Lecturas recomendadas

Dios en la Rutina

Hoy escribo para quien siente que su vida se ha vuelto demasiado ordinaria

Para quien lava platos, cambia pañales, atiende llamadas, llena formularios, maneja de un lugar a otro, y a veces se pregunta: ¿Dónde quedó Dios en todo esto?

El altar cotidiano

En mi tesis compartí una experiencia que me marcó:
Durante varios meses, trabajé acompañando comunidades obreras en los barrios populares de Maracaibo (Zulia).

No eran lugares de grandes milagros visibles.
Eran casas humildes, calles polvorientas, rutinas repetitivas.

Y sin embargo, algo se encendió en mí.
Aprendí que cada casa podía ser un altar.
Que el acto de tender una cama, preparar una arepa, secar el sudor de un hijo cansado – todo eso era oración.

No una oración de palabras, sino de gestos.
De presencia.
De amor encarnado en lo pequeño.


Dios entre platos y fregaderos

Hoy, cuando lavo los platos después de una comida silenciosa,
a veces me detengo.

La vela encendida cerca del fregadero.
La espuma en mis manos.
El agua que corre.

Y me doy cuenta: Dios no me ha dejado.
Simplemente está aquí, escondido en lo que repito, en lo que sostengo, en lo que sirvo sin aplausos.


Una oración para los que repiten

Señor del agua corriente y del pan de cada día,
hazme recordar que no hay tarea pequeña cuando se hace con amor.
Que el fregadero puede ser altar.
Que el cansancio puede ser incienso.
Y que en cada gesto simple, tú también resucitas.


Si esta carta te recordó que tu vida cotidiana también es sagrada, te invito a suscribirte a Susurros del Alma. Aquí celebramos la santidad escondida en lo diario.

Gracias por leer.
Gracias por vivir con fe las cosas pequeñas.
Gracias por dejarme susurrar.

– Ricardo

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