Teólogo experto analiza hallazgo de pan de comunión con 1300 años de antigüedad
El hecho ocurrido en Turquía, que el Papa León visitará este año, brinda elementos sobre los orígenes del cristianismo y su difusión en tierras que hoy son musulmanas. También reitera que la eucaristía es centro y fuente excepcional de la vida cristiana

Aleteia conversó con el reputado teólogo internacional Pablo Blanco-Sarto para comprender a profundidad el impacto del hallazgo de pan de comunión en el territorio de Turquía, adonde acudirá en apenas días el Papa León XIV en su primer viaje apostólico.
Ganador del excepcional premio Ratzinger de teología, el catedrático analizó el logro arqueológico consistente en cinco hogazas de pan carbonizadas, las cuales contienen una peculiar inscripción en griego: “Con nuestro agradecimiento al Bendito Jesús”.
El padre Pablo comienza por aclarar que “no son hostias consagradas. Más bien se trataría de Pan de Comunión, que constituye la materia prima que se utilizaba para la Eucaristía”.
Abunda el sacerdote que eran “panes especiales, a menudo redondos y sellados, elaborados para este propósito, como indican las inscripciones y los símbolos de Cristo encontrados”.
Además de que confirma la realización de misas en la época, el también académico destaca un elemento de especial relevancia. Blanco estima que esto hablaría “de la difusión del cristianismo en tierras que ahora son predominantemente musulmanas”.
Confirma la universalidad de la Iglesia y su misión
Consultado con respecto a cómo deberíamos asumir los católicos este hallazgo en términos de una confirmación en la fe, menciona dos puntos sobresalientes: el origen y una misión crucial.
“Efectivamente, demuestra que el cristianismo, en sus orígenes, no es una religión europea sino asiática, nacida en el Oriente Próximo”. Pero esto habla también, por tanto, “de la universalidad de la Iglesia, de la catolicidad de la religión cristiana, llamada a ‘ir a todo el mundo’”.
Por otra parte, los investigadores que publican el hallazgo de arqueólogos turcos mencionan que “a diferencia de la imagen tradicional del Pantocrátor, que representa a Cristo como gobernante y salvador” el pan encontrado lo retrata como un campesino, lo que, según la publicación de National Geographic, “simboliza la conexión entre la fe, el trabajo y la fertilidad agrícola”.
Sobre este aspecto, el teólogo opina que si bien no le parece que influya en la fe sobre la presencia real de Jesucristo en la eucaristía, sí “es un bonito símbolo que expresa cómo la materia con que se consagra el cuerpo y la sangre de Cristo es ‘fruto de la tierra y del trabajo’. Así, nuestro trabajo también es llevado a la eucaristía en el ofertorio, de manera que al convertirse en las especies eucarísticas, el Señor se encuentra también con eso que es algo tan nuestro”.
Mantenemos la misma fe…
La publicación afirma además que “el pan era una expresión de fe y devoción que ofrece una visión clara acerca de las creencias de las comunidades cristianas que habitaron la zona durante el período bizantino medio”.
A la pregunta de si sería la comunión y no solo el pan en sí mismo lo que le brindaría un valor excepcional para el catolicismo, el padre Pablo Blanco deja claro que sí:
“El pan no tendría sentido ni finalidad en el ámbito sagrado si no fuera la materia con que se consagra el cuerpo de Cristo. La inscripción en ese pan es un acto de fe que ha perdurado hasta nuestros días”.
Por último, se señala que la imagen de Cristo se vinculaba con la de un ser “dador de vida” a través de los frutos de la tierra. Al respecto, el teólogo sostiene que “mantenemos la misma fe: la eucaristía es el centro y la fuente de la vida cristiana, por lo que es el alimento que nos da vida y energías para continuar por la peregrinación en este mundo”.
“¡Estoy con vosotros todos los días!”
En 2007, durante el segundo año de su pontificado, el Papa Benedicto XVI publicó una exhortación apostólica denominada Sacramentum Caritatis sobre la eucaristía, “fuente y culmen de la vida y de la misión de la Iglesia”.
En aquel bellísimo documento, se refiere a la Santísima Eucaristía como “el don que Jesucristo hace de sí mismo, revelándonos el amor infinito de Dios por cada hombre. En este admirable Sacramento se manifiesta el amor «más grande», aquel que impulsa a «dar la vida por los propios amigos».
Agrega el Papa: «¡Qué emoción debió embargar el corazón de los Apóstoles ante los gestos y palabras del Señor durante aquella Cena! ¡Qué admiración ha de suscitar también en nuestro corazón el Misterio eucarístico!».
Y concluye con palabras que hacemos nuestras: «Deseemos ir llenos de alegría y admiración al encuentro de la santa Eucaristía, para experimentar y anunciar a los demás la verdad de la palabra con la que Jesús se despidió de sus discípulos: ‘Yo estoy con vosotros todos los días, hasta al fin del mundo'».-
Carlos Zapata – publicado el 27/10/25-Aleteia.org




