La singladura de Cristóbal Colón en el mar de las letras
La novela esconde más aventuras en su océano de letras que deja al lector la libertad de navegar sobre ellas a través de los desvelos y las aventuras de los personajes que conforman este trabajo pensado por Cristóbal Colón para las gentes del mar pero que, lejos de marear, también atrae a las personas de tierra adentro

José Pereira Alcántara:
A través del presagio de Adela, Cristóbal Colón hila una historia cautivadora a través del mar, la gran pasión del autor, que se ha lanzado de lleno a la aventura del descubrimiento de un nuevo mundo de letras. Y sí, han leído bien, Cristóbal Colón de Carvajal, el descendiente vigésimo del descubridor, un marino como su antepasado que se ha enrolado en el barco de la literatura, del que ya zarpó con la publicación de su primera novela, “La premonición de Adela”, un libro que se gestó durante la pandemia y que ahora arriba a puerto después de años de travesía a bordo del duro trabajo del estudio y la documentación.
Este oficial de la Armada de nombre y herencia insigne reconoce que concibió esta novela como un relato corto, pero la trama se fue pertrechando en su mente de tal manera que obligó a ampliar la travesía prevista para culminar la singladura con un trabajo de 418 páginas, que se puede adquirir en Amazon tanto en su versión de papel (15,84 euros) como en digital (5,44 euros).
La confección del libro, desde que surgió la idea hasta que finalmente salió publicado, abarca un periodo de unos cinco años, los mismos que ha estado el autor estudiando en la Escuela Naval de Marín, desde donde recorrió el mundo entero a bordo del buque escuela de la Armada española, Juan Sebastián de Elcano durante nueve meses. Al igual que entonces “he tenido que aprender muchas cosas” y no han sido pocos los cursos a los que ha asistido porque “quería hacer un trabajo bien hecho”, porque para quien ostenta el título de Almirante de las Indias el rigor es esencial en cualquier aspecto de la vida.
Su condición de oficial de la Armada se trasluce en las páginas del libro. A través de ellas no falta la lealtad ni el deber ni la integridad de los personajes. El valor, la responsabilidad en las acciones y el compañerismo entre los protagonistas son indicios más que suficientes como para que cualquier persona que haya navegado o tenga interés por el mar se sienta identificado con las aventuras del protagonista y su amigo Francisco surcando los mares a bordo de un pesquero o del bergantín goleta de nombre ‘Sirena’.
Quien ostenta el título de duque de Veragua admite que durante la navegación para alcanzar el descubrimiento del nuevo mundo que esconde la literatura comenzó como un grumete aunque, a tenor del resultado, acabó siendo oficial tras un meticuloso aprendizaje para contar la historia de Adela, una niña que se despierta bañada en lágrimas porque ha soñado que el barco en el que navega su padre se hunde en el mar.
Manuel, que así se llama el protagonista de la novela, decide no hacer caso a la premonición para enfrentarse a su ineludible destino y hasta aquí se puede adelantar para que sean los lectores quienes tracen el rumbo de una lectura salpicada de salitre y desvel os de amor, divertidas situaciones y de algún conflicto.
En el libro se describe a la perfección la vida a bordo de un barco de vela, muy utilizados en la época en la que se ambienta el texto para el transporte de mercancías, aunque con la llegada del vapor “pasaron a ser olvidados en el desván de la historia”, ya que hoy en día solo navegan los grandes veleros de los buques escuela de las diversas naciones. “El resto ha desaparecido de los mares”.
En las travesías atlánticas que se describen en la novela hay episodios en los que más que leer, el lector siente que forma parte de la tripulación de aquellos barcos en los que se cazaban ballenas en las Azores antes de su prohibición.
Colón de Carvajal detalla como en aquellos barcos balleneros había un lugar para lanzar el arpón a pulso y la lucha por la supervivencia entre el hombre y el gigante de los mares, “sin que corriera un peligro para la extinción de la especie”.
Todo ello lo cuenta con el lenguaje que los marinos “empleamos a bordo de los barcos para que los amantes de la mar encuentren en ello un mundo en el cual se sientan cómodos al leerlo”. Los profanos en la materia también podrán ampliar sus conocimientos a través de un glosario en el que se recogen los términos náuticos y disponer así de todos los detalles.
La vida a bordo no siempre es fácil y las condiciones meteorológicas con tormentas y vientos huracanados también se describen en las páginas de ‘La premonición de Adela’ y en este punto, Cristóbal Colón de Carvajal cuenta, al margen ya de la ficción, como en su época en activo “he tenido que participar en un rescate de náufragos de un buque polaco que se hundió en medio de un temporal terrible de invierno”.
En aquella época era piloto en un portaviones y relata que la operación “fue triste porque vi morir gente delante de nosotros”. Recuerda, casi con la voz quebrada, que “la situación era difícil por las olas y porque los marineros ya estaban débiles”. Aún así “fuimos capaces de salvar a buena parte de ellos”.
En la novela también se exponen situaciones similares porque “el riesgo siempre está presente y es como un tributo que se cobra la mar en vida de marinos por permitir que naveguen sobre ella”.
Lo que es evidente es que la vida de los marineros de aquella época, también en esta aunque con otras condiciones, era difícil. “En el libro se plasma bien como era la vida a bordo. Vivían en literas con unas colchonetas muy delgadas” donde el descanso era complicado. Pero también, a través de los personajes, se adentra en las salas de máquinas y calderas para dar a conocer el ambiente tórrido en el que desarrollaban su trabajo los engrasadores y fogoneros. “Todo ese mundo ya no existe hoy en día, pero todos ellos fueron héroes anónimos que contribuyeron al desarrollo de la navegación a vapor para que los barcos pudiesen timonear por cualquier derrota por todo el mundo”.
La novela esconde más aventuras en su océano de letras que deja al lector la libertad de navegar sobre ellas a través de los desvelos y las aventuras de los personajes que conforman este trabajo pensado por Cristóbal Colón para las gentes del mar pero que, lejos de marear, también atrae a las personas de tierra adentro.
Tener el nombre de Cristóbal Colón y ser descendiente del descubridor no ha supuesto una carga para el Almirante de las Indias. “Lejos de lo que se pueda pensar, digamos que no ha marcado mi vida”.
Su interés sobre el personaje viene de niño “cuando mi padre me regaló un libro sobre la vida de Cristóbal Colón y desde entonces la he seguido hasta el punto de que he dado conferencias sobre él”. Su conocimiento sobre su antepasado es inmenso como el océano y por ello, una vez bautizado en el mar de las letras, su siguiente proyecto sea el de escribir “un ensayo histórico de Cristóbal Colón” en el que se recojan diversos aspectos sobre su biografía que prometen ser reveladores, pero “de eso ya hablaremos más adelante”.
Mientras aprovisiona la documentación necesaria para su nueva incursión literaria, Cristóbal Colón de Carvajal, con los títulos de Almirante de las Indias y duque de Veragua, anima a todas las personas que tengan interés por la mar, “porque los marinos decimos la mar”, a inmiscuirse en los temores de la niña Adela y a vivir las aventuras y desventuras de Manuel y Francisco en su periplo por los mares del mundo a bordo de ‘La premonición de Adela’. –
Pie de imagen: Las ilustraciones que aparecen en ‘La premonición de Adela’, como es el caso de esta balandra a vela, fueron realizadas por el autor, Cristóbal Colón de Carvajal
FUENTE https://www.elidealgallego.com/articulo/cultura/singladura-cristobal-colon-mar-letras-5439716
21 de septiembre de 2025/El Ideal Gallego




