La estrella resplandeciente de la mañana
El mensaje a la iglesia de Tiatira es también un mensaje para ti y para mi. Nos habla con verdad, nos reconoce en nuestro trabajo y en la perseverancia en la fe, nos muestra el error en el cual hemos caído y nos da promesa para hoy y para el futuro

Rosalía Moros de Borregales:
En el mundo antiguo la expresión “estrella de la mañana” se refería al planeta Venus; según la astronomía, la estrella más brillante del cielo antes del amanecer. Venus brilla intensamente antes de la aurora debido a que su atmósfera esta formada por nubes densas, las cuales atrapan y reflejan la luz del sol. Por esta razón, y también debido a la cercanía de Venus a la Tierra, se observa con mucha brillantez desde nuestra perspectiva.
Las Sagradas escrituras nos presentan a Cristo como la luz de Dios que alumbra a todo hombre: “En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella… Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo”. Juan 1:4-5,9. Como los tres faros, en la antigüedad, que en un punto se unían para guiar a las grandes embarcaciones a atracar en el puerto con seguridad; de la misma manera, Cristo representa la luz de Dios que vence a las tinieblas y nos guía, a través del Espíritu Santo, al Padre de las luces. Santiago1:17.
En el mensaje a la iglesia en Tiatira, la estrella de la mañana, se nos presenta como la promesa de Dios para todo aquel que venciere guardando las obras de Dios: “Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre; y le daré la estrella de la mañana. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. Apoc. 2:29. Sin embargo, en la secuencia de mensajes a las iglesias del Apocalipsis, Tiatira representa un desafío singular, ya que es la iglesia que recibe el mensaje más largo de todas, a pesar de ser la ciudad más pequeña. Esto sugiere que su problema era profundamente serio. Cristo, quien se presenta como “el Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de fuego y pies semejantes al bronce bruñido” (Ap. 2:18), dirige su Palabra a una comunidad activa y servicial, pero que había cometido un error fatal, tolerar lo intolerable: “Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos. Y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación. Apoc. 2:20-21.
Tiatira era una ciudad ubicada entre Pérgamo y Sardis, conocida por su fuerte actividad comercial y artesanal. Allí se agrupaban los trabajadores en gremios, similares a sindicatos modernos, como los de tintoreros, curtidores, alfareros y tejedores. De hecho, Lidia, la mujer vendedora de púrpura mencionada en Hechos 16:14, era natural de esta ciudad. Estos gremios no eran solo asociaciones laborales también estaban profundamente ligados a ritos religiosos paganos. Las reuniones incluían festividades idolátricas y banquetes donde se ofrecían alimentos a ídolos y se practicaban actos inmorales. Ser parte de un gremio significaba participar en prácticas contrarias al cristianismo. No pertenecer a uno, en cambio, podía significar el aislamiento económico y social. Como siempre en este camino, nos encontramos en la disyuntiva entre el mundo y los principios cristianos. Así, los cristianos de Tiatira enfrentaban la decisión cotidiana de comprometer su fe para mantener su sustento o renunciar a su estabilidad por seguir a Cristo.
A pesar de esa tolerancia al status quo, Jesús comienza su mensaje con elogio: “Yo conozco tus obras, amor, fe, servicio y tu paciencia; y que tus obras postreras son más que las primeras” (Ap. 2:19). Revelándonos estos versículos que Tiatira era una iglesia activa, generosa y creciente. Recordándonos que todos los que perseveramos en Dios seremos siempre recompensados a través de su amor. Cristo no permanece indiferente a Tiatira, además de reconocer y elogiar su entrega, también ofrece la oportunidad del arrepentimiento: “Le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse”. La referencia a Jezabel evoca a la malvada del Antiguo testamento que promovió la idolatría en Israel, cuya historia puede leerse en I y II de Reyes. Y a pesar de esta semejanza, Jesús muestra su paciencia y, al mismo tiempo, su justicia.
Este mensaje no se limita a la Jezabel de Tiatira; es dirigido a toda la iglesia que permite enseñanzas contrarias al evangelio dentro de su comunidad. Jesús busca una novia sin mancha ni arruga, no una comunidad complaciente. A los que no han seguido esa doctrina, se les dice: “No os impondré otra carga” (Ap. 2:24). Una declaración que recuerda el concilio de Jerusalén en Hechos 15:28 “Ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias…” Recordando que la fe no consiste en cargar pesos religiosos innecesarios, sino en permanecer fieles a lo esencial. En consecuencia, la fidelidad será premiada de dos maneras diferentes. Por una parte, al que venciere le será otorgada autoridad sobre las naciones en el reinado de Cristo. Y por otra parte, recibirá la estrella de la mañana, una imagen de Cristo mismo, que iluminará toda su vida y le hará ser luz en medio de la oscuridad.
El mensaje a la iglesia de Tiatira es también un mensaje para ti y para mi. Nos habla con verdad, nos reconoce en nuestro trabajo y en la perseverancia en la fe, nos muestra el error en el cual hemos caído y nos da promesa para hoy y para el futuro. El mundo nos exige tolerancia a todo tipo de tendencia; incluso dentro de las comunidades cristianas. El peligro es la penetración de falsas doctrinas, ideologías contrarias a los principios cristianos y prácticas moralmente aceptadas por la cultura, pero reprobadas por Dios. Por lo tanto, tolerar el pecado dentro de la iglesia, bajo el pretexto de amor o inclusión es una traición al evangelio. La verdadera compasión confronta con la verdad. El mensaje a la iglesia de Tiatira nos advierte que el amor, la fe y el servicio son fundamentales; pero, sin discernimiento espiritual y firmeza en los fundamentos, la iglesia pierde su identidad.
A ti que lees esto hoy, te sugiero que mires dentro de ti, de tu hogar y de tu iglesia para examinar. Y si encuentras que hay algún tipo de Jezabel en tu vida, te arrepientas y la saques fuera de tu diario vivir. Retén lo que has recibido, permanece en la verdad, y recibirás a Cristo, la estrella resplandeciente de la mañana. Recuerda, como nos expresó el apóstol Pedro, que tenemos ya la palabra más segura, a la que debemos estar atentos:
“Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mina salga envueltos corazones”. II Pedro 1:19.-
Rosalía Moros de Borregales
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