Testimonios

Guillermo Acedo Mendoza, in memoriam

Carolina Jaimes Branger:

En la vida hay personas que, tal vez sin buscarlo, dejan una huella imborrable en aquellos que tienen el privilegio de conocerlas. Guillermo Acedo Mendoza fue una de ellas. Su existencia fue un reflejo de virtudes que muchos deberían aspirar a emular.

Guillermo, desde muy joven, se distinguió por su honestidad y su trabajo incansable. Lo sé porque era amigo de juventud de mi mamá. Su ética laboral era admirada por compañeros y amigos, quienes reconocían en él a una persona íntegra, que siempre daba lo mejor de sí mismo. Para Guillermo, el trabajo no era sólo un medio para vivir, sino una oportunidad para contribuir a la comunidad y mejorar la vida de quienes le rodeaban.

El amor de Guillermo Acedo Mendoza por Venezuela fue una de las características más definitorias de su vida. Este amor no solo se manifestaba en su orgullo por la identidad venezolana, sino también en su deseo de contribuir al bienestar de su comunidad y su patria.

Hay una historia que me encanta, de una vez -creo que en los años setenta- cuando participaba en un foro empresarial en los Estados Unidos. Entiendo que hubo algo de tensión en las discusiones y a la salida de la reunión, un periodista americano, con una buena dosis de cinismo, le preguntó: “Doctor Acedo, ¿desde cuándo no hay un golpe de Estado en su país?”… Guillermo no se inmutó. Se le quedó viendo y con su habitual suavidad al hablar le respondió: “pues fíjese que desde varios años antes de que ustedes mataran a un presidente”.

Demás está decir que puso fin a la ronda de preguntas.

Guillermo Acedo Mendoza, in memoriam

Yo conocí a Guillermo como el papá de mi amiga Ana Teresa. Siempre cariñoso, pero a la vez estricto. A sus cuatro hijos, junto a su esposa Anita Vaamonde, los educó en valores en los que prevalecieron la honestidad, la decencia y el trabajo. Guillermo el padre, el esposo, el hijo, el abuelo y más tarde el bisabuelo, encarnó el amor y la dedicación. Siempre estuvo presente para su familia, para quienes brindó apoyo incondicional y entendimiento.

Su rol como cabeza de hogar se basó en valores de justicia y equidad, enseñando a sus hijos la importancia de ser responsables y respetuosos.

Y todos han hecho honor a su legado.-

 

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