Sobre La Trepadora y las descendencias asimétricas
La Trepadora nos ofrece claves importantes para comprender la sociedad venezolana y los conflictos sociales que aún, más de un siglo después de su publicación, subsisten, aunque muchas veces silenciados y sometidos a invisibilidad social

Horacio Biord Castillo:
En 1925 apareció la primera edición de La Trepadora, la novela de Rómulo Gallegos que en 2025 ha arribado a su centenario. Gallegos, sin duda, es un escritor fundamental de la literatura venezolana. Sus novelas, especialmente Doña Bárbara, se tuvieron como cúspides de la narrativa del país en la primera mitad del siglo XX y pasaron a emblematizar las luchas y reivindicaciones de la Venezuela rural. Sin embargo, con el transcurso de los años decayó un poco el entusiasmo por su obra. A ello contribuyeron el cambio en los gustos literarios y el advenimiento de una crítica más rigurosa, pero sobre todo razones políticas.
La Trepadora nos muestra una problemática social que, mutatis mutandis, sigue vigente en la Venezuela actual. Se trata de la filiación ilegítima y las descendencias asimétricas. La novela de Gallegos gira en torno a la vida de Hilario Guanipa, hijo natural de don Jaime del Casal y de Modesta Guanipa.
En la historia ficcional de Hilario Guanipa es posible identificar varios comportamientos sociales asociados con la filiación ilegítima y las descendencias asimétricas. En primer lugar, no existen actitudes absolutas frente a dichas realidades, sino que se observan distintas opiniones y matices. Esto se corresponde con la sociodiversidad venezolana y muestra diferencias significativas, en especial cuando se involucran variables como oposición rural/urbana y de estrato social.
La relación entre Modesta Guanipa y Jaime del Casal se da en un marco no solo de atracción sexual sino de respeto y complicidad, además de la comprensión de los obstáculos derivados de las diferencias sociales. El embarazo y posterior nacimiento de la criatura refuerzan esta idea. Sin embargo, las actitudes de Gregoria, la madre de Modesta, y de sus hijos frente a la gravidez de la hermana evidencian distintos sentimientos y comportamientos: rabia, deseo de venganza, violencia, frustración y aprovechamiento de la situación como represalia o castigo simbólico, como se evidencia esto último en el comportamiento de los hermanos Guanipa, tíos maternos de Hilario.
Por otro lado, se debe destacar la responsabilidad de don Jaime del Casal al donar las tierras conocidas como “La Haciendita” para que fueran la casa y el lugar de crianza de Hilario Guanipa y luego el apoyo directo al acogerlo en su propia casa, aunque a disgusto de su esposa, doña Águeda. El gesto de don Jaime de ofrecerle el apellido ya siendo adulto Hilario debe entenderse como una reflexión de madurez. En su juventud, cuando lo hubiera podido hacer siendo aún soltero, priva la opinión de su madre y la presión social.
Es de resaltar ese sentimiento ambivalente de Hilario Guanipa. Por un lado, manifiesta respeto y amor absoluto a su padre. Por otro, desprecia a sus hermanos a quienes califica de “hijos de su papá” (“hijos suyos”) pero no como sus hermanos, especialmente a Jaimito. Por parte de los hijos legítimos hay un desdén hacia Hilario como hijo ilegítimo de orígenes humildes. A ello se suma la mala relación con doña Águeda e incluso, luego, con su suegra doña Carmelita.
Esos sentimientos ambivalentes también se expresan en la relación con su esposa, Adelaida Salcedo. Más allá de la supremacía masculina y el sometimiento de la mujer, emerge la conciencia de la diferencia social (al llamarla “Blanca”, por ejemplo). El haberse casado con Adelaida significaba un ascenso social, que luego se consolidaría con la alianza matrimonial entre su propia hija y el nieto de don Jaime. Estas actitudes y valoraciones se ven, en cuanto a la supremacía masculina, en la frustración por el nacimiento de una hija hembra y no de un varón y, en la compleja relación con Adelaida, en la conciencia de las diferencias fenotípicas, de filiación y de clase, aunque esta menor que con sus propios hermanos.
Pudiera interpretarse que se ofrece una visión convencional de los hijos ilegítimos, dentro de descendencias asimétricas, al presentar a Hilario Guanipa como un hombre violento, vengativo, rencoroso y con vicios como el alcoholismo y las mujeres. En esto es importante hacer énfasis, pues el escritor está mostrando las ideologías dominantes en la sociedad y esas contradicciones o intersticios del personaje nos permiten leer, más allá de la novela misma, la sociedad venezolana que la inspira y que constituye su referente.
En otro orden de ideas, en la genealogía preparada por Conchita Rendil, un simpático personaje de la novela, se hace evidente la valoración social de la filiación ilegítima y de las descendencias simétricas y asimétricas. Basta contrastar el caso de Victoria con las Alcoy y, en principio, incluso con Nicolás del Casal, hijo de Jaimito y nieto de don Jaime.
En contextos urbanos, más afectados por las convenciones sociales, el desprecio por los orígenes, la filiación ilegítima y las características fenotípicas pueden tener una mayor intensidad. En cambio, esto se aminoraría en ambientes pueblerinos o rurales, como es el caso de la población próxima a Cantarrana y de los Alcober, una de las familias principales de allí.
La Trepadora nos ofrece claves importantes para comprender la sociedad venezolana y los conflictos sociales que aún, más de un siglo después de su publicación, subsisten, aunque muchas veces silenciados y sometidos a invisibilidad social.-
Publicado en El Nacional. Caracas, viernes 19 de septiembre, 2025
URL: https://www.elnacional.com/2025/09/sobre-la-trepadora-y-las-descendencias-asimetricas/
Horacio Biord Castillo
Escritor, investigador y profesor universitario
Contacto y comentarios: hbiordrcl@gmail.com