Opinión
Fuera del círculo vicioso de venganza y odio, está la historia

Bernardo Moncada Cárdenas:
Ya en anteriores escritos, quien escribe señala la profunda, extrema y dañina polarización que advierte campeando por sus fueros, impidiendo el debate público a todo nivel, y llevando el proceso histórico del país a este monumental atasco. Incitada por ciertos liderazgos, nuestra opinión pública se solaza en pasiones exacerbadas, hasta el punto de bloquear las razones necesarias para articular una dinámica política que rinda frutos de progreso.
En una autorizada publicación, National Library of Medicine, del Centro Nacional para la Información Biotecnológica en Bethesda, se encuentra la siguiente aseveración: “si bien la diferenciación de opinión anticipa positivamente la discusión de problemas sociales, la creencia de que estas opiniones reflejan una división social más profunda también anticipa posibilidades e intenciones de comunicación negativas”: incomunicación y hostilidad irreparables.
Acudiendo de nuevo a la citada publicación, se advierte que “los debates polarizados pueden sofocar la participación democrática pública. Esto se debe a que las opiniones pueden ser tan diferentes que no se puede encontrar un punto en común.”
Pero la democracia, desde sus orígenes mismos, exigía, aún más que permitir, la participación de los ciudadanos en el debate de los asuntos públicos, instituyendo inclusive un espacio (ekklesia) para ello. La vida social es más saludable cuanto más se sostiene sobre esa conciencia de pareceres y propuestas que, aún distinguiéndose, dialogan. El estado de enfermiza polarización obstruye, precisamente, esa mecánica social, capaz de sintetizar diferencias en pro del bien común.
Gran parte de la nación experimenta esta situación de iracunda desunión. Animado por el descrédito de los políticos, el recurso a la antipolítica ha llevado a una partición pre-política, tribal, donde cada bando polar bien puede hacer suyo el grito de guerra de los caribes: “Ana Karina Róte” (“Sólo los caribes somos gentes”), justificado actos atroces y grandes errores de perspectiva.
Sólo un discurso radicalmente distinto, conscientemente abierto, puede romper este estado de crispación, existente a veces hasta en el seno de las familias.
La frase «hasta el mal conspira para el bien», idea común en la mística, sugiere que Dios puede usar incluso las acciones negativas para un propósito mayor y positivo. “No hay mal que por bien no venga”, reza la sabiduría popular. En pasajes bíblicos como Romanos 12:21, se subraya que, en lugar de enfrentar lo que vemos como mal, con más mal, evitando entrar en un ciclo de venganza y odio, y rompiendo con la maldad que, innegablemente existe.
Parecerá a algunos una paradoja absurda, pero la historia -abundante en episodios bélicos y grandes desavenencias- muestra que la resolución de estos choques ha propulsado la humanidad a etapas de fructífera paz.
¡Fuera del círculo vicioso de venganza y odio está la historia!.-




