El Papa

A seis meses del Papa León XIV: balance de un pontificado sereno centrado en la unidad

El 8 de noviembre marca el final de los primeros seis meses del pontificado del Papa León XIV.

A esta altura de los pontificados de varios de sus predecesores recientes, la Iglesia ya tenía una noción bastante clara de lo que podía esperarse.

Seis meses después de la elección de San Juan Pablo II en 1978, por ejemplo, ya había publicado su primera encíclica, Redemptor Hominis (El Redentor del Hombre), con su memorable frase inicial: “El Redentor del hombre, Jesucristo, es el centro del universo y de la historia.”

Ese texto sirvió como gran manifiesto de su pontificado de 26 años y se encarnó en su lema no oficial pero duradero: “¡No tengáis miedo!”.

Seis meses después del inicio del pontificado de Francisco en 2013, el entonces Papa había captado la atención mundial, primero en la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro, cuando exhortó a los jóvenes: “¡Hagan lío!”, y luego en su vuelo de regreso de Brasil, al pronunciar su célebre “¿Quién soy yo para juzgar?” al ser preguntado por un sacerdote con atracción hacia personas del mismo sexo.

En contraste, los primeros seis meses de León XIV no han estado marcados por momentos dramáticos, frases impactantes ni controversias notables. De hecho, ha emulado no tanto a Francisco y su “Hagan lío”, sino a Benedicto XVI y sus primeras palabras al ser elegido Papa en abril de 2005: “Los cardenales me han elegido, un simple y humilde trabajador en la viña del Señor.”

Los primeros meses de Benedicto tampoco estuvieron llenos de encíclicas severas, como algunos esperaban o temían. En cambio, se instaló serenamente en su misión, con dos hechos notables en sus primeros días: la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud en Colonia y la promulgación del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica.

León XIV ha desempeñado su labor sin dramatismo y con tal serenidad que los medios seculares apenas le prestan atención, salvo para aplaudir su afición por los Chicago White Sox, interpretar algún supuesto ataque a Donald Trump o destacar comentarios asumidamente positivos hacia la comunidad LGBTQ. Por su parte, León no parece tener prisa ni sentir presión por generar titulares, reorganizar la Curia Romana o publicar su primera encíclica.

Si Francisco fue el Papa “con prisa”, León es el Papa que actúa con prudente calma. Dicho de otro modo, si se busca un manifiesto o plan de su pontificado, podría decirse que su pontificado mismo es el plan: vive cada día su misión a través del trabajo constante, la autenticidad y un gobierno reflexivo.

Esa aparente facilidad encubre la energía que ha traído al cargo. Acaba de cumplir 70 años, pero es un pontífice vigoroso y entusiasta. Esto se ha visto en sus bulliciosas audiencias generales de los miércoles, donde recibe bebés para bendecir y pizzas de Chicago para comer. Se evidenció especialmente en junio, cuando cargó la Cruz Jubilar como un peregrino más desde el Aula Pablo VI hasta la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro.

Su vitalidad ha impactado particularmente a los jóvenes, sobre todo durante el Jubileo de la Juventud en agosto, cuando volvió a cargar la Cruz Jubilar y fue recibido con júbilo por alrededor de un millón de jóvenes en Tor Vergata, a las afueras de Roma. En el evento más grande de su pontificado hasta ahora, León XIV aprovechó la ocasión para dirigir la atención de los jóvenes no hacia él, sino hacia Cristo. Les pidió “estudiar, trabajar y amar según el ejemplo de Jesús” y orar con las palabras: “Quédate con nosotros, Señor.”

Si Francisco fue el Papa “con prisa”, León es el Papa que actúa con prudente calma. Dicho de otro modo, si se busca un manifiesto o plan de su pontificado, podría decirse que su pontificado mismo es el plan: vive cada día su misión a través del trabajo constante, la autenticidad y un gobierno reflexivo.

Esa aparente facilidad encubre la energía que ha traído al cargo. Acaba de cumplir 70 años, pero es un pontífice vigoroso y entusiasta. Esto se ha visto en sus bulliciosas audiencias generales de los miércoles, donde recibe bebés para bendecir y pizzas de Chicago para comer. Se evidenció especialmente en junio, cuando cargó la Cruz Jubilar como un peregrino más desde el Aula Pablo VI hasta la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro.

Su vitalidad ha impactado particularmente a los jóvenes, sobre todo durante el Jubileo de la Juventud en agosto, cuando volvió a cargar la Cruz Jubilar y fue recibido con júbilo por alrededor de un millón de jóvenes en Tor Vergata, a las afueras de Roma. En el evento más grande de su pontificado hasta ahora, León XIV aprovechó la ocasión para dirigir la atención de los jóvenes no hacia él, sino hacia Cristo. Les pidió “estudiar, trabajar y amar según el ejemplo de Jesús” y orar con las palabras: “Quédate con nosotros, Señor.”

En cuanto a las pocas designaciones que ha hecho, todas reflejan su búsqueda de experiencia y competencia. Nombró como su sucesor en el Dicasterio para los Obispos a un experimentado funcionario curial, el arzobispo carmelita y canonista italiano Filippo Iannone, de 67 años, quien dirigía el Dicasterio para los Textos Legislativos desde 2022. Este nombramiento es apenas el primero: León deberá liderar un recambio profundo en la Curia y entre varios arzobispos del mundo, incluidos muchos nombrados por Francisco que ya superan la edad de jubilación de 75 años.

En sus demás acciones, León se muestra en continuidad con su predecesor inmediato, aunque imprimiendo su propio estilo. Desde el día de su elección dejó claro que su gran aspiración es la unidad de la Iglesia y del mundo.

Esa línea de continuidad se vio en su reciente exhortación Dilexi Te (Te he amado), heredada inacabada de Francisco. El documento retoma el enfoque del Papa anterior en los pobres y los marginados, pero con un tono más reservado y matizado. Advierte contra separar la fe del servicio al necesitado y critica tanto los excesos del libre mercado como la intervención excesiva del Estado:

“Desvincular este aspecto religioso de la promoción integral —escribe—, agregan que sólo el gobierno debería encargarse de ellos, o que sería mejor dejarlos en la miseria, para que aprendan a trabajar. A veces, sin embargo, se asumen criterios pseudocientíficos para decir que la libertad de mercado traerá espontáneamente la solución al problema de la pobreza”.

Desvincular este aspecto religioso de la promoción integral, agregan que sólo el gobierno debería encargarse de ellos, o que sería mejor dejarlos en la miseria, para que aprendan a trabaja.r A veces, sin embargo, se asumen criterios pseudocientíficos para decir que la libertad de mercado traerá espontáneamente la solución al problema de la pobreza.

Sobre la migración, León ha reiterado la preocupación de los últimos pontífices por los migrantes y los efectos deshumanizantes de la globalización. Su lenguaje más severo ha aparecido en este contexto, como en su discurso del 23 de octubre a los participantes del Encuentro Mundial de Movimientos Populares:

“Los Estados tienen el derecho y el deber de proteger sus fronteras, pero esto debe equilibrarse con la obligación moral de ofrecer refugio. Cada vez se adoptan —e incluso se celebran políticamente— medidas más inhumanas que tratan a estos ‘indeseables’ como basura, no como seres humanos”.

Aun así, el Papa ha evitado declaraciones que pudieran interpretarse como críticas directas al gobierno de Donald Trump. El 8 de octubre, cerca de Castel Gandolfo, se negó a responder una pregunta sobre el envío de tropas federales a Chicago, su ciudad natal, diciendo: “Prefiero no comentar por ahora decisiones políticas internas de Estados Unidos.”

Sin embargo, no ha permanecido pasivo ante las deportaciones masivas y ha pedido a los obispos estadounidenses trabajar unidos frente a este desafío, recordándoles —según declaró el obispo Mark Seitz de El Paso—: “La Iglesia no puede callar ante la injusticia. Ustedes están conmigo, y yo con ustedes”. También ha expresado preocupación por la negación de sacramentos a inmigrantes ilegales en centros de detención.

Esa actitud mesurada pero firme también se refleja en su visión sobre la sinodalidad, una de las grandes banderas del pontificado de Francisco. Sin apartarse drásticamente de sus objetivos, León ha devuelto el concepto a su sentido más profundo:

“Hay gran esperanza —dijo en una entrevista con Crux en septiembre— si logramos seguir construyendo sobre la experiencia de estos años y encontrar formas de ser Iglesia juntos. No se trata de transformar a la Iglesia en una especie de gobierno democrático”.

Reafirmó este pensamiento el 24 de octubre, al dirigirse a los participantes del Jubileo de los Equipos Sinodales y Organismos Participativos: “La sinodalidad no es una campaña; es un modo de ser, una forma de vivir la Iglesia. Se trata de una conversión al espíritu de ser Iglesia, siendo misioneros y edificando la familia de Dios”.

Esa edificación, esa búsqueda de unidad, es el tema más constante de su pontificado hasta ahora. En la tarde de su elección, dijo: “Todos estamos en las manos de Dios. Caminemos, sin miedo, juntos, tomados de la mano de Dios y de los unos con los otros.”

Consciente de las divisiones dentro de la Iglesia, ha adoptado un tono conciliador y una llamada frecuente a la comunión.

En el tema controvertido de la Misa tradicional en latín, se reunió con el Cardenal Raymond Burke —cuya relación con Francisco fue tensa— y le permitió celebrar la liturgia anterior al Concilio Vaticano II en la Basílica de San Pedro el 25 de octubre, algo que no se permitía desde la publicación de Traditionis Custodes. En su entrevista con Crux, León también expresó su disposición a dialogar con los fieles del rito antiguo, algo impensable en años recientes.

Incluso la reciente nota doctrinal del Dicasterio para la Doctrina de la Fe sobre los títulos marianos, Mater Populi Fidelis (Madre del Pueblo Fiel de Dios), refleja el horizonte más amplio de León XIV.

Al desalentar el uso del título Corredentora para María, el Papa busca tender puentes con otras Iglesias y comunidades cristianas, evitando cualquier obstáculo que oscurezca la centralidad absoluta de Cristo. Así, refuerza la mirada común de los cristianos hacia la unidad en Cristo, con María como primera y más grande discípula y Madre de la Iglesia.

Al Papa León XIV le esperan grandes decisiones y viajes importantes, empezando por Turquía y Líbano a fines de noviembre. El próximo año traerá nombramientos clave, posibles disposiciones sobre la Misa tradicional, quizá su primera encíclica y nuevos viajes, incluyendo una probable visita a Estados Unidos por el 250º aniversario de su independencia.

Por lo visto hasta ahora, León XIV seguirá actuando con discernimiento deliberado, ejecutando sus planes con firmeza y reflexión, y mostrando su habitual energía y serenidad. Vendrán nuevas crisis y desafíos, pero su llamado a la unidad permanecerá constante.

Como dijo el 18 de mayo, en la Misa del inicio de su pontificado: “Hermanos y hermanas, deseo que nuestro primer gran anhelo sea una Iglesia unida, signo de comunión, que se convierta en fermento para un mundo reconciliado.”

[Traducido y adaptado por ACI Prensa. Publicado originalmente en National Catholic Register]

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