Opinión

Doctrina Social de la Iglesia (DSI): Recomendaciones ante secuencias electorales

Hemos de participar en la política como ciudadanos responsables, por el bien de todos

Roberto Fermín Bertossi:

 

En vísperas de las elecciones legislativas del 26 de octubre próximo, la DSI nos pide votar con responsabilidad; esto es no volver a elegir a los que nos trajeron hasta aquí.

Necesitamos con premura, postulantes a cargos públicos cuyo prontuario, idoneidad, adhesión a convicciones éticas profundas y una actuación coherente, puedan garantizar una acción pública eficaz, honesta y desinteresada, Vg., en este caso, nuestros futuros legisladores.

Conocida y padecida una nefasta performance de la actividad política vernácula, se abona, se explica y se predice mucho más que apatía y absentismos, mucho menos que civismos elementales, ello dado los palmarios retrocesos en la  calidad y la dignidad de vida para demasiados argentinos.

Obviamente, dicha performance política negativa en tanto campo orégano del engaño, la mentira, el travestismo político, los abusos de poder y la corrupción (de improvisados e impresentables políticos), ya no debiera tener espacio ni impunidad en la comunidad nacional.

Consecuentemente, en nuestra sociedad se incrementa el repudio, los reproches y un juicio adverso contra la dirigencia pública en general, singularmente respecto de esa actuación política por incompetentes que a ella se dedican y enriquecen ilícitamente, perjudicando y empobreciendo a la ciudadanía con carísimas complicidades corporativas; (Causa “Cuadernos” o las coimas “confesas” de los más poderosos empresarios de la obra pública argentina).

Razonablemente, ante semejantes fracasos escandalosos aún impunes, sus titulares y colaboradores mal pueden proponernos los nuevos candidatos a ocupar cargos en los poderes de la República.

De ahí que la doctrina social de la Iglesia, propone discernir sin dejarse seducir por las pasiones y las mentiras que se presentan en las campañas electorales. (Cf. Gaudium es Spes, 43). Es sorprendente cómo la propaganda de los medios engaña a los ciudadanos y cómo creemos las cosas solo porque se repiten. Corolario: Debemos examinar objetivamente cómo los nuevos candidatos han actuado en el pasado; DSI.

Preconclusivamente, hemos de participar en la política como ciudadanos responsables, por el bien de todos. La solución a la corrupción no es abandonar la política sino participar en ella con principios éticos y responsabilidad cívica. La DSI nos recuerda que “Jesús nos dijo que somos sal y luz del mundo. Esto debe aplicar primero a nuestra vida pero, si esta es auténtica, se manifiesta también en la política. La sal preserva de la corrupción, la luz permite que se vea la verdad”

Ningún gobierno, partido o político se puede confundir con mesianismos políticos, que una y otra vez se nos presentan como embusteros salvadores de la Nación e inmorales remediadores de su pésimo pasado inmediato.

Ergo, «Todo aquel que ha proclamado que quiere prestar un servicio, un servicio a nuestra patria en funciones muy diversas; tiene que mostrar en la práctica que en realidad ha llegado a ese puesto para servir y no para servirse, no para enriquecerse; sino para dar lo mejor que tiene en favor del pueblo que tanto lo necesita»

En el caso, nada infrecuente, de que ninguna opción política satisfaga las exigencias éticas y sentido común de nuestra conciencia, una recta conciencia nos induce a votar aquella alternativa que nos parezca menos contraria al bien común, más apta para proteger los derechos de la persona y de la familia, más adecuada para favorecer la estabilidad social y la convivencia, y mejor dispuesta para respetar la justicia, honestidad e integridad de las leyes en toda actividad legislativa, judicial y administrativa.

Finalmente, según la DSI, para votar responsablemente, es preciso anteponer los criterios rectos a las cuestiones y preferencias opinables y contingentes de orden estrictamente político. Habrá cuestiones secundarias que tengamos que dejar en un segundo plano para atender en primer lugar a los aspectos y consecuencias de orden ético en nuestro voto. Esto ocurre siempre que las propuestas de los partidos o alternativas políticas desbordan sus legítimas competencias, afectando a cuestiones de justo orden que siempre deben estar por encima de los avatares políticos.

Por último, debemos estudiar y comparar las propuestas antes de apoyarlas.  Hay que buscar la verdad y lo mejor para la cosa pública y un real buen vivir, con la mayor objetividad posible. Más que basarse en lo que dicen los políticos, -reiteramos- hay que analizar lo que ellos y sus candidatos han hecho en su pasado, para ver recién entonces si son coherentes, íntegros y honestos, pero fundamentalmente para no repetir nuestros involuntarios errores cívicos ni asomarnos al síndrome de Estocolmo.

A crisis morales, ¡remedios morales!.-

Roberto Fermín Bertossi

Experto Coneau Cooperativismo

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