Cultura Católica

El milagro silencioso del cementerio teutónico

En el Cementerio Teutónico del Vaticano, un toque de lo maravilloso ha irrumpido recientemente en la realidad. La historia de un hombre sin hogar que nunca debió ser enterrado allí y la de un cuadro que nunca debió haber sido colgado allí se entrecruzan en una atmósfera de delicadas flores

A la sombra de la Basílica de San Pedro, cualquier visitante puede descubrir el cementerio Teutónico. A este sitio, construido sobre el antiguo Circo de Nerón, se accede atravesando primero una barrera custodiada por la Guardia Suiza y luego el puesto de la Gendarmería Vaticana, dentro del territorio del pequeño estado. Allí reposan grandes nombres e ilustres personajes desconocidos: condes, obispos, astrónomos, monjas, arqueólogos…

Estar entre los nobles restos de estos lugares está reservado a un círculo muy selecto. Se deben cumplir varios criterios: ser católico, de origen alemán, holandés o flamenco, miembro de la Archicofradía de Nuestra Señora de los Dolores, de instituciones religiosas de origen alemán o flamenco con sede en Roma, de los dos colegios sacerdotales alemanes «Anima» y «Germanicum», o incluso de la Guardia Suiza Pontificia. 

Campo Santo Teutónico

Otra tradición, menos extendida hoy en día, estaba asociada al cementerio: los peregrinos que fallecían durante una peregrinación oficial a Roma podían encontrar su último lugar de descanso en el Campo Santo Teutonico. Por ello, la bóveda gris junto a la iglesia del cementerio lleva grabada la inscripción «Pilgergruft» (tumba del peregrino). Desde 2014, esta cripta subterránea alberga a tres personas sin hogar que vivían en las inmediaciones de San Pedro.

Uno de ellos, Burkhard Scheffler (1961-2022), protagoniza una historia extraordinaria. «Pienso en este llamado ‘hombre de la calle’, un alemán que murió bajo la columnata, solo, abandonado», declaró el Papa Francisco pocos meses después de su muerte. Tras fallecer en el frío invernal, se convirtió en objeto de una campaña de recaudación de fondos organizada por Radio Vaticano y el periódico holandés Nederlands Dagblad para cubrir los gastos del funeral. Impulsado por una ola de solidaridad, se convirtió en el primer y único protestante enterrado en este cementerio, a pocos pasos de la tumba de Pedro.

Un encuentro inesperado

Pero no se trata solo del apóstol Pedro. A principios de noviembre, la iglesia del cementerio adquirió un gigantesco tríptico contemporáneo en su nártex, de varios metros de altura y más de una tonelada de peso, que representa una escena de la Natividad. A la derecha de la Virgen María están el apóstol Pablo, con un libro abierto, y el apóstol Pedro, con sus llaves. Los visitantes no iniciados pasarán por alto un detalle sorprendente: Pedro, bajo su birrete rojo, guarda un asombroso parecido con… Burkhard Scheffler.

La similitud fue descubierta con asombro por los responsables del Campo Santo Teutónico. El misterio se explica: el pintor Michael Triege se encontró con el hombre sin hogar cerca de San Pedro en 2018 y, impresionado por él, dibujó su retrato con su permiso. Al reproducir este rostro en el tríptico, jamás imaginó que el modelo y la imagen volverían a cruzarse algún día. Sobre todo porque este retablo estaba destinado originalmente a la Catedral de Namburgo, en Alemania, pero la UNESCO se opuso, considerándolo demasiado moderno.

Por misterios del azar o de la providencia, la obra «sin hogar» encontró finalmente su lugar a dos pasos de San Pedro, y a dos pasos de «su» san Pedro.-

Anna Kurian – publicado el 13/12/25-Aleteia.org

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