El cardenal Porras en el Centenario del Banco Mercantil
"Que consoliden ustedes, más allá de lo publicitario, los cuatro pilares sobre los que se basa el quehacer de la institución: Compromiso, es el discernimiento permanente sobre lo que se hace. Integridad, cómo se hace porque no todas las maneras de hacerlo es necesariamente la más adecuada. Emprendimiento, la capacidad permanente de inventiva, de reiniciar y no quedarse anclado en lo que hacemos así sea bueno. Y, Norte, a dónde vamos: ¿cuál es el país, la sociedad a la que intentamos servir más que servirnos de ellos?"

HOMILÍA DEL CARDENAL BALTAZAR PORRAS CARDOZO, EN EL CENTENARIO DEL BANCO MERCANTIL. Caracas, 8 de julio de 2025.
Muy apreciados amigos:
Felicito la iniciativa de celebrar el centenario de la fundación del Banco Mercantil con esta Eucaristía. Se apropian ustedes de las palabras del salmo 16: “A ti, Señor, elevo mi voz, pues sé que me respondes. Atiéndeme, Dios mío, y escucha mis palabras; muéstrame los prodigios de tu misericordia, pues siempre estás cerca de los que acuden a ti”.
La historia de las instituciones públicas y privadas en Venezuela no es pródiga en celebrar centenarios. La “mortalidad infantil y juvenil” de muchas de ellas así lo indica. La banca no es una excepción. Cuántos nombres de flamantes iniciativas en este campo dejaron de existir a los pocos años de su creación. Es asunto que vale la pena reflexionar pues que el Mercantil llegue a edad centenaria, más aún que motivo de sano orgullo, debe ser motivo de discernimiento responsable como fidelidad creadora, para escudriñar en los valores que le han dado larga vida.
Es permanente la tentación de atribuirnos los éxitos de nuestro propio esfuerzo, de las capacidades y visión que nos llevan a afrontar el entorno con creatividad en medio de escenarios que se antojan contrarios. Es cierto que el empeño y la pericia personal o de un grupo tienen un valor indiscutible. Pero es bueno no olvidar que la fragilidad humana es parte integrante de nuestra existencia para verla no como una carencia de la que hay que huir; al contrario, como una fortaleza, pero no creyéndonos prometeos invencibles, pues la historia abunda en grandes poderosos que cayeron débiles ante otros más fuertes o más astutos, ser novedosos por la creatividad, eficientes por la constancia, eficaces por la coherencia, justos y solidarios por la convicción y el servicio.
Necesitamos descubrir valores que están más allá de nosotros, en la trascendencia, en lo alto, en las necesidades ajenas de los seres humanos y las posibilidades del entorno social y ecológico en el que nos movemos. Papa Francisco, en Fratelli tutti nos advirtió que “la igualdad tampoco se logra defendiendo en abstracto que todos los seres humanos son iguales, sino que es el resultado del cultivo consciente y pedagógico de la fraternidad. Los que únicamente son capaces de ser socios crean mundos cerrados. ¿Qué sentido puede tener en este esquema esa persona que no pertenece al círculo de los socios y llega soñando con una vida mejor para sí y para su familia?” (n.104).
Celebrar un centenario nos obliga, por tanto, a hacer memoria agradecida, ver hacia atrás, al pasado que edificaron otros y del que somos, querámoslo o no, herederos, pero con la obligación de seguir multiplicando los beneficios, teniendo en cuenta que son los otros, los de la “acera de enfrente” como gustaba decir al Papa Francisco, los que le dan sentido al presente como escenario para construir el futuro deseado o soñado con esperanza.
Recientemente el Papa León al recibir a un grupo de hombres públicos se refirió “a su responsabilidad de promover y proteger, independientemente de cualquier interés particular, el bien de la comunidad, el bien común, defendiendo especialmente a los vulnerables y marginados. Esto significaría, por ejemplo, trabajar para superar la inaceptable desproporción entre la inmensa acumulación de las riquezas concentrada en manos de unos pocos y los pobres del mundo (cf. León XIII, Carta encíclica Rerum Novarum, 15 de mayo de 1891, 1). Los que viven en condiciones extremas claman para que se escuche su voz y, a menudo, no encuentran oídos dispuestos a escuchar su súplica. Este desequilibrio genera situaciones de injusticia persistente, que fácilmente conducen a la violencia y, tarde o temprano, a la tragedia de la guerra. Una política sana, en cambio, al promover la distribución equitativa de los recursos, puede ofrecer un servicio eficaz a la armonía y la paz, tanto en el ámbito nacional como en el internacional”. Esto no debe ser escuchado como exhortación piadosa y hasta ingenua, sino como recuerdo interpelante, exigente, motivador, orientador de voluntades, proyectos y resoluciones.
Al repasar someramente la historia de Mercantil me llama la atención su evolución positiva por estar tocando la realidad del momento. Abrirse al mercado financiero con el banco ligado a las islas neerlandesas, ver en la agricultura un campo a desarrollar ante el abandono del campo por la demanda de la industria petrolera; tener moneda propia en un país en el que la moneda oficial apenas se abría espacio ante la existencia de diversas formas de trueque e intercambio; extenderse a la Bolsa de Valores ante el interrogante general de la población respecto del mundo monetario intangible; sensibilizarse al mercado internacional compitiendo como enano ante los magnates financieros del mundo; y tantos otros servicios que comenzaba a ofrecer la tecnología ante la que siempre el venezolano ha tenido cierta desconfianza.
Pero, más allá de este campo gerencial financiero que ustedes, por supuesto, manejan mucho mejor de lo que yo puedo esbozar, me produce satisfacción la apertura al mundo de las necesidades locales. Atención a ponerle cariño a las escuelas y colegios; al arte y la cultura; a la inclusión de los olvidados, los pobres, no por desidia, sino porque no se les había brindado oportunidad de superación. Todo ello habla del gusto de reconocer al otro lo que implica el hábito de ver en él, el derecho de ser él mismo y de ser diferente… cuando un sector de la sociedad pretende disfrutar de todo lo que ofrece el mundo, como si los pobres no existieran, eso en algún momento tiene sus consecuencias (ver, Fratelli tutti, 218-219).
Que consoliden ustedes, más allá de lo publicitario, los cuatro pilares sobre los que se basa el quehacer de la institución: Compromiso, es el discernimiento permanente sobre lo que se hace. Integridad, cómo se hace porque no todas las maneras de hacerlo es necesariamente la más adecuada. Emprendimiento, la capacidad permanente de inventiva, de reiniciar y no quedarse anclado en lo que hacemos así sea bueno. Y, Norte, a dónde vamos: ¿cuál es el país, la sociedad a la que intentamos servir más que servirnos de ellos?.
Estamos en un momento privilegiado de oración y de escucha. Que nos sirva de telón de fondo el evangelio que escuchamos hace unos minutos. Hacer el bien no es fácil ni siempre es agradable. Lo que Jesús hizo en su entorno, el lisiado, el enfermo, hizo exclamar a la multitud: “nunca se había visto nada semejante”. Pero, los fariseos, los que representaban otros intereses, exclamaron: “expulsa los demonios por autoridad del príncipe de los demonios”. Es la experiencia cotidiana de quienes tienen otros intereses y no encuentran otro camino, sino la descalificación. Hay que fortalecer la continuidad de hacer el bien para no tirar lo toalla y dedicarse a la búsqueda del beneficio propio. La resiliencia es virtud que hay que fortalecer día a día.
Los católicos celebramos un año jubilar, y los venezolanos todos, la elevación a santos de José Gregorio Hernández y Carmen Rendiles. El jubileo es una pedagogía de libertad y restitución, un recordatorio de que el pueblo de Dios debe vivir en fidelidad a la alianza también en el ámbito económico y social.
Cien años es también una fiesta jubilar para que acrecienten, corrigiendo y aumentando lo que han construido durante un siglo. Es la mejor señal de estar en el buen camino. Que la Virgen Santísima de Coromoto los bendiga a todos. Que así sea.-