Iglesia Venezolana

Bodas de Plata Episcopales de Mons Manuel Felipe Díaz Sánchez

Palabras de Mons Raúl Biord Castillo, SDB

HOMILÍA EN LAS BODAS DE PLATA EPISCOPALES

DE MONS. MANUEL FELIPE DÍAZ SÁNCHEZ

24 DE MAYO DE 2022

 

Mons. Raúl Biord Castillo, SDB

 

Agradezco a Mons. Manuel Felipe Díaz Sánchez haberme concedido el honor de pronunciar la homilía en sus veinticinco de ordenación episcopal.

 

DESDE LA PALABRA DE DIOS

Hoy es la fiesta de María Auxiliadora, madre de la Iglesia y ayuda para los cristianos en los tiempos difíciles. Las lecturas del día de hoy nos hablan de la presencia de la Virgen en la vida de la iglesia.

El Evangelio nos relata la primera señal que hizo Jesús. El evangelista san Juan no habla de milagros, sino de signos. Y es así, los milagros son señales de la gracia de Dios. En Caná de Galilea, fue una señal de humanidad. Jesús, acompañado de su mamá y de los apóstoles asiste a la boda de unos amigos. Faltó el vino, y María se dio cuenta de la necesidad de los novios, y con su intercesión arrancó el primer milagro: que siguiera la fiesta con el vino de la alegría. El Obispo debe imitar a la Virgen María, visitar las comunidades, entrar a las casas de los sacerdotes y parroquianos, animarlos para que siga la fiesta del Evangelio con ministros y agentes de pastoral que se entregan cada día a los demás. María en Caná fue Auxiliadora de esa familia. Que también todos nosotros seamos auxiliadores de los demás, especialmente de los más pobres. La función de María es la de ser Mediadora y llevar a Jesús. “Hagan lo que Él les diga”. El Obispo no se predica a sí mismo, predica a Cristo, lleva a todos a su encuentro, a escuchar su palabra.

En la primera lectura, de los Hechos de los Apóstoles, escuchamos que los apóstoles después de la ascensión del Señor perseveraban unánimes en la oración con la Virgen María. La Virgen nos acompaña también hoy en la oración por tantas necesidades, nos consuela en el dolor y nos anima a seguir adelante. “Nos hace la segunda”, como decimos popularmente. Jesús no podrá negar lo que le pide su mamá. ¿Qué hijo le puede negar algo que le pide su mamá? Por este motivo nosotros le rezamos a ella Virgen Auxiliadora, y le pedimos por tantas necesidades de nuestro pueblo.

María es también esa mujer vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza, como la presenta el Apocalipsis. Como toda mamá está dispuesta defender a su hijo ante los dragones que lo quieren devorar en cuanto lo dé a luz. El Obispo debe imitar a María en esa función de cuidar el pueblo que le ha sido encomendado, superando las insidias del diablo que divide a la iglesia con sus insidias, y proclamar: “Ahora ya ha llegado la salvación, el poder y el reinado de nuestro Dios y la potestad de su Cristo, porque ha sido arrojado el acusador de nuestros hermanos, ellos lo vencieron gracias a la sangre del Cordero y a la palabra de testimonio que dieron, porque despreciaron su vida ante la muerte”.

Por eso la invitación del salmo: “cantaré a mi Dios un cántico nuevo”. Hoy cantamos a Dios, porque nos permite celebrar las bodas de plata episcopales del arzobispo de esta arquidiócesis llanera.

 

BODAS DE PLATA EPISCOPALES.

Hace veinticinco años fue consagrado obispo nuestro querido hermano Mons. Manuel Díaz Sánchez. Lo conocí en el VI Congreso Nacional Mariano de Guanare de 1992 (29-31 mayo). Era el presidente de la comisión organizadora del Congreso y lo hizo de forma excelente. La legación pontificia estaba presidida por mi tío el Cardenal Rosalio Castillo, y conformada también por el entonces Padre Reinaldo del Prette. El padre Manuel Felipe era entonces un sacerdote joven, inteligente, preparado. Para decirla en un lenguaje de beisbol: “un excelente prospecto”. A los cinco años lo nombraron obispo. El lema del Congreso era: “María, 500 Años llevándonos a Jesús”, pues se celebraban los quinientos años de la llegada de la fe a nuestro continente. Lo que no se imaginaba el joven sacerdote es que iba a tener la responsabilidad de fundar la diócesis de Carúpano, tierra a donde llegó la fe por primera vez a nuestro país, Macuro. Creo que fue una premonición y un regalo de la Virgen patrona de Venezuela. Coromoto comienza con “C” y las tres diócesis donde ha servido Mons. Manuel inician con esta letra: Cumaná, Carúpano y Calabozo.

Con Mons. Manuel me une una profunda devoción a María Auxiliadora, dulce madre. Mis bisabuelos construyeron la primera capilla a la Virgen de Don Bosco en Venezuela, cuya primera piedra fue colocada por el obispo de Calabozo Mons. Felipe Sendrea el 31 de enero de 1896, pues pertenecía entonces a esta diócesis. Hoy en día es un bello Santuario Diocesano gracias a Mons. Lucas Guillermo Castillo Hernández y al Cardenal Rosalio Castillo Lara. Los tíos abuelos de Mons. Manuel Díaz Sánchez construyeron en La Miel, su pueblo natal, una bella capilla a María Auxiliadora. Eran, como mis bisabuelos, cooperadores salesianos, admiradores de la obra de Don Bosco, pero sobre todo grandes devotos de María Auxiliadora. Por este motivo, Mons. Manuel recibió su ordenación un día como hoy, hace veinticinco años, el sábado 24 de mayo de 1997.

Mons. Manuel Felipe nació en Araure, un pueblo del estado de Portuguesa, el 5 de febrero de 1955, en el seno de una familia muy cristiana, que vivía en La Miel (Edo. Lara). En su pueblo cursó sus primeros estudios. Ingresó al Seminario Menor «Divina Pastora» en Barquisimeto, donde egresó con el título de Bachiller en Humanidades. De allí le viene su gran conocimiento del latín, siendo en la actualidad uno de los mejores conocedores de la lengua de la iglesia en Venezuela.

Terminado los estudios secundarios ingresó en el Seminario Mayor «Santa Rosa de Lima» en la ciudad de Caracas cursando estudios de Filosofía y Teología.

Fue ordenado sacerdote el 14 de julio en 1979, por el arzobispo de Barquisimeto, Monseñor Críspulo Benítez perteneciendo al clero de esta importante arquidiócesis. A partir de su ordenación tuvo varias responsabilidades. Por dos años fue formador en el Seminario Interdiocesano Santa Rosa de Lima en Caracas (1979 – 1981). Párroco de la Catedral de Barquisimeto (1981 – 1983). Al mismo tiempo fue Director del Secretariado Catequístico de la Arquidiócesis de Barquisimeto.

El año 1983 fue promulgado el Código de Derecho Canónico. A todas las diócesis se les pedía que conocieran el nuevo corpus legal de la Iglesia. Para ello, era necesario contar con buenos canonistas. Mons. Benítez lo destinó a estudiar la licenciatura en Derecho Canónico en la Pontificia Universidad Gregoriana, de Roma.

A su regreso fue nombrado párroco de las parroquias San Jorge y Cristo Rey en Barquisimeto. Fue nombrado subsecretario de la Conferencia Episcopal de Venezuela en 1996, y al año siguiente recibe el nombramiento de obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Cumaná el 27 de febrero de 1997, con la visión de ir preparando una nueva diócesis en Carúpano, razón por la cual fue consagrado obispo en el templo parroquial de Santa Rosa, hoy linda catedral. El 24 de mayo de 1997 recibió la consagración de Mons.  Mons. Alfredo Rodríguez Figueroa, Arzobispo de Cumaná, mientras que los co-consagrantes fueron Mons. Tulio Chirivella, arzobispo de Barquisimeto,  y Mons. Eduardo Herrera, obispo de Carora.

Después de 3 años de duro trabajo, se logró la creación de la nueva diócesis. Y Mons. Manuel tomó posesión de la diócesis de Carúpano como su Primer Obispo el 13 de julio de 2000.

El 10 de diciembre de 2008, el Papa Benedicto XVI lo nombra tercer Arzobispo de Calabozo,​ tomando posesión de la Arquidiócesis el 31 de enero de 2009, providencialmente  el día de la fiesta de Don Bosco, principal propagador de la devoción a María Auxiliadora.

Mons. Manuel es un hombre inteligente y ordenado. Preparado en derecho canónico, y con óptima formación en estos temas eclesiales. Es muy buen amigo, de fácil y amena conversación que pueda abarcar muchos temas.

Ha cuidado siempre las visitas pastorales a sus parroquias, cumpliendo todos los requisitos pautados para ello. Está siempre en viaje para visitar las parroquias. No se pierde una fiesta patronal, como debe ser, para acompañar en los momentos de alegría de las comunidades. Tiene muchos amigos entre los sacerdotes, y por eso son tantos los que hoy lo acompañan con su presencia, cariño y oración.

Ha presidido por tres períodos el Departamento de Liturgia y Pastoral de Santuarios del Secretariado Permanente del Episcopado Venezolano, y ha sido miembro de la comisión de Catequesis y de circunscripciones eclesiásticas.

Hoy celebramos las bodas de plata episcopal de Mons. Manuel. Es momento para agradecer su fidelidad, y sobre todo para agradecer a Dios que nos regala pastores para su iglesia.

 

COMPROMISO EVANGELIZADOR

           San Pablo le pide a Timoteo “avivar el carisma recibido por la imposición de las manos”. Hoy nuestra oración es por Mons. Manuel, para que Dios le conceda las gracias que más necesita en su vida personal y en su ministerio. Para que él, y todos los obispos, seamos signos de la presencia de Dios Padre, viva imagen de Cristo Pastor, inspirados por el Espíritu Santo para ser buenos pastores.

Concluyo recordando el Concilio Plenario de Venezuela: “El obispo es y debe aparecer como sacramento de Cristo; actuar como padre, hermano, amigo de todos; obrar como Cristo: Ministro que lava los pies; Testigo y constructor del Reino; Maestro, Pontífice y Cabeza. Intercesor ante Dios, ora por su pueblo y presenta las plegarias de éste. Siguiendo las palabras y el ejemplo del Señor, al Obispo se le pide ser signo de unidad, confirmar en la fe a los hermanos y preocuparse de manera especial de quienes dejándolo todo siguen o quieren seguir la vocación al ministerio. En la oración, en la celebración de los sacramentos y en el ejercicio de su ministerio, el obispo encuentra la fuente de su santificación. Lo fundamental del obispo es evangelizar a la comunidad humana, misión en la que es vanguardia de la Iglesia y que debe ser ejercitada con la autoridad de ser hombre de Dios y del pueblo.  Respecto al pueblo que le ha sido confiado, el obispo cumple su misión a través del ejercicio de enseñar, santificar y gobernar. Estas funciones configuran el estilo de relación que el obispo debe tener con todo el Pueblo de Dios a él encomendado, de manera que procure ser a la vez maestro y discípulo, padre y hermano, primero y último. En los tiempos actuales, tan sensibles al tipo de relación que se establece, buscará ser entre los bautizados, para ellos Obispo, con ellos cristiano: como decía san Agustín: “Si me asusta lo que soy para ustedes, me consuela que estoy con ustedes. Para ustedes soy el obispo, con ustedes soy un cristiano. Aquel término señala una responsabilidad, éste un don; aquél un peligro; éste la salvación” (S. Agustín, Serm. 340, 1)”. Hasta aquí el Concilio Plenario.

No es fácil cumplir esta misión hoy, por eso les pido que recemos por todos los obispos y en especial por Mons. Manuel Felipe. Que Dios te conceda mucha vida, salud y sabiduría para continuar la misión encomendada. Felicitaciones hermano y seguimos unidos en la amistad, en el ministerio y en la fe. María Auxiliadora, siga siendo guía, luz, amparo y consuelo en el camino. Que así sea.-

 

Palabras al final de la Misa Jubilar

Catedral Metropolitana

Calabozo, 24 de mayo de 2022

La Virgen Auxiliadora, Patrona de la Familia Salesiana, es una de las advocaciones marianas más populares. Para mí representa la primera presencia de la Madre de Dios en mi vida, y un vínculo con mis antepasados, pues la primitiva capilla que se erigió en mi pueblo de crianza, La Miel, en honor a esta advocación mariana, a finales del siglo XIX, se debió a uno de mis tíos abuelos Sánchez. María Auxiliadora es, pues, la Patrona de La Miel, y hoy lleva su nombre la Parroquia creada en 2002. A esta advocación se asocian muchos recuerdos de la infancia, como por ejemplo las flores de mayo, la fiesta patronal, las procesiones y la coronación al terminar el mes. En este día hice la Primera Comunión y también recibí el ministerio del Acolitado. Me pareció una delicadeza de la Virgen el poder recibir el orden episcopal en este preciso día.

Ella me ha acompañado a lo largo de mi vida en diversas advocaciones. Ha sido para mí la Divina Pastora en Barquisimeto, la Altagracia y las Aguas Santas en Cumaná, el Pilar en Carúpano; la Virgen del Rosario y la Peña Admirable en Calabozo, la Madre de Coromoto en todo el país. Hoy una vez más presento ante María mi ministerio en esta Arquidiócesis que por misericordia divina me ha correspondido regir.

A lo largo de estos veinticinco años he ejercido el episcopado primero como Auxiliar de Cumaná, luego durante ocho años y medio como primer Obispo de Carúpano y a lo largo de estos últimos trece años y algunos meses como Arzobispo de Calabozo. He contado con el afecto y la compañía de mis sacerdotes, de los cuales he tenido la dicha de ordenar 23 para Carúpano y 30 para Calabozo. En este día les pido que encomienden ante el Señor mis intenciones, de modo que yo pueda ser fiel al llamado que el Buen Pastor me ha hecho y pueda entregar buena cuenta de él.

Agradezco la presencia en este día de mis hermanos en el episcopado, en especial de Mons. Raúl Biord, Obispo de La Guaira y Secretario General de la Conferencia Episcopal, que ha pronunciado tan hermosa homilía; a Mons. Alfredo Torres, Obispo de San Fernando de Apure, mi vecino más cercano y sufragáneo; a Enrique Parravano, Obispo de Maracay, también vecino; a Tulio Ramírez, Obispo de Guarenas, compañero de Seminario; a Pablo Modesto González, Obispo de Guasdualito; la presencia de tantos sacerdotes, los venidos de otros lugares y los de este presbiterio; a los diáconos, religiosos y religiosas, demás personas consagradas; seminaristas, ministros y monaguillos; a mi familia, representada en algunos de mis hermanos, cuñados y sobrinos; a las autoridades civiles y militares, con las que siempre he tenido una relación de respeto y colaboración, a los representantes de las parroquias,  de los colegios, de los movimientos de apostolado v de otras instituciones católicas. Que Dios Todopoderoso, por intercesión de la Virgen Santísima Auxiliadora de los Cristianos a todos les recompense su gesto de caridad, y que nos mantenga siempre en la unidad, para que se extienda más y más el Reino de Dios en este mundo. Amén.–

 

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