Opinión

El poder de lo local

Francisco González Cruz:

 

“No hay fuerza en el universo que sea capaz de resistir la acción coherente y coordinada de un grupo de personas cuyas mentes funcionan convergentemente hacia un objetivo determinado”

Pierre Teilhard de Chardin

“El mundo cambia en la medida que las comunidades locales asumen su  autodeterminación”.

Margaret Wheatley

“Todo extremo es malo”, dice una sabia y antigua sentencia. En el caso del desarrollo humano sostenible y los problemas que es necesario enfrentar como la pobreza, el hambre, las enfermedades, las distintas formas de discriminación, el abastecimiento de agua limpia, el calentamiento del clima, el desempleo, la economía especulativa, la delincuencia, el retroceso de la biodiversidad, la guerra y otros asuntos de similar complejidad, la tendencia prevaleciente es la de trazar soluciones globales, en cumbres mundiales, planteadas por organismos multilaterales, instituciones globales o empresas multinacionales.

La tendencia contraria es la de promover y ejecutar acciones puntuales, concretas, específicas y locales, que resuelvan esos asuntos a escala pequeña, en iniciativas que parten de las personas en su casa, en su vecindad, en su empresa o en su organización. Una especie de “sálvese el que pueda hoy y aquí”, como una alternativa a los enormes desafíos donde la capacidad de incidencia de la mayoría de la gente es mínima.

Una alternativa es actuar aquí y hoy, creando esos espacios de bienestar o de cordura que plantea la prestigiosa asesora organizacional Margaret Wheatley, como medio para una estrategia de cambio exponencial si se articula con otras comunidades, organizaciones y empresas que hacen lo mismo en otras partes.  O lo que propuso el Papa Francisco: “Es necesario hundir las raíces en la tierra fértil y en la historia del propio lugar, que es un don de Dios. Se trabaja en lo pequeño, en lo cercano, pero con una perspectiva más amplia”. “Simultáneamente, hay que asumir con cordialidad lo local, porque tiene algo que lo global no posee: ser levadura, enriquecer, poner en marcha mecanismos de subsidiariedad. Por lo tanto, la fraternidad universal y la amistad social dentro de cada sociedad son dos polos inseparables y coesenciales”.

Es necesario actuar sin narcisismos localistas y sin mesianismos globales. Sin pretender la superioridad de una localidad, una ciudad o una provincia en un regionalismo insano, pero tampoco ser un simple peón de las potencias o monopolios que quieren imponer su ideología o  su modelo de consumo.

Las comunidades locales pueden ser muy exitosas si adoptan unos procesos flexibles que resuelven problemas y avanzan por los caminos de bienestar, aprendiendo de otras experiencias y adaptándolas a sus propias realidades. Cada persona en cada lugar tienen su responsabilidad de hacer cosas para contribuir a resolver los problemas, pero si actúa con esa perspectiva global y se articula con otras iniciativas, la capacidad de incidencia se multiplica.

Al fin y al cabo, siempre es mejor vivir en un hogar y en un lugar amable, confiable y limpio.  –

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