Opinión

Entrega de las Firmas (1)

Las Crónicas de 26 años

El autor describe y narra el ambiente que se vivía en Caracas en la víspera de cumplirse la mitad del mandato de Chávez Frías, un día antes de entregar las firmas para solicitar la revocatoria de su mandato

 

Ismael Pérez Vigil, Politólogo :

 

En sucesivas crónicas he descrito las peripecias para recoger las firmas para revocar el mandato de Chávez Frías en 2004, el proceso de validarlas o de «repararlas», las distintas actividades −marchas, concentraciones, etc. − para apoyar ese proceso, lo ocurrido el día de la votación y los resultados. Falta, para concluir este episodio, narrar la épica de la entrega de las firmas al CNE, una vez cumplida la mitad del periodo presidencial; es lo que haré en esta oportunidad. El título original de este escrito fue «De la noche al día…», pues narra lo ocurrido la noche anterior, 19 de agosto, a la entrega de las firmas, y lo ocurrido el día 20, en el que se llegaba a la mitad del periodo presidencial −que relataré en la próxima entrega−, fecha a partir de la cual, según establece la Constitución, se puede solicitar la revocatoria del mandato. Como las veces anteriores, me basaré en un relato de esos días, de agosto de 2004, al que de ser necesario haré algunos retoques para que se entiendan algunas cosas, que indicaré en letra cursiva y entre paréntesis.

El ánimo es el mismo de los relatos anteriores: describir lo ocurrido para conocimiento de los más jóvenes o que aún no habían nacido, y recordar a todos los que participaron en ese proceso, para evitar que el olvido sepulte todo lo hecho en los últimos 26 años.

De la noche al día…

(Texto original del 20 de agosto de 2003)

La Noche…

Martes 19 de agosto, 9 p.m. Iniciamos el recorrido en Las Mercedes, en el este de Caracas, antigua y otrora elegante urbanización de la ciudad, hoy convertida en gigantesco centro comercial y asiento de muchos y buenos restaurantes y locales de diversión nocturna, donde abunda la presencia de los jóvenes, sobre todo a partir de los viernes. Desde hace muchos años, Las Mercedes es centro de todas las celebraciones donde la gente quiere expresar públicamente su alegría o celebración por algo. No estaba tan concurrida como en un fin de semana, pero era evidente que la gente estaba en la calle en mayor número de lo usual para no ser fin de semana, esperando por algo. Era obvio que quienes esperaban, para celebrar, eran los opositores del Gobierno de Chávez Frías; esperaban la llegada de la mitad de su término, que abre las posibilidades de solicitar la revocatoria de su mandato.

 

De Bello Monte al Nuevo Circo

Iniciamos nuestro recorrido hacia el oeste de la ciudad. Tomamos la vía de Bello Monte, paralela al río Guaire, y en la Plaza Diego Ibarra de Colinas de Bello Monte, justo al lado de la sede de la Alcaldía de Baruta, nos encontramos con la primera aglomeración opositora. En la hoy bien iluminada plaza, adornada con esculturas de Campos Biscardi, unas quinientas personas con cacerolas, pitos y banderas esperaban la cuenta regresiva de las doce de la noche para celebrar la llegada del 20 de agosto. Continuamos por la Avenida Principal hasta Santa Mónica, donde vimos apenas algunos grupos dispersos de opositores aireando banderas y «caceroleando»; enfilamos hacia la Plaza La Bandera y de allí subimos hacia el centro de la ciudad por la Avenida Fuerzas Armadas.

Al llegar a las inmediaciones del Nuevo Circo vimos mucha gente en las calles, más de lo usual para la hora, casi las 9:30 p.m., y la explicación vino en el acto: los partidarios del Gobierno tienen cerrada la Avenida Bolívar, bien para celebrar los tres años de Gobierno de Chávez Frías, o para impedir que la marcha opositora, programada para el día 20, tome esta vía para llegar al CNE a entregar las firmas solicitando la revocatoria del mandato del presidente Chávez Frías. En cualquier caso, el congestionamiento de tráfico es enorme durante el día y las peripecias que tienen que pasar los peatones en la noche para buscar medios alternativos de transporte que suelen salir de las inmediaciones del Nuevo Circo, ahora interrumpidas por el cierre de la Avenida Bolívar, es peor aún y eso explicaba la aglomeración de personas a estas horas ya tardías.

Por la Avenida Sucre hasta la Plaza Catia.

En la Avenida Universidad cruzamos a la izquierda y subimos hacia la Urdaneta, después de pasar el Palacio Legislativo, dejando atrás la Casa Amarilla hasta llegar a la esquina de Carmelitas, donde cruzamos a la izquierda. Ya en el semáforo vimos lo que parecía el inicio de una caravana de partidarios del Gobierno, que al final no fueron sino unos pocos vehículos que cruzaron junto con nosotros hacia la izquierda y pasamos frente al Puente Llaguno, escenario luctuoso de los sucesos del 11 de abril de 2002, desde donde dispararon sobre una marcha opositora, ocasionando la muerte de varias personas. Continuamos la vía y pasamos frente a Miraflores, cuyo inquilino, el presidente Chávez Frías, está de viaje por Argentina. La pequeña caravana oficialista cruzó a la izquierda, frente al Arco de la Federación, hacia El Silencio, y nosotros seguimos por la Avenida Sucre hacia Catia.

El mismo cuadro: mucha gente caminando, muchos negocios todavía abiertos, grupos de personas en la parte baja de los edificios, pero no había ninguna manifestación o demostración, ni a favor ni en contra del Gobierno. También, al igual que por el Nuevo Circo y la Avenida Universidad, los montones de basura apilados en las calles dan un espectáculo deprimente y grotesco. Llegamos finalmente a la Plaza Catia, siempre animada y concurrida; nos metimos por entre las calles aledañas a la plaza: el mismo paisaje, menos gente que en la plaza, menos iluminación y más basura. Tomamos la vía hacia la autopista y una vez en ella, nos enrumbamos hacia Caricuao.

En Caricuao

Subimos hacia la UD 4. En contraste con El Silencio, la Avenida Sucre y Catia, había poca gente por las calles. La realidad es que la jornada de trabajo del «día siguiente» siempre empieza muy temprano en esta laboriosa parroquia caraqueña. Los habitantes de Caricuao, aún hoy en día con el Metro, comienzan su «día» todavía de noche; muy temprano, en la madrugada, se ven las calles abarrotadas, incluso de pre-escolares cuyos padres los tienen que sacar «amanecidos» de sus casas para dejarlos antes de las 7 a.m. en algún centro educativo o guardería, para continuar en Metro o transporte público hacia sus trabajos. Cualquiera que salga de Caricuao después de las 6 a.m. no llega a ninguna parte antes de las 8 a.m.

Subimos por la primera entrada de la UD4 y en búsqueda de nostalgias −viví allí un par de años− entramos en la Primera Terraza, la Terraza I, o conjunto Conagua; recorrimos los predios de sus inmensas torres y continuamos subiendo, hasta el próximo cruce, donde decidimos volver a la Avenida Principal, muy cerca del Zoológico y el gran Centro Comercial donde llega una de las paradas del Metro. Algo más de gente, pero nunca en los volúmenes de El Silencio y Catia. Llegamos casi hasta el final de la vía, al comienzo de La Haciendita y emprendimos el regreso, buscando la autopista.

Por Montalbán y El Paraíso

Nos salimos en el distribuidor de la UCAB, para pasar frente a Montalbán y la Avenida Páez de El Paraíso, esperando encontrar algo más de manifestantes en pro o en contra del Gobierno; pero tampoco tuvimos esa suerte, ni en Montalbán ni en El Paraíso, así que después de pasar la Plaza Madariaga, sede de la Guardia Nacional y polémico punto de concentración para la marcha de la oposición al día siguiente, tomamos rumbo hacia Quinta Crespo. Pasamos por los laterales de RCTV, donde lucían los grafitis en contra de los directivos del canal, y tomamos la Avenida Baralt en dirección al norte, camino a la Cota Mil. Nuevamente pasamos por el Puente Llaguno, esta vez por debajo, y había el mismo número de personas que una hora antes, unas dos docenas. Dejamos atrás el edificio del TSJ y tomamos la Cota Mil.

 

Rumbo al Este por la Cota Mil

Bajamos de la Cota Mil por Los Chorros, tomamos la Rómulo Gallegos y nos adentramos algo en Los Palos Grandes. El «paisaje citadino y humano» no solo cambió de aspecto, sino de humor y expresión. Adelantos de cohetes, grupos de manifestantes, automóviles con banderas e inmensos ¡SÍ! (El «Sí» era el lema para solicitar el revocatorio de Chávez Frías), etc. Decidimos tomar rumbo hacia la Avenida Victoria y la Plaza La Candelaria, donde según la radio había habido problemas entre los manifestantes y la policía. Pero antes, hicimos un corto desvío por El Pedregal, cruzamos por una de sus entradas y bajamos por la calle La Manguera, donde los vecinos recogían ya las sillas, mesas y propaganda por el ¡SÍ! y se disponían, probablemente, a irse a sus casas o dirigirse hacia el distribuidor de Altamira donde se haría la gran concentración a las 12 de la noche.

La Candelaria y Avenida Victoria

Tomamos rumbo hacia La Candelaria, la pasamos por la Avenida Urdaneta, en dirección al este −mucha gente en la plaza−, algunos con cacerolas y banderas, pero no vimos signos de la violencia que había anunciado la radio. Continuamos por la Andrés Bello y bajamos por Maripérez buscando la autopista para salir por la Avenida de Los Estadios, tomar el Paseo de Los Ilustres para ir hacia la Avenida Victoria, donde sí escuchamos por la radio las declaraciones de los vecinos y del jefe de la policía explicando por qué habían agredido a los manifestantes. Según el jefe de la policía, porque los manifestantes los habían atacado con armas de fuego; curioso, un reportero preguntó si se refería a las ollas que tenían algunas señoras. «No», por supuesto, dijo el jefe policial, y explicó que los vecinos de esa zona eran muy «problemáticos» y siempre querían interrumpir el tráfico y ellos tenían que mantener las calles despejadas. (Nadie ha logrado explicar todavía por qué los partidarios del Gobierno sí pueden cerrar la Avenida Bolívar y los de la oposición, en la Avenida Victoria, son reprimidos con gases lacrimógenos si intentan obstruir, aunque sea mínimamente, el tráfico).

Recorrimos toda la Avenida Victoria y en sentido este-oeste lo primero que nos encontramos fue con dos grupos de policías del Municipio Libertador, armados de escopetas y movilizados en moto. Más de treinta motos llegamos a contar. No veíamos vecinos por ninguna parte, salvo en las entradas de algunos edificios, y pensamos que ya habían sido dispersados. Sin embargo, hacia la mitad de la Avenida, del lado izquierdo en dirección este-oeste, había un grupo numeroso, «fieramente» armados de ollas, pitos y banderas y que en actitud evidentemente «violenta» y desafiante «caceroleaban» y flameaban las banderas hacia una avanzada de la policía que estaba al otro lado de la calle. Supusimos que esos debían ser los «agresivos» vecinos que, en cualquier caso, era evidente que no pensaban dejar su esquina. Dimos la vuelta al final de la avenida para regresar por la misma vía y al pasar por donde estaban los piquetes de policía observamos que comenzaban a marcharse. Era evidente que consideraban «controlada» la situación o que consideraban que los «agresivos» vecinos de la Avenida Victoria no tratarían de interrumpir de nuevo el «pesado tráfico» de las 11 p.m.

Regreso Abarrotado

Un poco frustrados por la falta de multitudes en las calles, festejando a favor o en contra del arribo de la mitad del periodo presidencial, tomamos rumbo hacia el Distribuidor Altamira. Pasamos nuevamente por la alegre Plaza Diego Ibarra de Colinas de Bello Monte, donde era evidente que los vecinos permanecerían allí hasta la medianoche.

Llegamos al distribuidor El Ciempiés y entramos en la autopista Francisco Fajardo en dirección a Petare. Apenas logramos pasar unos 200 metros del CCCT y tuvimos que continuar caminando. Allí sí había una multitud difícil de calcular por lo irregular del cierre de la vía y la cantidad de automóviles en la propia autopista. Pero si del CCCT al distribuidor Altamira hay poco menos de un kilómetro, es fácil suponer que podría haber allí unas 100 mil personas. De lo que no cabe duda era del ambiente de euforia pro ¡SÍ!; era ya casi la medianoche y al poco tiempo empezaron los fuegos artificiales. Subimos hacia el puente de la salida hacia Altamira, para intentar tener una visión periférica de la ciudad, por lo menos hacia el sureste. A los del distribuidor acompañaban fuegos artificiales desde diversos puntos de Caracas: desde El Marqués, Caurimare, las diferentes urbanizaciones de El Cafetal, Chuao, Lomas del Mirador, Las Mercedes y Colinas de Bello Monte, y en la distancia era fácil suponer que los más lejanos eran de Cumbres de Curumo y las otras urbanizaciones del sur, probablemente la muy activa Santa Fe.

Conclusión

Hasta casi las 12:30 a.m. duraron los fuegos artificiales y finalmente nos retiramos casi a la 1 a.m., con un cierto pesar por el contraste entre las dos mitades de la ciudad. Lo festivo y animado del este, lo callado del oeste; y queda la reflexión y la pregunta: ¿Será que no hay allí nada que celebrar o que hay temor de hacerlo y no se gastará pólvora en «fuegos artificiales»?

 

Conclusión Actual

Hasta aquí el relato de la noche, víspera de la entrega de las firmas; continuaré la próxima semana con lo ocurrido el 20 de agosto, fecha en que se cumplió la mitad del periodo presidencial de Chávez Frías y en la cual se entregaron las firmas para solicitar la revocatoria de su mandato. Espero reflejar la movilización ciudadana y el ambiente que se vivía en esos días.-

Imagen referencial: The New York Times

28 de junio de 2025

https://ismaelperezvigil.wordpress.com/

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