Lecturas recomendadas

La NAVIDAD nos recuerda que…

En un mundo con tantas insatisfacciones, frustraciones y desafíos, la Navidad es sinónimo de esperanza y de fe en un mejor futuro de la humanidad

Mario J. Paredes:

El tiempo de descanso navideño, con todas sus celebraciones, música, luces, comercio, arbolitos, regalos, encuentros, cenas, tarjetas, viajes, etc., tienen un motivo: la conmemoración del nacimiento de Jesús de Nazaret, al que los cristianos confesamos como el Hijo de Dios, nuestro Señor y Salvador, “Camino, Verdad y Vida”. Pero el valor de esta celebración cristiana y su significado religioso ha trascendido, hasta convertirse en una fiesta global, porque la vida y obra de Jesús de Nazaret siguen siendo relevantes y desafiantes para todo hombre, para toda la humanidad, independientemente de la cultura, del lugar geográfico y de las creencias de cada ser humano.

Algunos de los muchos mensajes que – insistentemente – la Navidad contiene y nos recuerda a todos son: el amor fraterno y compasivo. Porque la enseñanza y llamada fundamental de Jesús de Nazaret consistió en mostrarnos el rostro de Dios como Padre bueno de todos, para que, viviendo como sus hijos, podamos amarnos todos como hermanos, para construir relaciones, sociedad y un mundo en fraternidad. Para que seamos capaces de solidaridad y de perdón. Para que la convivencia humana sea posible y para que este amor fraterno, manifestado en obras, alcance, se manifieste y despliegue, especialmente, entre los más vulnerables y necesitados del mundo.

Porque sin el amor fraterno, sin la filiación con Dios y la fraternidad humana el hombre – soberbiamente – se constituye en señor de otros y la convivencia humana queda convertida en una jungla de competencia y lucha, de divisiones y odios, de fronteras y diferencias que imposibilitan la vida.

El amor fraterno, mandamiento nuevo y estilo de vida para los cristianos, hace posible, entonces, la esperanza. Porque siempre, el nacimiento de una criatura llena al mundo de esperanza, pero el nacimiento de “un niño, envuelto en pañales y recostado en un pesebre” cuyo nombre es “Emmanuel que significa que Dios-está-con nosotros”, colma de Esperanza plena todas nuestras esperas cotidianas, llena de sentido nuestras existencias, porque nos conduce por los caminos y la lógica de Dios distintos a los caminos y la lógica del mundo.

Navidad es natividad, es nacimiento, lo que supone una nueva luz, un nuevo amanecer, un nuevo comienzo y cambio para todos. En un mundo con tantas insatisfacciones, frustraciones y desafíos, la Navidad es sinónimo de esperanza y de fe en un mejor futuro de la humanidad.

El mensaje de la Navidad a los pastores: «Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad», y todo el proyecto de vida de Jesús, son una invitación permanente a construir la paz, mediante el perdón y la reconciliación, como fruto del amor fraterno. Esta es una “paz que no es como la da le mundo.” Porque mientras la paz del mundo es silencio de armas con cementerios llenos, sumisión y arrodillamiento de los débiles frente a los más armados, la paz que Jesús nos enseña y reclama es posible gracias a la convivencia de los hermanos, hijos del mismo Padre de todos.

El nacimiento de Jesús en una pesebrera, muestra, por otra parte, el valor de la humildad, de la simplicidad y de la sencillez, en un mundo hastiado de ostentación, vanidad, lujo y derroche.  El pesebre de Belén contrasta con el materialismo y el consumismo que nos asfixia y nos anima a todos a ser capaces de descubrir y reconocer otros valores, más allá de los anti valores que nuestra cultura “light” y postmoderna nos presenta. La pesebrera de Jesús nos permite sospechar que más allá del placer, del dinero y del poder que aplasta, existen, en el ser humano, valores más simples, más genuinos y auténticos.

El relato de la ofrenda de los sabios de oriente al niño en el pesebre, además, fundamenta las tradiciones que tienen que ver con la generosidad de los hombres y de los pueblos en Navidad. En su esencia, la Navidad promueve el altruismo y la generosidad, la entrega desinteresada y el servicio dirigido especialmente a los que menos tienen y menos pueden.

Finalmente, Navidad es una época del año en la que, especialmente, se reúnen las familias y los amigos. Es tiempo de unión familiar y comunitaria. Navidad, entonces, nos recuerda que más allá de las distancias y de las diferencias, la unidad y el sentido de pertenencia son importantes para construir mejores relaciones, mejores comunidades y un mundo mejor en el que prevalezca siempre el espíritu navideño.

Entonces, Navidad, más allá de su enorme significado religioso y cristiano, es una tradición poderosa y una época del año que nos invita a todos a reflexionar y a evocar los más grandes y mejores valores que existen en el corazón de todo ser humano. Valores y mensajes que son universales y que, gracias al niño del pesebre, se convirtieron en patrimonio de todos los hombres y mujeres de buena voluntad.

Deseo a todos una FELIZ NAVIDAD y que todos seamos capaces de construir nuestra vida y la vida del mundo como una Navidad que no termine nunca.-

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