Fe y felicidad
Las personas que practican su fe, tienden a ser más felices que aquellos que no lo hacen. Una vida centrada y ordenada, de cara a Dios y a los demás, basada en principios y valores, tiende en gran medida a la felicidad

Oscar Arnal:
El mensaje de amor, solidaridad, y paz se repite en las religiones más importantes. En mi caso,estudié en Caracas en un colegio católico, dirigido por los padres jesuitas. En la gran mayoría de los sacerdotes, y en las monjas que nos acompañaron desde los primeros grados, encontré personas realizadas y felices. En la institución educativa había una alegría contagiosa, gracias a las sonrisas y actitudes de buena parte de las religiosas y religiosos. El Centro Excursionista Loyola era conducido por el padre Galdos, con quien conocimos a fondo la montaña del Ávila y buena parte de Venezuela. Cada excursión estuvo llena de alegría y cantos maravillosos. Las convivencias también fueron una experiencia que alimentaba el alma, la fe y la felicidad. En determinadas ocasiones después de haber egresado, les pregunté a las monjas y a los sacerdotes cómo se sentían con su vida y los sentí muy plenos y felices. La vida en comunidad que llevan está llena de acompañamiento e interacciones favorables.
Hace unos meses participé primero como “caminante” y luego como “servidor” en los retiros de Emaus. El caminante es el que hace el retiro por primera vez, el servidor es el que prepara y ayuda a que el retiro se realice bien. Mi experiencia fue que allí encontré una gran alegría especialmente en quienes se encargaban de que el retiro fuera una experiencia trascendente. Igualmente sucedió dentro de los propios retiros y sus dinámicas, la reflexión trascendente y alegría flotó en el ambiente. Las distintas actividades de la Iglesia en las parroquias, que relaciona a grupos que hacen voluntariado, filantropía, redes sociales, rezan o cantan, provoca relaciones que producen felicidad. En días pasados asistí a la casa de una amiga en la que oran una vez a la semana y realizan un compartir al finalizar. Sentí mucha satisfacción entre los presentes.
El mensaje religioso, los mandamientos y la Biblia están llenos de enseñanzas que pueden ayudarnos a ser más felices y a tener una vida mejor. Recordemos sólo algunos: “Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”; “no matar, no robar, no codiciar, honrarás a tu padre y a tu madre”. Estos principios son guías que orientan la vida hacia el bien y la plenitud. Las Bienaventuranzas en Mateo 5:3-12 refuerzan esa idea: son llamados bienaventurados los mansos, los misericordiosos, los pacificadores y los limpios de corazón. La verdadera felicidad, según este mensaje, se asocia con la justicia, la compasión, la honestidad y la paz, frutos de una conciencia limpia y de obrar pensando en el bien de los demás. Gálatas 5:22-23 nos recuerda los frutos del espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio propio. Ejercitarlos no sólo fortalece nuestra vida espiritual, sino que también genera bienestar emocional. En la misma línea, 1 Tesalonicenses 5:18 aconseja: “Dad gracias en todo”. La gratitud es una fuente de felicidad, esperanza y de una visión positiva de la vida.
Poner a Dios en el centro de la existencia le da sentido. Y amar a los demás no de manera superficial, sino a través de relaciones auténticas, de compartir y darse al prójimo produce satisfacción y felicidad duradera. Al final, estas enseñanzas muestran que la fe y la práctica de valores espirituales son caminos seguros hacia una vida más íntegra, próspera y feliz.
Las personas que practican su fe, tienden a ser más felices que aquellos que no lo hacen. Una vida centrada y ordenada, de cara a Dios y a los demás, basada en principios y valores, tiende en gran medida a la felicidad. Lo asegura a la vez Andrés Oppenheimer en su último libro “¡Cómo salir del pozo!” donde explica con pruebas que aquellos que ejercitan la fe son más felices, especialmente por las actividades que realizan, las conexiones con los otros y el sentido que el mensaje le da a sus vidas. Salmo 118:24 – «Este es el día que hizo el Señor; nos gozaremos y alegraremos en él».-