Los pacíficos tenemos responsabilidades

Luisa Pernalete:
En este mundo de hoy hay mucha violencia, “Una guerra a pedazos” decía el papa Francisco, pero no sólo tenemos esa violencia visible, la de los conflictos bélicos abiertos, la directa, que hiere, mata… Tenemos la no-visible pero que también hiere, deja huellas, secuelas: la verbal, la simbólica, la gestual, la reflejada en las redes sociales que muchas veces descalifica al otro por pensar distinto, por ejemplo. Hay mucha violencia disfrazada, hay gente que “valora” la violencia y cree que los procedimientos violentos son “buenos”.
Los pacíficos tenemos responsabilidades, los que creemos que la no-violencia es un modo de proceder deseable, los que creemos que toda violencia trae más violencia, los que creemos que es mejor, más humano, vivir en paz, y con eso no decimos que sea algo fácil, ni promover la paz, ni insistir en lo métodos pacíficos para conseguir la paz.
Un ejercicio que hacemos cuando trabajamos el curso para Madres Promotoras de Paz, pedirles que escriban con qué relacionan la palabra “violencia”. Salen expresiones tales como: dolor, tristeza, muerte, humillaciones, miedo… Luego pedimos que escriban con qué relacionan la palabra “paz”, y salen expresiones tales como: tranquilidad, cercanía, sonrisas, abrazos… Entonces preguntamos seguidamente en cual escenario será mejor vivir…. Es unánime la respuesta: en el de la paz… Y para eso es el curso, para que encuentren paz y para que la promuevan en sus hogares, escuela donde estudian sus hijos, en las comunidades donde viven…
Creemos que los que creemos que es posible vivir en paz, tenemos que hacer visible esa violencia invisible y sus daños. Esa violencia en la calle, por ejemplo, en donde hay déficit de ciudadanía e impera la Ley de la selva, la de más fuerte en detrimento de los más débiles: ancianos, niños, invidentes, discapacitados…
Una responsabilidad de nosotros, los pacíficos, es dar a conocer líderes históricos, de antes y de ahora, que han luchado por sus países con métodos pacíficos, y han sido muy valientes. La no-violencia es una invitación para valientes, no para cobardes. Piensen en San Francisco de Asís, en Gandhi, en Martín Luther King, Monseñor Romero, Nelson Mandela, y más actual, Malala, joven paquistaní, la persona más joven en ganar el premio nobel de la paz, y que tiene frases que se han hecho célebres, como esta: “Pienso que las palabras, los libros y los lápices, son más poderosos que las armas”, o afirmar que no está de acuerdo con la venganza, que ni siquiera odia al talibán que le disparó cuando era una adolescente por defender el derecho de las niñas de su país a la educación.
Ser pacífico no significa que tengamos que “aguantar” maltratos y violencia de otros, sino saber reclamar nuestros derechos de manera pacífica – derecho al buen trato en una taquilla, por ejemplo, a que no se nos coleen en el supermercado, por ejemplo, a que nadie nos grite…- Ser pacífico supone tener herramientas para resolver los conflictos, grandes o pequeños, de manera pacífica. Así que tenemos la responsabilidad de formarnos para ello, no es necesario hacer un postgrado, aunque los hay, la Universidad Católica del Táchira ofrece diplomados, por ejemplo, pero también podemos alimentarnos con las organizaciones que promueven la cultura de paz, como el Centro Gandhi, por ejemplo, ofrece, entre otras alternativas, un taller de Comunicación para la convivencia pacífica. Las escuelas de Fe y Alegría ofrecen a su personal y a las familias de sus alumnos, charlas para que los centros educativos sean amigables, y para que en sus escuelas se pueda prevenir, reducir y erradicar la violencia. Y para las madres que quieran promover la convivencia pacífica, está digitalizado el libro que escribimos hace unos años, Conversaciones sobre la violencia y la paz, una invitación a la convivencia pacífica. CECODAP, ofrece cursos para trabajar la Disciplina positiva… En lo que queremos insistir es que se requieren herramientas, no sólo con desear vivir en paz se logra. Se necesitan planes, paciencia y perseverancia.
Otra responsabilidad que tenemos los pacíficos es la de rechazar la violencia venga de donde venga. Por supuesto que todos tenemos derecho a defendernos del que nos agrede, pero hay maneras y maneras de defendernos. Si nos comportamos igual que los que criticamos, entonces somos iguales. Si ante un grito, responsado con un grito… ¿Cuál es la diferencia?
Otro consejo que damos, es que, para promover la paz, es mejor hacerlo junto con otros, y mucho mejor si nos “enredamos”, si lo hacemos en redes con otras organizaciones. La RASI – Red de Acción Social de la Iglesia – realiza cada año su Encuentro nacional de constructores paz, el último viernes de mayo, y además de experiencias exitosas en la construcción de paz, está ese contagio hermoso de gente que está caminando a su ritmo, pero con un horizonte compartido.
Tenemos derecho a vivir en paz, refuercen esta idea releyendo, de vez en cuando, aunque sea, el preámbulo de la Declaración universal de los DDHH. También conviene leer con frecuencia el preámbulo de nuestra Carta magna: la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Para creyentes y ni creyentes, recomendamos la lectura de la Encíclica del papa Francisco, la Fratelli Tutti, es hermosa y muy sabia en sus consejos. Todos deberíamos leerla.
Finalmente, los que creemos en la posibilidad de vivir en paz, rezar – o cantar – la oración de San Francisco de Asís, nos permite recordar cuál debe ser nuestro comportamiento si queremos ser un instrumento de la paz: donde haya odio lleve yo tu amor, donde haya ofensa ponga yo tu perdón, donde haya desesperanza ponga yo esperanza…
15/08/25