Devociones y tradiciones

Segundo Domingo de Adviento 2025: Dios nos llama a la conversión

En este Segundo Domingo de Adviento, el Evangelio nos interpela radicalmente a través de la voz de Juan el Bautista: «Arrepiéntanse, porque ya está cerca el Reino de los cielos» (Lc 3, 4). El mensaje es claro: Dios nos está llamando a la conversión.

Juan era ese a quien el profeta Isaías describió como la “voz que clama en el desierto”; aquel que viene a despertar los corazones adormecidos: “Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos” (Mt 3. 1-2). Nuestra respuesta debe ser alejarnos del pecado y preparar el corazón para recibir al Señor Jesús. El Espíritu nos llama a reconciliarnos con Dios, acercándonos al sacramento de la Reconciliación (confesión).

Sugerencia práctica

En la segunda semana de Adviento, la Iglesia motiva a sus hijos a acoger el don de la reconciliación mediante la Confesión. Este es un sacramento que nos devuelve la amistad con el Señor, debilitada por el pecado. No olvidemos que la Confesión, además de concedernos el perdón, nos fortalece para no volver a pecar. Meditemos el Evangelio de hoy (Mateo 3, 1-12) y hagamos la ‘Oración familiar para el Segundo Domingo de Adviento’.

En la Oración familiar del Segundo Domingo de Adviento encenderemos la segunda vela de la corona. Esto será un signo del llamado urgente a la conversión, de la necesidad de rechazar el pecado para vivir como Jesús nos pide.

Reúne, entonces, a la familia y recen juntos la Oración familiar.

Lectura del Evangelio del Segundo Domingo de Adviento según San Mateo (Mt 3, 1-12)

En aquel tiempo, comenzó Juan el Bautista a predicar en el desierto de Judea, diciendo: “Arrepiéntanse, porque ya está cerca el Reino de los cielos”. Juan es aquel de quien el profeta Isaías hablaba, cuando dijo: Una voz clama en el desierto: Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos.

Juan usaba una túnica de pelo de camello, ceñida con un cinturón de cuero, y se alimentaba de saltamontes y de miel silvestre. Acudían a oírlo los habitantes de Jerusalén, de toda Judea y de toda la región cercana al Jordán; confesaban sus pecados y él los bautizaba en el río.

Al ver que muchos fariseos y saduceos iban a que los bautizara, les dijo: “Raza de víboras, ¿quién les ha dicho que podrán escapar al castigo que les aguarda? Hagan ver con obras su conversión y no se hagan ilusiones pensando que tienen por padre a Abraham, porque yo les aseguro que hasta de estas piedras puede Dios sacar hijos de Abraham. Ya el hacha está puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé fruto, será cortado y arrojado al fuego.

Yo los bautizo con agua, en señal de que ustedes se han arrepentido; pero el que viene después de mí, es más fuerte que yo, y yo ni siquiera soy digno de quitarle las sandalias. Él los bautizará en el Espíritu Santo y su fuego. Él tiene el bieldo en su mano para separar el trigo de la paja. Guardará el trigo en su granero y quemará la paja en un fuego que no se extingue”.-

Aciprensa

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba