Iglesia Venezolana

Peregrinando a La Farneta

Me impresionó un relicario de madera, confeccionado por los mismos monjes, que contiene un hueso de Mons. Montes de Oca al que siguen con devoción pues es uno de los muchos que fueron asesinados por los nazis en retirada hacia Alemania, destruyendo todo. Era el mes de septiembre de 1944

 

Cardenal Baltazar Porras Cardozo:

 

Cada vez que vengo al Vaticano siento el gusanito de peregrinar a Lucca, a 400Kms. de la capital. Allí he ido en varias ocasiones, una de ellas para orar en compañía del episcopado al cementerio de Santa Ana donde está enterrado Mons. Oriano Quilici, nuncio en Venezuela en la última década del siglo XX. En compañía del vicario general y de sus familiares estuvimos ante su tumba. Las otras visitas han sido tras las huellas de nuestros santos. En la Cartuja de la Farneta, en las cercanías de Lucca, en un bello paraje fascinante por su entorno, como los rincones de la Toscana, tiene asiento el monasterio de los hijos de San Bruno, en una explanada rodeada de montañas.

 

En la actualidad el monasterio acoge a 21 monjes, 17nitalianos y 4 de otras nacionalidades que en la austeridad cartujana se dedican a la oración y al trabajo manual y espiritual, en el silencio sonoro en el que Dios habla a aquellos hombres, retirados del mundo, pero no ajenos a él. En esta Cartuja está muy viva la memoria de los dos venezolanos que vivieron un tiempo con ellos. Las dos “celdas”, así se llama el apartamento o estancia donde transcurre la mayor parte del día y la vida toda del monje.

 

El primero que intentó dedicarse a la rigurosa contemplación cartujana fue José Gregorio Hernández (1908). Su estancia está marcada con la letra U y en ella hace vida hoy un novicio italiano, muy devoto de José Gregorio. Preside la entrada de sus predios una imagen del santo trujillano al que se encomienda pues conoce su vida y obras, de la que hacen memoria viva los monjes. Está situada en el segundo y amplio claustro del monasterio.

El segundo venezolano acogido y aceptado como novicio fue Mons. Salvador Montes de Oca, antiguo obispo de Valencia, quien tomó el nombre de Fray Bernardo María. Estaba en pleno auge la segunda guerra mundial. Su celda está situada en el pasillo opuesto a la que tuvo José Gregorio. Por las cartas que escribió a su hermana religiosa conocemos sus cuitas, el amor a la tierra venezolana y el misticismo de su acendrada vocación a la contemplación y la austeridad.

 

Un lugar muy singular lo ocupa una sala de grandes dimensiones llamada la “sala de las reliquias”. En ella hay un considerable número de relicarios con restos de primer grado de santos de la Orden y muchos otros que en los avatares de las distintas persecuciones han ido a parar allí para su conservación y devoción. Me impresionó un relicario de madera, confeccionado por los mismos monjes, que contiene un hueso de Mons. Montes de Oca al que siguen con devoción pues es uno de los muchos que fueron asesinados por los nazis en retirada hacia Alemania, destruyendo todo. Era el mes de septiembre de 1944.

 

El monje prior me solicitó querer tener una reliquia de primer grado de San José Gregorio que se la estamos enviando para que le hagan su relicario y lo tengo como el “último santo” y mártir de la cartuja. Orar de forma muy particular en estos espacios que compartirnos con ustedes a través de las grabaciones que fuimos haciendo en la cámara del diácono permanente venezolano residente en Asís, Jean Carlos González, quedará como una visita virtual a una cartuja, privilegio único, pues no están permitidas las visitas ni las grabaciones. “Regalo” de San José Gregorio y del mártir de la fe Salvador Montes de Oca. En compañía de su sobrino nieto Andrés Montes de Oca y del Dr. Otto Campos, caroreño residenciado en Avezzano, el primero en investigar y dar a conocer los últimos años de Fray Bernardo María.

 

La visita posterior al Sr. Arzobispo de Lucca, con quien compartimos su mesa al mediodía, fue otro gran obsequio y nos acompañó para mostrarnos los “secretos” de la catedral, joya del arte renacentista toscano.

 

Retornamos a Roma por la autopista, comentando en el camino los sentimientos encontrados, pero nos llenan de fe y esperanza, por la fuerza del Señor que mueve montañas. Oramos para que la causa de Mons. Montes de Oca se una pronto a los nuevos santos venezolanos. Mientras, quien pase por la catedral de Valencia (Carabobo) dedique unos minutos para orar ante su tumba en la capilla dedicada a Nuestra Señora de Coromoto, devoción muy querida por este caroreño orgullo de todos los creyentes venezolanos.-

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