La razón por la que el cáliz de la Misa es de metal precioso
Existe una razón muy importante por la que el cáliz sagrado que se utiliza en la Misa se elabore de metal precioso, pues encierra un misterio celestial

Si bien es cierto que Jesús probablemente utilizó una humilde copa de barro en la Última Cena, similar a la que aparece en la película Indiana Jones y la Última Cruzada, el cáliz utilizado en la Misa no pretende ser una imitación directa de ese primer cáliz.
El Sacrificio del Señor Jesucristo
Christopher Carstens explica en su libro: Cuerpo Místico, Voz Mística: Encontrando a Cristo en las Palabras de la Misa (Mystical Body, Mystical Voice: Encountering Christ in the Words of the Mass, el original está en inglés) cómo la Misa es más un banquete celestial que una recreación de una comida pascual ordinaria.
«Más aún, la Misa no es simplemente un recordatorio del cielo, es donde ‘el cielo y la tierra se besan’. El sacrificio de la Misa nos pone en contacto con lo divino y nos eleva literalmente al cielo.
¿Importa que Cristo no utilizara un ‘cáliz precioso’ en la Última Cena? Que usara un cáliz es imperativo para la Iglesia y su representación de su sacrificio; y aunque puede ser que el cáliz no fuera exteriormente precioso, se hizo precioso por su contenido. En efecto, aunque la Misa y la plegaria eucarística se remontan a la acción de Cristo en el Cenáculo, hace dos mil años, esa acción histórica existe actualmente en el esplendor celestial, y por eso se nos puede hacer presente. El cáliz de la primera cena pascual en el tiempo está ahora provisto de esplendores divinos y es ‘el cáliz de la gran alegría, de la verdadera fiesta, que todos anhelamos’, y es a este cáliz divino al que emula nuestro cáliz sacramental».
En la teología católica, la Misa se considera el «banquete de bodas del Cordero» que aparece en el Apocalipsis. Su finalidad es recordarnos y acercarnos a nuestro hogar celestial y al lugar donde nos encontraremos con el Esposo en toda su gloria.
El Banquete Eucarístico no es una comida ordinaria
Por esta razón espiritual, así como a efectos prácticos, la Instrucción General del Misal Romano, dispone:
«Háganse de un metal noble los sagrados vasos. Si son fabricados de metal que es oxidable o es menos noble que el oro, deben dorarse habitualmente por dentro (n. 328).
A partir del juicio favorable de la Conferencia de Obispos, una vez aprobadas las actas por la Sede Apostólica, los vasos sagrados pueden hacerse por completo también de otros materiales sólidos y, según la común estimación de cada región, nobles, como por ejemplo el ébano u otras maderas muy duras, siempre y cuando sean aptas para el uso sagrado. En este caso prefiéranse siempre materiales que ni se quiebren fácilmente, ni se corrompan. Esto vale para todos los vasos destinados a recibir las hostias, como son la patena, el copón, el portaviático, el ostensorio y otros semejantes (n. 329).
En cuanto a los cálices y demás vasos que se destinan para recibir la Sangre del Señor, tengan la copa hecha de tal material que no absorba los líquidos. El pie, en cambio, puede hacerse de otros materiales sólidos y dignos (n. 330).
En lo tocante a la forma de los vasos sagrados, corresponde al artista fabricarlos del modo que responda más a propósito a las costumbres de cada región, con tal de que cada vaso sea adecuado para el uso litúrgico a que se destina, y se distinga claramente de aquellos destinados para el uso cotidiano (n. 332)».
Así que Indiana Jones puede haber acertado al elegir la «copa del carpintero», pero la Misa que celebramos es mucho más que una comida con un carpintero y sus amigos íntimos. Es el lugar donde acudimos a la mesa del Señor para ser alimentados con un «maná celestial» que se llama el «pan de los ángeles».-
Philip Kosloski – publicado el 28/08/25-Aleteia.org




