Fe y servicio marcan la imposición de sotanas a nuevos seminaristas en Diócesis de Ciudad Guayana
Un llamado a la entrega humilde y al servicio auténtico marcó este sábado la ceremonia de imposición de sotanas y admisión a las órdenes de un nuevo grupo de seminaristas, presidida por monseñor Carlos Cabezas, en la Procatedral Nuestra Señora de Fátima

Con un llamado a la entrega humilde y al servicio auténtico se llevó a cabo este sábado la ceremonia de imposición de sotanas y admisión a las órdenes de un nuevo grupo de seminaristas de la Diócesis de Ciudad Guayana. El acto, celebrado en la Procatedral Nuestra Señora de Fátima, estuvo presidido por monseñor Carlos Cabezas y contó con la presencia de familiares, formadores y fieles de las comunidades de origen de los jóvenes.
El obispo, en una homilía cargada de reflexión y cercanía, destacó el valor del “sí” pronunciado por estos jóvenes “a pesar de las dificultades y del mundo duro en el que vivimos”.
Subrayó que la sotana, “el traje largo que identifica al sacerdote”, es un símbolo de una vocación que debe centrarse en el servicio y no en el estatus.
Un llamado a ser “luz y sal” en tiempos difíciles
Monseñor Cabezas no eludió el contexto social actual, describiendo los tiempos como “duros y difíciles para la fe”, señalando que la sociedad “lastimosamente camina muy velozmente hacia poner a Dios al margen”, lo que denominó como “ateísmo práctico”.
Frente a este panorama desafió a los futuros sacerdotes a ser “fermento, sal, tierra y luz del mundo” para una Iglesia que, aunque numéricamente más pequeña, debe ser “significativa y creíble”.
“El mundo necesita sacerdotes santos. Santos con nuestra humildad, con nuestro pecado incluso, pero intentando ser fieles”, exhortó el prelado, remarcando que el ministerio no es una autorrealización, sino una representación de Cristo. “No nos representamos a nosotros mismos, sino a Cristo. Tenemos que ser reflejo de la luz del Señor”.
Advierte sobre peligros de la “autorreferencialidad”
Parte central de su mensaje fue la firme advertencia contra la autorreferencialidad y el narcisismo dentro de la vida eclesial, conceptos que, citando al papa Francisco, calificó como “grandes males”. Pidió a los seminaristas cultivar una actitud de servicio desde ya, incluso en los detalles más simples de la vida cotidiana y familiar.
“¿Cómo se ve esa actitud? Yo, el seminarista, soy el primero que tengo que llegar a lavar los platos a la casa cuando estoy de vacaciones”, ejemplificó con humor narrando anécdotas de su propia formación. “Estamos hechos para servir, no para ser servidos. Qué mal se le ha hecho a la Iglesia cuando hemos perdido ese horizonte”.
Preparación integral y mirada al futuro
Monseñor Cabezas enfatizó la necesidad de una preparación espiritual, intelectual, psicológica para afrontar el ministerio, al tiempo que agradeció el apoyo de las comunidades que “oran y aman a sus seminaristas”.
Los jóvenes que recibieron la sotana inician formalmente su camino, mientras que los admitidos a las órdenes se encuentran en la “recta final” de su formación como sacerdotes.
La ceremonia, un hito significativo en la vida diocesana, cerró en un ambiente de esperanza y compromiso, reforzando el llamado a construir “una Iglesia en salida, alejada de sí misma y centrada en el servicio a los demás”.
Próximas actividades
Al finalizar se recordaron las próximas celebraciones importantes para la Diócesis, entre las que destacan el jubileo diocesano, organizado por la catequesis el 27 de septiembre. Esta festividad coincidirá con la procesión de la Parroquia San Judas Tadeo en el marco de sus fiestas patronales.
La vigilia por la canonización de José Gregorio Hernández y la Hermana Carmen Rendiles el 18 de octubre, y la eucaristía en gratitud por la canonización del doctor José Gregorio Hernández en la Parroquia San Buenaventura el 26 de octubre.-