezquino con él o ella, o porque Ud. mismo le dio más a otro hijo? ¿Se ha resuelto algo en la vida con venganzas? La solución es potenciar, no inculcar el odio ni el resentimiento.

Si todo lo anterior suena políticamente incorrecto, perdone que le diga algo más: muchos de quienes utilizan el cuento de “pobrecitos los pobres”, no lo hacen para sacar a los pobres de la pobreza, sino para utilizarlos como dependientes. Para la muestra, basta un botón. ¿Cambiamos de enfoque?.-

@jagilyepes

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