Trabajos especiales

Los Altos de Lucas Guillermo Castillo Lara

Castillo Lara se convirtió en uno de los precursores de la historia regional y local de Venezuela, especialmente del período colonial. Su interés por la historia menuda, la historia regional y local, provenía de una identidad con la tierra como terruño, la gente, la cultura, usos y creencias

Horacio Biord Castillo:

Lucas Guillermo Castillo Lara (San Casimiro, estado Aragua, 23/06/1921 – Caracas, 15/12/2002) fue un historiador y escritor que se interesó principalmente por las historias regionales y locales. Sintió un especial interés por la historia de la región central de Venezuela, en particular de su nativo estado Aragua. Escribió libros sobre sobre San Casimiro, San Sebastián de los Reyes, Camatagua, Barbacoas, Carmen de Cura, Maracay, la costa aragüeña y la Historia provincial del estado Aragua, que fue además su trabajo de incorporación a la Academia Nacional de la Historia en 1977. Al estado Miranda le dedicó las historias de Barlovento, su poblamiento inicial y evolución posterior, de Curiepe, Guarenas, los Valles del Tuy y un hermoso libro sobre Los Altos, antiguamente llamados de Caracas o ahora calificados como mirandinos. En relación al Guárico escribió la historia de Calabozo y Guardatinajas. Junto a otros trabajos, completó un cuadro histórico bastante amplio de la región centro-norte.

La segunda región que fue objeto de especial interés en la obra de Castillo Lara fue el Táchira. Escribió la historia de La Grita, San Cristóbal colonial y otros pueblos cercanos a San Cristóbal. También hizo la biografía del padre José Amando Pérez, ilustre educador tachirense.

Castillo Lara se convirtió en uno de los precursores de la historia regional y local de Venezuela, especialmente del período colonial. Su interés por la historia menuda, la historia regional y local, provenía de una identidad con la tierra como terruño, la gente, la cultura, usos y creencias. En síntesis, era un compromiso con la tradición y las querencias. Su obra nace no del frío interés científico por dilucidar un problema académico, sino de una emoción y de una vinculación con la gente, sus haceres y saberes, y el paisaje. De esa manera va construyendo un discurso histórico riguroso y sistemático, pero cuya motivación inicial es fundamentalmente emotiva. Castillo Lara logra así enhebrar historia, religión, cultura en su más amplio sentido.

Los Altos mirandinos es una región fuertemente impactada por los procesos de urbanización. Esos procesos comenzaron en la década de 1950 y se aceleraron con la construcción de la carretera Panamericana en 1955. Lo que eran, quizá con excepción de Los Teques, aldeas serranas pronto se convertirán vertiginosamente en pequeñas ciudades. Muchas de ellas, sin los servicios y la infraestructura necesaria.

De esa manera se fue generando una fuerte contraposición o contraste entre los habitantes originarios que estaban asentados allí desde décadas e incluso siglos atrás y los nuevos habitantes que van llegando emocionados por el verdor del paisaje, la tranquilidad de los lugares y el agradable clima, el friito o Pacheco que, especialmente desde finales de septiembre y hasta principios de marzo, convertían a Los Altos mirandinos en una región de parajes bucólicos. Hoy en día se ha consumado una transformación radical de ese paisaje, no solo físico sino también cultural.

No obstante esos cambios, aún podemos encontrar rasgos comunes de la antigua identidad de Los Altos, como el apego a la tierra y al trabajo, a la familia y las costumbres. Eran emblemáticas las labores agrícolas. Todavía en algunas zonas, principalmente por San Pedro y en las Lagunetas y Pozo de Rosas, en San Diego de los Altos y sus alrededores y, en menor medida, en San Antonio se siguen practicando actividades agrícolas.

Recientemente, haciendo una investigación sobre identidad e historia de Los Teques, emergieron algunos valores como la amabilidad, la identificación con las tradiciones, el valor de la familia y la amistad. En algunas poblaciones también ha ocurrido una fuerte endogamia en las uniones matrimoniales, principalmente en San Antonio de los Altos y en San Diego y también, aunque en menor medida en Los Teques. Esto, sin embargo, se ha ido diluyendo con los cambios referidos.

El libro de Lucas Guillermo Castillo Lara, Una tierra llamada Guaicaipuro, se publicó por vez primera en 1970. Luego tuvo ediciones en 1991 y 1994. Esta fue la última y la se puede considerar como la definitiva, porque incluye no solo correcciones ya presentes en la de 1991, sino reproducciones de los mapas de la edición de 1970 que no se publicaron en la de 1991.

Escrito hace más de medio siglo y teniendo por referente los estilos de vida de una región anterior a esa fecha, principalmente de las décadas de 1940, 1950 y 1960 que Castillo Lara conocía profundamente, el libro da cuenta de una historia regional conjugando fuentes documentales, cartográficas y provenientes también de vivencias personales y los testimonios orales. En contraste, los procesos de acelerada urbanización que vivió la región de los Altos hacen de ella hoy en día una zona altamente poblada e impactada en lo ambiental por las construcciones y la industria. En gran parte la memoria histórica y las identidades se han ido si no perdiendo del todo, sí transformándose. Sin embargo, en la obra de Castillo Lara, los nuevos historiadores pueden, podemos encontrar no solo motivos de inspiración, preguntas que iluminen nuevas pesquisas, sino también datos, interpretaciones y sólidas observaciones sobre el pasado colonial de la región.

El caso de Lucas Guillermo Castillo Lara es precisamente el de un historiador que se hace historiador porque valora la memoria, la transmisión familiar y oral de los conocimientos, la identidad. A partir de esos elementos emotivos y subjetivos, se dedica a reconstruir el pasado y, por esa vía, a llenar de significados fenómenos del presente que requieren un conocimiento de sus orígenes para poder ser comprendidos a cabalidad.

El libro Una tierra llamada Guaicaipuro nos recuerda que la transmisión oral, especialmente en los contextos familiares, permite generar identidad, apego y evitar la alienación y la falta de conexión con la gente y el paisaje, culturalmente entendido. En otras palabras, el libro muestra que la falta de identidad impide la valoración positiva del entorno y de las comunidades, los sentimientos de pertenencia y orgullo por los orígenes locales y familiares.-

Foto: Xavier Villegas Godoy

Publicado en El Nacional. Caracas, viernes 03 de octubre, 2025

URL: https://www.elnacional.com/2025/10/los-altos-de-lucas-g-castillo-lara/

hbiordrcl@gmail.com

Horacio Biord Castillo

Escritor, investigador y profesor universitario

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