Iglesia Venezolana

Propuestas ante la canonización

En lo concerniente al país, urgir la refundación nacional planteada no hace mucho por nuestro Episcopado ante la grave y global crisis de la República

 

Mons Ovidio Pérez Morales:

La canonización de los dos primeros santos venezolanos, José Gregorio Hernández y Carmen Rendiles, cabe dentro del concepto griego de kairós, momento oportuno.  Es la razón de la siguiente tríada de propuestas, dos para la Iglesia y una para el país.

En lo tocante a la Iglesia, destacar el marco fundamental doctrinal, trinitario-cristológico de la canonización y popularizar ampliamente el himno a la patrona de Venezuela, Salve aurora jubilosa. En lo concerniente al país, urgir la refundación nacional planteada no hace mucho por nuestro Episcopado ante la grave y global crisis de la República.

1.La canonización exige integrar adecuadamente el culto a los santos en el conjunto doctrinal y pastoral de la Iglesia. Lo exige la débil formación del pueblo católico en materia de fe. Es preciso destacar la jerarquía de verdades y prácticas, cuya observancia asegura una recta inteligencia de lo que se cree y una coherente expresión religiosa, con lo cual también se preserva de errores y deformaciones. El tesoro de la religiosidad o piedad popular está siempre amenazado por desviaciones y sincretismos que contaminan la verdad y favorecen devociones inconvenientes y dañinas. La doctrina cristiana tiene un eje articulador (núcleo, centro): la fe en el Dios Unitrino revelado por Jesucristo y en éste como Salvador. Es lo que planteó públicamente san Pedro el día de Pentecostés (Hechos 2), iniciando así la misión evangelizadora de la Iglesia en el mundo. Los santos canonizados son propuestos como modelos de fe y de obediencia a Dios, practicantes ejemplares del mandamiento máximo del amor, al tiempo que intercesores valiosos en el peregrinar hacia lo definitivo celestial. La referencia a la Trinidad y Cristo Salvador constituye lo fundamental en lo doctrinal y práctico de los cristianos. Un símbolo, en creciente difusión actualmente, es de patente ayuda al respecto: la Cruz Trinitaria, que conjuga lo trinitario (triángulo) y cristológico (cruz) en estrecha e indivisible unidad; dicho símbolo viene a llenar un gran vacío en una cultura como la contemporánea, doblemente simbólica.

2.El himno Salve aurora jubilosa, por cierto muy bello y bien vibrante, se identifica como expresión mariana nacional. La canonización es ocasión favorable para difundirlo en cobertura y frecuencia, como signo de la unidad católica venezolana. Nuestra Iglesia ha tenido en el culto a la Madre de Jesús un firme apoyo a la fe en Dios y la adhesión a Cristo, a través de una historia bastante convulsionada y en no pocos tiempos con notables carencias de pastores y apoyos institucionales, junto a medidas políticas discriminatorias y el fuerte influjo de círculos ilustrados contrarios o nada favorables. La Virgen de Coromoto como símbolo de una Iglesia en renovación estimulará también a construir una nueva sociedad, libre, justa y fraterna. El canto en su honor será en este sentido un permanente recordatorio.

3.El tercer punto tiene que ver con el conjunto del país. Se trata de la refundación nacional, a la cual han convocado los Obispos en repetidas ocasiones. Ya en Exhortación de enero de 2021, ante la beatificación próxima de José Gregorio, la estimaron como “hermosa ocasión” para “refundar a Venezuela con los principios de nacionalidad inspirados en el Evangelio”; en esa oportunidad los Obispos denunciaron, entre otras cosas, el modelo de corte totalitario impuesto por el Régimen, el desconocimiento de derechos humanos y el aumento de la migración forzada; subrayaron la necesidad de un “cambio radical en la conducción política”. Sobre la refundación con “una verdadera la participación de todos los ciudadanos” se volvió con insistencia en julio siguiente. Es un tema que está sobre el tapete; la crisis se ha agudizado. No es del caso aquí entrar en particulares de la refundación, cuya necesidad acontecimientos como el del 28 de Julio del ´24 han puesto de relieve.

Lo cierto es que la canonización es un innegable y desafiante kairós. Fiesta también liberadora y unificante en perspectiva evangélica.  

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