No podemos, si podemos
Ante tanta confusión la respuesta que está a flor de labios es que no se puede, toca por tanto aguantar. Es un complejo que se nos ha introyectado como un veneno letal que nos paraliza y nos deja inermes. No nos damos cuenta de que la resiliencia del venezolano va mucho más allá

Cardenal Baltazar Porras Cardozo:
Vivimos momentos de incertidumbres y de impaciencia. La carencia de espíritu crítico, la multiplicidad de mensajes en las redes, manipuladas muchas de ellas por quienes saben cómo dominar a las masas y mantenerlas embobadas ofreciendo una serie de salidas a cuál más descabellada. Resulta medio ridículo convertirnos en guapetones de barrio amenazando al otro como si fuéramos unos gigantes. Recordemos lo que le pasó a Goliat y los filisteos por hacer mofa del joven David que solo tenía un palo y una china. Pero mejor es tener en cuenta la recomendación de Jesús de calcular primero qué fuerza tiene el adversario a ver si es mayor que la propia para no enfrentar al que más tiene y buscar parlamentar y pactar para evitar una vergonzosa derrota.
Estamos más que ocupados, mejor distraídos de los problemas reales, porque no sabemos si nos invaden y si también cada uno de nosotros puede ser víctima de un dron, de un marine, de un vuelo rasante de no sé que sofisticado aparato nuclear, a los que les saldríamos al paso con el montón de milicianos y el armamento que se ha adquirido en estos años. Total, que no tenemos más tarea que llevar a cabo sino estar dispuesto a darlo todo por la patria.
Los problemas de la vida cotidiana, las carencias terribles que sufrimos por la falta de casi todo, -pobreza, empleo, salud y educación por el suelo, la ausencia de libertades ciudadanas-, pasan a segundo o tercer plano. Y así, los problemas crecen y las soluciones no llegan. Esperar que nos aprieten más o que aparezca quien nos libere de tanta opresión es vana ilusión porque lo que no cuesta no llega.
Ante tanta confusión la respuesta que está a flor de labios es que no se puede, toca por tanto aguantar. Es un complejo que se nos ha introyectado como un veneno letal que nos paraliza y nos deja inermes. No nos damos cuenta de que la resiliencia del venezolano va mucho más allá. La desconfianza y la falta de credibilidad en las instituciones ha desarrollado una creatividad y multitud de emprendimientos que dan razón de lo que realmente queremos: vivir en paz, fraternidad, sin distingos y con oportunidades para todos.
![]()
La verdadera esperanza es la que no se ve pero se intuye y nos pone en el camino correcto. Los ejemplos hablan por sí solos: la superación de los venezolanos que han tenido que emigrar son un testimonio de trabajo, honestidad, alegría y deseo de superación. Lo dicen los otros no nosotros. Y dentro de nuestras fronteras se tiene conciencia cada vez mayor en las potencialidades de los miembros de nuestras comunidades que sobrepasan con creces a una dirigencia sin visión y con criterios e ideologías dañinas porque no toman en cuenta al ser humano de carne y hueso.
Para quienes, además, somos creyentes, sabemos que la fe en el seguimiento a Jesús nos pone ante la escucha, la humildad y el trabajo que con la mirada a lo alto, al Señor que nos libera y los pies en la tierra para tender la mano al más necesitado que nosotros es la clave de la superación para que caigan las murallas de los imperios del mal. Que la Virgen del Valle, Coromoto, Regla, de la Peña Admirable, junto a nuestros santos de hoy, San José Gregorio y Santa Carmen, nos sirvan de acicate para no dejarnos manipular ni robar la esperanza. Sí se puede y hay que sobreponerse a quienes nos quieren convertir en esclavos.-
2-9-25




