Iglesia Venezolana

Emprender nuevos caminos

En Venezuela tenemos que hablar con claridad y actuar con coherencia. La conciencia cristiana de la gran mayoría debe rechazar el ocultamiento de la realidad, pues no se puede dar tratamiento adecuado a una enfermedad nacional ocultando lo que es evidente

P. Luis Ugalde, sj:

 

Recientemente los obispos de Cuba con voz serena y sin estridencias repiten lo que escuchan decir a la gente “que no podemos seguir así, que hay que hacer algo para salvar a Cuba y devolvernos la esperanza”. Es una invitación a todos, “pero fundamentalmente a los que tienen responsabilidades más altas a la hora de tomar decisiones para el bien de la nación”.

Pero no es tarea solo para el gobierno, aunque éste domine todas las instituciones y la vida social, sino que “la diversidad de puntos de vista es una necesidad y una riqueza cuando se busca el interés más grande de la patria, por encima de los intereses particulares”. Tomamos de los obispos cubanos algunos párrafos sobre la grave situación:

–        “La cotidianidad obliga a la búsqueda afanosa de los bienes primarios, la falta prolongada de corriente eléctrica afecta al descanso y paraliza el estudio y el trabajo; las familias se fragmentan cada vez más por la emigración creciente, y el desencanto y la apatía se apoderan de tantos agobiados por la repetición de promesas que no se concretan nunca… cuando todo eso nos invade el alma, el horizonte de la esperanza se desdibuja y la tristeza se apodera de nuestro corazón”.

–        “Somos conscientes que el mensaje de esperanza se enfrenta con el enorme desafío que representan las innumerables situaciones de dolor, guerras, desigualdades e injusticias que vemos en el mundo. También entre nosotros son muchos los que viven desesperanzados, aprisionados por la incertidumbre y la confusión entre un presente dramático y un futuro que no se acaba de ver con claridad, porque se tiene la impresión de que hemos perdido los resortes, el dinamismo y la voluntad para cambiar las durísimas condiciones de vida del pueblo”.

–        “El bien común parece cada vez más lejano de tantos hermanos nuestros, sobre todo los pobres, los ancianos solos y abandonados, los que duermen o deambulan por las calles, lo que buscan diariamente en los contenedores de basura, los que no logran dormir en las interminables noches de apagón, los padres de familia agobiados por el futuro incierto que vislumbran para sus hijos, los que están resentidos o rotos y se vuelven cada vez más violentos, los que no sienten que  pueden expresar libremente sus convicciones, los que se enrolan en el alcohol, drogas y otras adicciones, carentes de amor y vacíos de esperanza”.

–        “En todos los lugares de la geografía nacional, para los oídos atentos y respetuosos del sufrimiento del prójimo se escucha continuamente que las cosas no están bien, que no podemos seguir así, que hay que hacer algo para salvar a Cuba y devolvernos la esperanza”.

–        “Con la fuerza del amor que profesamos por Dios y por Cuba, queremos dar una palabra de aliento: ¡No tengamos miedo de emprender nuevos caminos!

–        “¿Cómo revitalizar la esperanza de tantos cubanos?”

–        “Es una pregunta que reclama el concurso y la responsabilidad de todos los hijos de esta tierra, sin exclusiones ni respuestas preconcebidas o ideológicas”.

–        “La diversidad de puntos de vista es una necesidad y una riqueza cuando se busca el interés más grande de la patria por encima de los intereses particulares”. El único deseo de la Iglesia es: “servir al bien común de la patria, estimulando la escucha respetuosa de todos los que, amando la tierra donde han nacido, desean aportar, con sus competencias y potencialidades, a la construcción de una nación más próspera, justa y feliz.”

–        “La verdad es que las ideologías poco sirven y que hay que escuchar la cruda realidad del sufrimiento de la gente y abrir puertas y esfuerzos a soluciones reales”. Por eso:

–        “La Conferencia de Obispos Católicos de Cuba urge que “dejando a un lado resistencias, desconfianzas y temores, seamos capaces de abrir para este pueblo nuestro, la puerta luminosa y bella de la esperanza”.

–        Este cuadro de carencias, pobreza y desesperanza refleja también la situación de Venezuela con salarios e ingresos que a la mayoría no le permiten atender sus necesidades familiares fundamentales.

–        Es indispensable que el gobierno no se engañe sobre la dramática realidad de Venezuela, ni con discursos fuera de la realidad, trate de engañar a la población que sufre fuertes creencias inocultables.

–        En Venezuela tenemos que hablar con claridad y actuar con coherencia. La conciencia cristiana de la gran mayoría debe rechazar el ocultamiento de la realidad, pues no se puede dar tratamiento adecuado a una enfermedad nacional ocultando lo que es evidente.

–        Próximamente se reunirá la Conferencia Episcopal Venezolana, que siempre se inicia con una mirada valiente a la realidad del país. Venezuela es un país herido y despojado como en la parábola del Buen Samaritano en la que Jesús nos presenta a un hombre que cae en manos de salteadores que lo deja medio muerto. Necesitamos la llamada nítida y urgente de los Obispos para que todos, personas e instituciones nos pongamos de pie para “emprender nuevos caminos”, como dicen los obispos de Cuba. Queremos que luego de 66 años Cuba abra las puertas al cambio constructivo y Venezuela no se cierre en un callejón sin salida.-

Caracas, 27 de junio de 2025

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