Lecturas recomendadas

Riqueza de la relación

Rafael María de Balbín:

El mundo en que vivimos nos proporciona la experiencia de la pluralidad. Consta de diversas realidades sustanciales, es decir con un modo de ser y una existencia propios: este hombre, este caballo, este algarrobo, este charco. A la vez existe múltiples vínculos reales, pero no materiales, es decir no captables por los sentidos externos, sino por la inteligencia. Esa captación por la persona concreta es un signo de su mayor o menor  inteligencia.

El ámbito relacional es mucho más extenso que el sustancial: hay muchas más relaciones que sustancias, si bien el apoyo de las relaciones son las sustancias.

La inteligencia humana capta las relaciones reales y además establece unas relaciones que no corresponden a la realidad, no relaciones reales, sino sólo de razón, en la medida en que carezcan de sujeto, o de término o de fundamento. Si se construye sobre estas relaciones de razón, el sujeto pensante se convierte en árbitro de la realidad, que debiera acomodarse a sus ideas.

Así se origina el relativismo: se busca formular y construir la realidad en función de las ideas del sujeto. Pero la realidad que experimentamos no es relativa, sino relacional. La captación de las relaciones reales requiere la observación y el estudio, no el arbitrio subjetivo. La ciencia y la experiencia no son relativas, sino relacionales.

Así cada persona no vive ni sobrevive aislada, sino en relación vital con otras personas. Con ellas se comunica mediante el lenguaje, que es en sí relacional, ya que se refiere a la realidad y expresa el conocimiento. La verdad es una relación de la inteligencia con el ser de las cosas. El amor y la amistad implican relación entre personas. El matrimonio, la familia, la paternidad y la filiación consisten en relaciones. La convivencia social y la búsqueda del bien común tienen carácter relacional. El derecho es un conjunto de relaciones de justicia entre personas, no un simple imperativo de la ley. La cultura y la economía no se desarrollan sino a través de un conjunto de relaciones. Los derechos humanos hacen referencia a la excelencia de la persona humana. La nativa orientación de la inteligencia a conocer la verdad y de la voluntad a querer el bien tiene también carácter relacional, y culminan con una aspiración profunda a la felicidad. La procura del bien máximo constituye la moralidad. La libertad implica escogencia de relaciones, no una fatalidad necesaria. La tolerancia significa reconocer la realidad de las ajenas opiniones y opciones, sin someterlas a un relativismo egocéntrico. No se entienden ni la naturaleza ni la historia si no se descubre su urdimbre relacional. En fin, como la teología enseña, la vida propia de la Trinidad tiene índole relacional, la creación establece vínculos relacionales de la creatura al Creador, y del Amor primero derivan los demás amores.-

(rbalbin19@gmail.com)

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