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Doctrina Social de la Iglesia

La Doctrina Social de la Iglesia “no es una tercera vía entre el capitalismo liberal y el colectivismo marxista, y ni siquiera una posible alternativa a otras soluciones menos contrapuestas radicalmente, sino que tiene una categoría propia. No es tampoco una ideología, sino la cuidadosa formulación del resultado de una atenta reflexión sobre las complejas realidades de la vida del hombre en la sociedad y en el contexto internacional, a la luz de la fe y de la tradición eclesial”

Rafael Díaz Blanco

Habemus papam. Robert Francis Prevost se ha convertido en León XIV y nos ha explicado que eligió ese nombre por diversas razones, “principalmente porque el Papa León XIII en su histórica Encíclica Rerum Novarum, abordó la cuestión social en el contexto de la primera revolución industrial. En nuestros días -dice el Papa- la Iglesia ofrece a todos, el tesoro de su doctrina social en respuesta a otra revolución industrial y a los avances en el campo de la inteligencia artificial, que plantean nuevos desafíos para la defensa de la dignidad humana, la justicia y el trabajo”.

Ha señalado el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, que la locución doctrina social se remonta a Pio XII para designar “el corpus doctrinal relativo a temas de relevancia social…”. De acuerdo con los documentos de Puebla de la Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM) la enseñanza social de la Iglesia es “el conjunto de orientaciones doctrinales y criterios de acción que tienen su fuente en la Sagrada Escritura, en la enseñanza de los Padres y grandes teólogos de la Iglesia y en el magisterio, especialmente en los últimos papas”.

Afirmaba Benedicto XVI que la Iglesia no ofrece soluciones técnicas y no pretende mezclarse en política, pero si tiene una misión que cumplir a favor de una sociedad a medida del hombre. San Juan Pablo II en Laborem exercens afirmaba que la Doctrina Social de la Iglesia “tiene su fuente en la Sagrada Escritura, comenzando por el libro del Génesis y, en particular, en el Evangelio y en los escritos apostólicos. Esa doctrina perteneció desde el principio a la enseñanza de la Iglesia misma, a su concepción del hombre y de la vida social y, especialmente, a la moral social elaborada según las necesidades de las distintas épocas”.

La Doctrina Social de la Iglesia “no es una tercera vía entre el capitalismo liberal y el colectivismo marxista, y ni siquiera una posible alternativa a otras soluciones menos contrapuestas radicalmente, sino que tiene una categoría propia. No es tampoco una ideología, sino la cuidadosa formulación del resultado de una atenta reflexión sobre las complejas realidades de la vida del hombre en la sociedad y en el contexto internacional, a la luz de la fe y de la tradición eclesial”.

No debemos confundir -afirma José Rodríguez Iturbe- la Doctrina Social de la Iglesia con el denominado ‘pensamiento social católico’ producto de la acumulación de estudios sistemáticos, interpretaciones y aplicaciones de la Doctrina Social de la Iglesia, ya que tales contenidos, en muchos casos de gran interés, no poseen la autoridad del magisterio de la Iglesia. Sin embargo, el magisterio se ha pronunciado con frecuencia contra el comunismo y los regímenes totalitarios, excluye el socialismo como remedio y rechaza el liberalismo entendido como ilimitada competencia entre las fuerzas económicas, nos recuerda el Compendio.

La Doctrina Social de la Iglesia es la reflexión política, económica y social desarrollada en las encíclicas, documentos conciliares, discursos pontificios, documentos de los distintos dicasterios de la Iglesia, en un momento histórico concreto, cónsona con la tradición humanista cristiana que en cada país corresponderá a las respectivas Conferencias Episcopales hacer las aplicaciones a las realidades particulares. Considerándose la Iglesia “experta en humanidad” debe escrutar los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio, explicaba San Juan Pablo II.

Decía Juan XXIII en Mater et Magistra que “la doctrina social profesada por la Iglesia Católica es algo inseparable de la doctrina que la Iglesia enseña sobre la vida humana” y exhortaba a que se estudiara y se enseñara como disciplina obligatoria en los colegios católicos y principalmente en los seminarios. También que se incluyera en los programas de enseñanza religiosa de las parroquias y se divulgara por todos los medios modernos de difusión.

Señalará el compendió que “la doctrina social es un punto de referencia indispensable para una formación cristiana completa”. Contiene “los principios de reflexión, los criterios de juicio y los principios de acción que sirven de base para promover un humanismo integral y solidario”.

Para Benedicto XVI, la doctrina social de la Iglesia es “una única enseñanza, coherente y al mismo tiempo siempre nueva”. Cada pontífice, cada encíclica tiene sus peculiaridades, sin perder la coherencia de todo el corpus doctrinal en su conjunto.

César Belaunde concluye: 1) Existe una doctrina o enseñanza social propia y original de la Iglesia Católica por los principios que la inspiran; 2) Es una doctrina evolutiva, dinámica y actual porque va extrayendo nuevas consecuencias de los principios teniendo en cuenta las realidades cambiantes de la problemática social; 3) Es obligatoria para los católicos como lo señala Juan XXIII en Mater et Magistra por ser “una parte integrante de la concepción cristiana de la vida».-

Valencia, España, mayo de 2025.

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