¿Cómo tomar decisiones?
¿Cómo tomar decisiones democráticas? ¿cuál debía ser la forma para lograrlo?

Gloria Cuenca:
El tema del artículo fue apasionante siempre: la toma de decisiones. Hace años, al cursar el doctorado en Ciencias Políticas en la UCV, conocí a una extraordinaria profesora: la Dra. Julia Barragán. Ella se interesaba por un problema específico, la toma de decisiones en la acción política. Fue exiliada por la dictadura argentina, le atraía sobre manera la cuestión de la toma de decisiones. La pregunta que se formuló fue: ¿Cómo tomar decisiones democráticas? ¿cuál debía ser la forma para lograrlo? Nos incentivó mucho; y, en lo particular realicé investigación en los sectores universitarios, aquí en Venezuela y en Ecuador, para saber, efectivamente, ¿cómo se toman las decisiones? El punto es que, hay decisiones íntimas, personales, profesionales y sociales, también incluye decisiones políticas. ¿Será que se pueden tomar decisiones individualmente, con democracia o sin ellas; en otras ocasiones, esa misma persona, lo hace de manera autoritaria? Esto nos llevaría a una disociación ética. Se vuelve un problema. Las consecuencias, sin duda graves para el tomador de decisiones, en primer lugar y por supuesto, para quienes deben atender a la orden de quien haya tomado la decisión. Realicé una investigación al respecto, con una muestra pequeña, en la UCV. La misma aparece en un folleto de la Colección Apuntes de la Escuela de Comunicación Social. Nº 30. (Caracas, 1990), denominado “Democratización del Poder Cotidiano”. Está claro que, la forma cómo se toman decisiones es parte de la necesidad democratizadora. Vivíamos en democracia, fines de la década de los 80 y comienzos de los 90, en crisis, convulsionada, sin embargo, democracia, al fin y al cabo. Nada de este disparate, entre anárquico y totalitario, una especie de desastre continuado, al que nos ha llevado el socialismo del siglo XXI. En aquel momento el tema tuvo de inmediato resonancia. En investigación realizada en la Universidad de Machala, en Ecuador, dirigida por el Dr. Daniel Pietro Castillo, (1) donde participé, abordamos la cuestión, para conocer efectivamente, ¿Cómo se tomaban las decisiones? Con sorpresa descubrimos, en esa universidad, lo que ocurría en la práctica. La acción, la decisión quedó inmóvil, estática, por así decirlo. Existía en algún departamento o instancia universitaria, una parálisis, (decidimos llamarlo “bolsones de poder”) intentando explicar lo que ocurría. En esas instancias se “trancaban las decisiones”, y también dejaba de fluir el flujo comunicacional y el informativo. Ocurría que, algún directivo: decano, director, coordinador y, podía ser hasta una secretaria con muchos años de servicio, estuviera al tanto o interesado en el hecho, comenzaba a “torpedearlo” para que, no llegara a los departamentos o instancias necesarias. Se descubrió, se retardaban, -a veces desaparecían- pagos, expedientes, trabajos de ascensos, peticiones, órdenes de diversos tipos, oficios importantes, entre otros aspectos. Nos dimos cuenta: era una forma de obstaculizar la democracia al interior de universidades autónomas. Con consecuencias para el personal docente básicamente, y también el administrativo.
Investigamos y analizamos la posibilidad, específicamente, dentro del régimen democrático. Autoritarismo y personalismo, también el caciquismo, subsisten como remanentes de épocas autoritarias, en proceso de cambio. Predomina en América Latina, frecuentemente, gobernada por dictaduras de diversos tipos. Inunda a la nación, la imperiosa necesidad y la trascendencia de democratizarse. ¿Será posible? ¿A pesar del autoritarismo reinante, se tomarán algunas decisiones de forma democrática? El progreso no es lineal, sino en forma de espiral. Hay un retroceso socio político, sin embargo, se avanza en búsqueda del desarrollo progresivo y necesario. La democracia, al ser comprendida, atendida, asumida y procesada educativamente, requiere de tiempo. Hay qué, asimilarla y metabolizarla, lo que no es sencillo, ni fácil. Especialmente, cuando se sabe que la democracia es lenta y los participantes en esa toma de decisión tienen que ser tolerantes, aceptantes y verdaderamente demócratas. Saber manejar adecuadamente condiciones democráticas con compromiso es fundamental; no es una sola voz, son muchas voces, todos pueden expresar su complacencia o, desaprobación, se escuchan y participan sin temor. En otras oportunidades hemos hablado del “espacio de convivencia” que dará origen al “espacio seguro”. En democracia hay respeto por la opinión del otro.
La educación democrática de la que los venezolanos estábamos orgullosos, ha dejado huella en numerosos compatriotas. Se ha demostrado, en la lucha desarrollada en estos 26 años, y con la emigración de más de 9 millones de ciudadanos, en busca de un bienestar, inexistente en el país. Muchos han aceptado la situación; algunos conformes con el estado de cosas. También buscan acomodo de cualquier manera, siguen procurando bienestar. Hay sometidos ideológicamente al estado de cosas. No hablo de “utilitaristas”, ni de aprovechadores circunstanciales, sin ideología, afectos a la buena vida y al dinero, sin normas éticas, menos con valores. Me refiero a gente pensante y preparada, deseosa del crecimiento humano, de su desarrollo y progreso. No se encuentran, tristemente, esas personas, al mando de este país, en situación de lograr ese cambio democrático, pedido, exigido, asumido y decidido, mediante votación el 28 de julio del pasado año. Seguramente, Dios Misericordioso, se apiadará de nosotros y lograremos la democracia y la libertad, tan largamente esperada, luchada y deseada. Insistiré en el tema.-
- Ver al respecto “Diagnóstico de las Comunicaciones”. Editorial Ciespal. Coordinado por el Dr. Daniel Pietro Castillo. 1992