Cardenal Bustillo: «¡Los católicos no están muertos!»
En una entrevista concedida a France Catholique con motivo de la publicación de su libro Réparation, el cardenal Franciso Javier Bustillo, obispo de Ajaccio (Córcega) reflexiona sobre la crisis espiritual y social que atraviesa Francia. Frente al declive religioso, reivindica el papel de la Iglesia como fuerza de renovación, portadora de esperanza y guía para las nuevas generaciones

Entrevista realizada por Aymeric Pourbaix:
¿Cree usted que la Iglesia tiene las claves de esa «reparación» de la sociedad que usted desea?
Cuando uno observa la sociedad, no puede sino constatar que está dañada… ¡pero no está perdida! En la reparación hay una esperanza. Y la Iglesia tiene un papel que desempeñar gracias a su propio genio y a su patrimonio, y por su capacidad para ver las grietas y dificultades, a partir del Evangelio. Un cristiano no puede limitarse a criticar y a lamentarse, porque los cristianos son hijos de la Resurrección. No están en una lógica triste y fatalista frente a la sociedad, sino activa y creativa, para encontrar salidas ante situaciones de bloqueo.
¿La situación que usted describe se debe al hecho de que nuestro país se ha alejado de Dios?
Es un hecho: la sociedad se ha alejado de Dios. En los años 60 y 70 se soñaba con un mundo mejor, peace and love… Pero para los hijos y nietos de aquella generación, todo se ha vuelto mucho más complicado y duro. Hace 60 años se proclamaba: «¡Ni Dios ni amo!». Se había echado a Dios. Pero ¿hemos evolucionado y nos hemos pacificado más? No lo creo. Después de años de haber, perdón por la expresión, «demonizado a los curas», vivimos una situación crítica, sin brújula, sin valores ni principios.
¿Ve usted signos de renovación en este contexto más bien sombrío?
Menos de la mitad de los franceses se declaran hoy católicos (49 %) y un 4 % se dice practicante. Dios, por naturaleza, no se impone. Como en el libro del Apocalipsis, «está a la puerta y llama». Llama a la puerta de nuestra libertad. Constato, sin embargo, que hay una búsqueda, en el mundo político, económico, del deporte y la cultura… Cada vez se plantean más preguntas sobre Dios. En apariencia, la realidad de la Iglesia es frágil. ¡Pero no estamos muertos! Creo mucho en la teología del «pequeño resto de Israel», cuya fidelidad es magnífica. Por eso no me da miedo ser minoría, estar inmerso en un ambiente más o menos hostil. La Iglesia es capaz de aportar una palabra que repare los lazos dañados.
¿Las nuevas generaciones quieren ahora un Dios y un amo?
Los jóvenes quieren un guía. Han conocido el vacío espiritual, pero no son hostiles a la Iglesia, porque son ignorantes –lo digo sin desprecio–. Tienen una sana curiosidad por conocer la religión, su tradición. ¿Por qué las iglesias? ¿Por qué los curas? Un sacerdote que celebra misa en una iglesia se ha vuelto algo exótico… No se trata de cantar victoria, sino de asumir una responsabilidad, sabiendo que, más allá de nuestras estrategias, es el Espíritu Santo quien guía a la Iglesia.
Frente a esta sed espiritual, ¿cuál puede ser la respuesta de la Iglesia, teniendo en cuenta que la educación ha sido descuidada por el clero durante décadas?
La sociedad nos provoca, en el sentido noble del término. La Iglesia debe aportar su visión del ser humano, en particular a las familias, porque la educación comienza en la familia. El objetivo es transmitir solidez e identidad a los niños, muchos de los cuales necesitan una formación que les proporcione una columna vertebral humana y espiritual. De lo contrario, navegarán en aguas turbulentas. La Iglesia debe responder aportando, como Jesús, el camino, la verdad y la vida. Porque lo que propone Jesús no es una ideología, sino un ideal.
Estoy lleno de esperanza por esta hermosa juventud, que tiene una libertad y una frescura que nos sorprenden. En el aeropuerto, un joven de 19 años, creyente pero poco practicante, me hizo en privado muchas preguntas sobre la muerte y el más allá, en veinte minutos, de forma muy directa.
¿La formación y la educación de la juventud deben convertirse en la prioridad de los sacerdotes?
Así lo creo. Si sabemos darles lo mejor de nosotros mismos, el encuentro puede ser fecundo. Muchos jóvenes buscan comprender su propia vida. No quieren necesariamente coaches, con consejos técnicos y ajenos a ellos mismos, sino orientaciones hacia su felicidad, hacia el ser, de forma gratuita, buscando su bien. El objetivo de un acompañamiento espiritual no es dominar ni manipular, sino orientar a una persona hacia su felicidad y su libertad.
La reparación es uno de los mensajes principales de las apariciones del Sagrado Corazón en Paray-le-Monial. Usted fue legado del Papa para la clausura de ese Jubileo. ¿Reside la reparación de la sociedad en ese Sagrado Corazón de Jesús que tanto amó a los hombres?
La verdadera reparación empieza por el interior: el corazón. Es la sede de la identidad y de la unicidad del ser humano. Para reparar la sociedad, primero hay que reparar el corazón del hombre. Y Jesús es el modelo, con su Corazón que permaneció abierto y da la vida. Para eso, debemos tener corazones de carne, y no de piedra, llenos de compasión, de misericordia, con comportamientos amables, como el Corazón de Jesús.
¿Es esa la razón por la que han vuelto a consagrar Francia al Sagrado Corazón en esta ocasión?
Consagramos Francia no porque haya un peligro, como pudo ocurrir en el pasado, sino porque queremos un beneficio espiritual y humano, para el bien del país y de los pueblos.
Este final de año se celebran los cien años de la instauración de la fiesta de Cristo Rey. ¿Debe reinar Cristo sobre las inteligencias, los corazones y las sociedades, para reparar la sociedad y obtener la paz, como lo deseaba el papa Pío XI?
1925 es también el año de publicación de Mein Kampf, libro-programa de una ideología que quería dominar sin Dios. Así que nada nuevo… Con esta encíclica, Quas primas, la Iglesia y el Papa recordaban que Cristo es el Rey de reyes, frente a las tentaciones de mesianismo, a menudo totalitarias. Pero lo propio del Reino de Dios es el amor que libera las conciencias y las inteligencias. San Gregorio Nacianceno hablaba de Dios como de «un Padre y un piloto». Es muy hermoso. En nuestra vida humana y cristiana, necesitamos un piloto, un GPS interior para avanzar y dejar que Cristo tome posesión, si se me permite decirlo así, de nuestra vida, para que seamos liberados.
Cardenal navarro
Francisco Javier Bustillo, nacido en Pamplona en 1968, es cardenal y obispo de Ajaccio, en la isla de Córcega. Ingresó siendo niño en el seminario menor de Elizondo y más tarde se unió a los franciscanos conventuales en Padua (Italia), donde estudió filosofía y teología. Profesó solemnemente en 1992 y fue ordenado sacerdote en 1994. Completó su formación con una licenciatura en teología en el Instituto Católico de Toulouse.
Tras su ordenación, participó en la reconstitución del convento de San Buenaventura en Narbona (Francia), y ejerció diversos cargos en la diócesis de Carcassonne-Narbonne. De 2006 a 2018 fue provincial de los franciscanos conventuales en Francia y Bélgica, y después guardián del convento de Saint-Maximilien-Kolbe en Lourdes, donde también colaboró en la diócesis como delegado para la protección de menores.
El papa Francisco lo nombró obispo de Ajaccio en 2021, y en septiembre de 2023 lo creó cardenal con el título de Santa Maria Immacolata di Lourdes a Boccea. Miembro del Dicasterio del Clero, es conocido por su capacidad de comunicación, su visión pastoral centrada en la renovación de la Iglesia y su insistencia en el papel de la fe como respuesta a la crisis espiritual y social de nuestro tiempo.
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