El Papa: «Las conquistas armadas, las expansiones y los imperialismos no tienen nada que ver con el Reino de Jesús»
El Papa recibe a la delegación ecuménica: "La reconciliación entre cristianos separados es hoy más pertinente que nunca"
El Papa mostró su esperanza de que «el diálogo teológico avance promoviendo una nueva mentalidad que, consciente de los errores del pasado, nos lleve a mirar cada vez más juntos el presente y el futuro, sin dejarnos atrapar por los prejuicios de otras épocas»
«Hay que llorar las víctimas y la demasiada sangre derramada, la muerte de tantos inocentes, el trauma de las familias, de las ciudades, de todo un pueblo: ¡cuánto sufrimiento en los que han perdido a sus seres más queridos y se ven obligados a abandonar su hogar y su patria!»
«Iglesias hermanas, pueblos hermanos: la reconciliación entre cristianos separados, como contribución a la pacificación de los pueblos en conflicto, es hoy más pertinente que nunca, mientras el mundo está convulsionado por una agresión bélica cruel y sin sentido, en la que tantos cristianos luchan entre sí». El Papa Francisco volvió a hacer un llamamiento a la unidad entre los cristianos, y lo hizo en mitad de una guerra cruel, la de Ucrania, que afecta, y mucho, a los seguidores de Jesús, y durante la recepción a la delegación enviada por el patriarca Bartolomé con motivo de la fiesta de San Pedro y San Pablo.
Esta visita «es un signo tangible de que se ha superado el tiempo de la distancia y la indiferencia, durante el cual se pensaba que las divisiones eran un hecho irremediable», señaló el Papa, quien anunció que «nuestras Iglesias mantienen un diálogo fraterno y fructífero y se comprometen firme e irreversiblemente en el camino del restablecimiento de la plena comunión».
Llorar, socorrer y convertir
«Ante el escándalo de la guerra, en primer lugar, no hay que hacer consideraciones: hay que llorar, socorrer y convertir«, insistió Francisco. «Hay que llorar las víctimas y la demasiada sangre derramada, la muerte de tantos inocentes, el trauma de las familias, de las ciudades, de todo un pueblo: ¡cuánto sufrimiento en los que han perdido a sus seres más queridos y se ven obligados a abandonar su hogar y su patria!».
En segundo lugar, «como cristianos, estamos obligados a ejercer hacia el migrante, el pobre y el herido Jesús», recalcó, añadiendo que «también hay que convertirse para entender que las conquistas armadas, las expansiones y los imperialismos no tienen nada que ver con el Reino que anunció Jesús».
Y es que «la búsqueda de la unidad de los cristianos no es, pues, una cuestión interna de las Iglesias», sino «una condición indispensable para la realización de una auténtica fraternidad universal, que se manifiesta en la justicia y la solidaridad hacia todos».
Ayudémonos mutuamente
Por tanto, finalizó, «a los cristianos se nos exige una seria reflexión: ¿qué tipo de mundo nos gustaría ver surgir tras este terrible episodio de choques y contrastes? ¿Y qué contribución estamos dispuestos a ofrecer ahora para una humanidad más fraternal?»
«Como creyentes, las respuestas a estas preguntas sólo podemos sacarlas del Evangelio: en Jesús, que nos invita a ser misericordiosos y nunca violentos, perfectos como el Padre sin conformarnos con el mundo», insistió, señalando un objetivo irrenunciable: Ayudémonos mutuamente, queridos hermanos, a no ceder a la tentación de amordazar la novedad disruptiva del Evangelio con las seducciones del mundo, y a convertir al Padre de todos, que «hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos»».
No a la «diplomacia eclesiástica»
Sobre el futuro del diálogo interreligioso, el Papa mostró su esperanza de que «el diálogo teológico avance promoviendo una nueva mentalidad que, consciente de los errores del pasado, nos lleve a mirar cada vez más juntos el presente y el futuro, sin dejarnos atrapar por los prejuicios de otras épocas».
«No nos contentemos con la ‘diplomacia eclesiástica’ para ceñirnos amablemente a nuestras propias ideas, sino que caminemos juntos como hermanos: recemos unos por otros, trabajemos unos con otros, apoyémonos unos a otros mirando a Jesús y su Evangelio. Este es el camino para que la novedad de Dios no sea rehén de la conducta del hombre viejo», concluyó.-