Cultura Católica

Las cuestiones centrales decididas en el Concilio de Nicea

Este año, la Iglesia celebra el 1.700 aniversario del Concilio de Nicea, que se sitúa en el centro de la fe cristiana: Jesús, el Hijo de Dios, ¿es una criatura de Dios, como sostiene Arrio, o Dios mismo, el único que puede salvar?

¡No se convoca el primer concilio ecuménico de la historia de la Iglesia para asuntos menores! En la época de los apóstoles, el Concilio de Jerusalén (Hechos 15) tuvo que resolver la cuestión decisiva de la admisión de cristianos procedentes del mundo no judío: no necesitaban circuncidarse ni obedecer la Ley de Moisés para ser cristianos. A partir del siglo II se celebraron numerosos concilios locales para resolver cuestiones de disciplina eclesiástica o puntos doctrinales en debate.

Graves disensiones doctrinales

NICEA,DESERT FATHERS

En el año 325, las persecuciones habían terminado. El emperador Constantino I había restablecido la paz política en el imperio. Pero se enteró de una grave disputa doctrinal entre el obispo de Alejandría y uno de sus sacerdotes, Arrio, que había estallado en 318. Un concilio local había sido incapaz de resolver la disputa.

El asunto cobró fuerza. El emperador quiso establecer la paz religiosa. Convocó un concilio ecuménico en Nicea, la actual Iznik (Turquía), que reunió a más de 300 obispos, la gran mayoría del imperio y el 90% de habla griega, así como diáconos, teólogos y filósofos, algunos de los cuales no eran cristianos. El emperador se encargaba de toda la logística. Los decretos debían ser conocidos y aplicados en todo el mundo habitado (oikumene).

Las cuestiones de disciplina canónica se abordaron en los 20 cánones promulgados. También estaba la cuestión de la fecha común de celebración de la Pascua para los cristianos: todos debían romper con la fecha de la Pascua judía, a la que se adherían algunas comunidades. La cuestión de la naturaleza divina del Hijo, rechazada por Arrio, ocupó la mayor parte de los debates.

«Consubstancial con el Padre»

Es el corazón de la fe cristiana lo que se pone en tela de juicio en esta confrontación, la salvación por Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre. ¿Es Jesús, el Hijo de Dios, una criatura de Dios, como sostiene Arrio, o Dios mismo, el único que puede salvar? Arrio niega la eternidad del Hijo, y hace de Él una criatura subordinada al Padre, para no ensombrecer la unicidad y divinidad de Dios.

Para expresar la unidad entre el Padre y el Hijo, la palabra clave «consustancial» (en griego homoousios) pretende ser explicativa: la palabra no añade ningún contenido al dato bíblico. Sin embargo, las palabras ousia y homoousios iban a generar largos debates. El sentido niceno de la palabra filosófica ousia (naturaleza, sustancia) se deslizó, por ejemplo en Basilio y Gregorio de Nisa, con el uso contrapuesto de la palabra hypostasis. Además, la herejía cristológica de Arrio, a la que se opuso Nicea, puso en tela de juicio la visión bíblica del ser humano y abrió la puerta a una posible herejía antropológica.

La autoridad del Concilio de Nicea

Reconoce a la Iglesia, reunida en concilio ecuménico, la facultad de precisar el contenido de la fe cristiana mediante una definición dogmática que manifieste los progresos realizados en la explicación de lo revelado. La fe es una verdad que hay que creer y comprender. Las grandes decisiones relativas a la fe deben tomarse en un concilio ecuménico, con representantes de toda la tierra habitada, y no de manera sectorial. La tensión entre lo local y lo mundial, entre el ecumenismo unificador y la legítima autonomía, sigue siendo una cuestión importante dentro de las Iglesias y entre ellas.

«Aunque hayamos pasado a una nueva era, seguimos necesitando reflexionar sobre la legítima autonomía de lo temporal y el lugar de la Iglesia en la sociedad civil».

El legado niceno incluye también la imbricación de los poderes político y religioso. Prueba de ello es el papel desempeñado por el emperador en la organización logística del acontecimiento y sus consecuencias. En el contexto de la época romana, la implicación de lo temporal con lo religioso era bastante habitual. Constantino la heredó.

Aunque hayamos pasado a una nueva era, aún debemos reflexionar sobre la legítima autonomía de lo temporal y el lugar de la Iglesia en la sociedad civil. Pero también nos corresponde interpretar por qué y cómo las esferas política y social se apropian regularmente de la figura de Cristo, incluso fuera de una referencia religiosa, otorgándole un papel derivado de su enseñanza (profeta, revolucionario). Esta popularización de Jesús es también una forma indirecta de borrar su identidad divina.

El precio de la unidad

Hubo dos concilios en Nicea

El Concilio de Nicea anatematizó a Arrio y formalizó la separación entre judíos y cristianos. Pero también sentó las bases para entablar un diálogo con las culturas contemporáneas, sobre todo en un mundo multicultural y multirreligioso. Nicea se vive en un contexto cristiano, pero se sitúa en relación con el judaísmo y las creencias de la Antigüedad. Contrariamente a la creencia popular, el judaísmo piensa en la corporeidad de Dios de muchas maneras diferentes. Una hermenéutica del Credo Niceno pone de relieve sus raíces en la Primera Alianza. Si la teología se desarrolla en el encuentro entre fe y cultura, esto no deja de tener implicaciones para el anuncio del Evangelio en nuevos contextos.

En la Roma del siglo V, el Concilio de Nicea se releyó para justificar el servicio universal de la unidad y la preeminencia de la sede apostólica de Roma en su relación con las demás sedes. Por su parte, Oriente subrayó que Nicea había permitido desarrollar y estructurar la conciliaridad y la colegialidad para reforzar la unidad de los cristianos. Esta doble recepción puede examinarse tanto en sentido ascendente como descendente.

En sentido ascendente, la práctica es heredera de las prácticas sinodales del siglo II, que se esforzaban por definir la fe común según criterios que siguen siendo pertinentes hoy para pensar en la unidad de la Iglesia.

En sentido descendente, Nicea puede inspirar hoy la investigación ecuménica, aunque también haya sido signo de contradicción en la historia de Oriente y Occidente. En efecto, la autoridad de Nicea es reconocida en el diálogo ecuménico, aunque no resuelva todas las cuestiones doctrinales que se plantearán posteriormente, incluida la del Filioque.

El Concilio trató de conjugar diversidad y unidad en los planteamientos culturales y teológicos de la fe cristiana. La persona de Jesús es el fundamento, la piedra angular de la Iglesia y de la unidad de los cristianos, que lo confiesan verdadero Dios, nacido de Dios y verdadero hombre.-

María Helena Robert – publicado el 20/05/25-Aleteia.org

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