Argüello: la sociedad rechaza la corrupción política pero asume la antropológica
El arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Monseñor Luis Argüello, ha publicado en la red social X una reflexión sobre la corrupción en sus distintas formas, estableciendo una distinción entre la corrupción política, que es rechazada y la «corrupción antropológica», que es socialmente aceptada

El texto alude a una transformación cultural que, según Mons. Argüello, ha normalizado prácticas contrarias a una visión integral del ser humano. A diferencia de la corrupción política, habitualmente rechazada por la opinión pública, la llamada corrupción antropológica es asumida socialmente, pese a sus implicaciones en el plano moral y educativo.
Corrupción como estado habitual
En la tradición moral de la Iglesia, el término «corrupción» no se limita a actos puntuales, sino que puede designar una disposición estable del alma o del cuerpo social. Esta idea está presente en la teología de san Agustín y en la doctrina moral de santo Tomás de Aquino, quien distingue entre el pecado ocasional y el hábito vicioso. En esas circunstancias, una sociedad puede llegar a vivir en un estado permanente de desorden moral que ya no percibe como tal.
Partiendo de ello el prelado advierte sobre una forma de corrupción que afecta a la comprensión del ser humano y de su vocación relacional. Señala tres fenómenos sociales ampliamente extendidos:
- La separación entre sexo y género, entendida como ruptura entre la realidad biológica del cuerpo y la identidad personal subjetiva.
- La disociación entre sexualidad y amor, al desvincular el ejercicio de la sexualidad de un vínculo estable y comprometido entre personas.
- La ruptura entre sexualidad, amor y procreación, que fragmenta los fines unitivo y procreador del acto conyugal, tal como son enseñados por la Iglesia.
Doctrina de la Iglesia
Según enseña la Biblia y la Iglesia, el ser humano ha sido creado por Dios como varón o mujer (Génesis 1,27) y que esta diferencia sexual forma parte del designio divino. En el documento Varón y mujer los creó (Congregación para la Educación Católica, 2019), se advierte contra las teorías de género que separan la identidad sexual del cuerpo. Del mismo modo, en Humanae vitae (1968), san Pablo VI reafirma que la sexualidad humana está orientada de forma inseparable a la expresión del amor conyugal y a la apertura a la vida. Esta enseñanza ha sido vuelta a exponer posteriormente en Familiaris consortio y Veritatis splendor.
Por tanto, toda ruptura entre estas dimensiones es un desorden objetivo, aunque la gravedad de la responsabilidad moral personal puede depende de varios factores, como reconoce el propio Catecismo de la Iglesia Católica.-
(InfoCatólica)