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El nuncio Eterović denuncia que 380 millones de cristianos sufren persecución en 78 países

Durante su homilía en Berlín, el nuncio recordó que la fe no está exenta de sufrimiento, citando las palabras de Cristo sobre la tribulación y afirmando que detrás de los números de la persecución hay rostros concretos de hermanos y hermanas que viven por amor a Cristo

En una homilía pronunciada en la sede de la nunciatura apostólica en Berlín el pasado 16 de noviembre, el nuncio apostólico en Alemania, monseñor Nikola Eterović, advirtió que los cristianos son hoy «los mundialmente más perseguidos por su religión». Reproduciendo las palabras de Jesucristo en el Evangelio de san Lucas —«Si perseveráis, gane la vida» (Lc 21,19)— el prelado exhortó a los fieles a la fidelidad inquebrantable.

Recordó la destrucción del templo de Jerusalén en el año 70 y lo interpretó como un signo de las jerarquías materiales que pueden desplomarse, de modo análogo a lo que hoy sufren los seguidores de Cristo. Luego subrayó que la historia humana ha conocido innumerables tragedias, pero «estos son signos del fin que la humanidad ha superado».

El nuncio informó que según datos estadísticos actuales, alrededor de 380 millones de cristianos en 78 países están sujetos a una persecución intensa o a discriminación sistemática por motivos de fe. Precisó que esta intensidad ha aumentado con respecto al año 2024.

Con convicción, afirmó que los perseguidos no son simplemente víctimas pasivas: ellos «relatan el secreto obrar de Dios en medio del sufrimiento», al encontrar en su peligro de muerte la presencia de Cristo que no los abandona.

Eterović advirtió asimismo que antes de los «grandes signos» anunciados por el Señor (guerras, terremotos, enfermedades) vendrá la persecución de los discípulos: «Se os prenderá mano… y os perseguirán» (Lc 21,12). Ante esa realidad, instó a los cristianos con estas palabras: «Confiemos las preocupaciones de estos hermanos y hermanas de fe a la poderosa intercesión de la bienaventurada Virgen María… para que el Dios trino nos conceda a ellos y a nosotros fuerza para perseverar, y para que ganemos la vida eterna».

En su llamado final, el nuncio exhortó al pueblo de Dios a no desanimarse ante las noticias alarmantes, sino a reforzar su esperanza y amor, sabiendo que «ni muerte ni vida… ni cosa alguna podrá separarnos del amor de Dios que es en Cristo Jesús» (Rm 8,38-39).

Este pronunciamiento cobra relevancia en un contexto mundial en el que el secularismo, la marginación de la fe cristiana y diversas formas de hostilidad contra los creyentes representan un desafío para la libertad religiosa. Frente a la cultura de la muerte y la indiferencia hacia la verdad de la fe, la Iglesia es llamada a la valentía. El mensaje del nuncio subraya que la persecución no es sólo un dato estadístico, sino realidades humanas concretas —hermanos y hermanas— que requieren nuestra oración, solidaridad y apoyo espiritual.

Como creyentes debemos recordar que el llamado cristiano implica «dar testimonio» aun en medio de pruebas graves. La vocación de cada bautizado —y del conjunto del Cuerpo místico de Cristo— es permanecer firmes, arraigados en la Palabra de Dios y abiertos a la acción del Espíritu Santo, para que «ganemos la vida».

Seamos, pues, vigilantes, fuertes en la fe y sostenidos por la comunión de los santos, por la Virgen María y por la esperanza de la vida eterna.-

(Kath.net)

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