2023 ¡Vaya comienzo!
Reconozco no conocer la Galería Avanti, donde usted puede comprar una cartera que cuesta más $$$ que todo el sueldo trimestral de una facultad completa de una universidad pública venezolana; y no me he encaramado (ni pienso hacerlo nunca) en “Altum”, el restaurante ubicado en Altamira, a cincuenta metros de altura.
Marcos Villasmil:
Inicio esta nota declarando que -como se decía en tiempos pasados- al parecer “no estoy en nada”, porque transcurridas poco más de dos semanas de este todavía imberbe 2023, nada de lo que supuestamente mueve y conmueve al mundo me ha interesado o importado.
Reconozco no conocer la Galería Avanti, donde usted puede comprar una cartera que cuesta más $$$ que todo el sueldo trimestral de una facultad completa de una universidad pública venezolana; no me he encaramado (ni pienso hacerlo nunca) en “Altum”, el restaurante ubicado en Altamira, a cincuenta metros de altura (tan masoquista no soy). Obviamente no pienso pagar 17$ por una hamburguesa en el (modesto y tradicional, en comparación con los emprendimientos anteriores) Hard Rock Café recién inaugurado a una cuadra del edificio donde resido, en Los Palos Grandes. Para colmo, no vi el aparente robo de la corona a nuestra hermosa candidata, por parte de la representante gringa, en un Miss Universo que estrenaba nuevo propietario: un transexual tailandés que declaró estar feliz por haberle quitado el monopolio del concurso a los hombres (¿????). Fin de mundo.
Mirando la escena internacional, mis pecados son aún mayores: no me he leído el libro (ojo, no lo haré nunca) del tal Harry, uno de los nietos de Ia fallecida Isabel II, casado con una divorciada gringa (por cierto, al igual que hiciera 86 años atrás el abdicado rey Eduardo VIII, quien tuvo que darle paso -muy afortunadamente- a su hermano, Jorge VI, padre de Isabel). Sí vi la entrevista que le hizo Anderson Cooper a Harry en CNN (mientras esperaba que pasara la lluvia y comenzara un juego del muy competido round-robin de la pelota venezolana). Si antes se decía que en toda familia numerosa hay una “oveja negra”, este Harry debe ser “el pelirrojo tonto”. Perdón, retiro lo anterior; por “escribir” sus memorias le pagaron 30 millones de $$$. Y ni siquiera las escribió él; contrató a un “ghostwriter”, a un periodista “redactor”. De tonto, ni un pelo. Eso sí, concuerdo con comentarios de que el pelirrojo necesita urgente asistencia psicológica.
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Asimismo confieso no haber oído la canción que al parecer una muy despechada Shakira -cantante nacida en Barranquilla- le lanza (cual fuego jupiteriano) a su muy infiel ex, un jugador de fútbol del Barcelona, de apellido Piqué.
Este señor protagonizó el pasado año otro escándalo internacional, esta vez no de faldas, sino de fondos en $$$. Uno, ingenuo en estas cosas de la corrupción híper-materialista, pensaría que algo que se llama la final de la “Supercopa de España”, un torneo de clubes españoles, se juega normalmente en…¡España!, no faltaba más. Pues no necesariamente. Pensarían algunos avispados que si hubo un Mundial de fútbol en Catar aprobado a punta de los siempre presentes $$$ para buena parte de la directiva de esa gran familia mafiosa del siglo XXI, la FIFA, ¿por qué no jugar la final de la Supercopa de España, en lugar de las siempre aburridamente repetidas ciudades españolas, como Valencia, Barcelona o incluso la muy capitalina Madrid, en, por ejemplo, Arabia Saudí?
Como se señaló en medios hispanos: “Luis Rubiales pactó con Gerard Piqué el cobro de una comisión multimillonaria por el traslado de la Supercopa de España a Arabia Saudí. Documentos y audios a los que ha tenido acceso El Confidencial revelan que el presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) presionó a las autoridades de Riad para que abonaran al jugador del FC Barcelona hasta 24 millones de euros por disputar el torneo en ese país y trató luego de ocultar la participación del futbolista en el contrato”.
Como decía Mischa Auer, en su papel nominado al Oscar en 1936 (por “Al servicio de las damas”-My Man Godfrey-, gloriosa comedia de esa época dorada del cine, protagonizada por Carole Lombard, primera película de la historia donde hubo nominaciones al Oscar a Mejor actor, Mejor actriz, Mejor actor secundario, y Mejor actriz secundaria): “Money, money, money. It’s always money”.
Sí, hoy más que nunca, lo que vale, lo que cuenta, lo que mueve al mundo, es el dinero.
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Viendo las recientes escaramuzas entre supuestos líderes de la supuesta oposición G-3 con sus antiguos compañeros del fenecido G-4, una tanda de insultos, improperios y acusaciones de corrupción con cacareos gallináceos, recordamos una cita de Teodoro Petkoff, ya que si lo que unos dicen de los otros -y viceversa- es medianamente cierto, que se retiren todos y den paso a venezolanos realmente patriotas, comprometidos con las luchas por la libertad y la democracia desde una perspectiva humanista y ética, que no formen parte de las actuales camarillas que dirigen las franquicias (antiguos partidos políticos), que se caen a codazos para ver quién se acomoda mejor para la correspondiente selfie con Maduro y sus mandarines en México, Caracas, o donde sea.
El materialismo ha invadido con su ponzoña, más que nunca, las sociedades del siglo XXI. Ya nada escapa a su influjo. No estar pendiente exclusivamente de lo material, en este mundo cada vez más centrado en cuánto hay pa’ eso, es una carga negativa, un punto indecoroso en la escala de lo que hoy se considera ser exitoso.
La política, otrora espacio plural de ideas, ideologías y liderazgos que sobresalían y eran motivo de respeto, hoy es un inmenso desierto vacío de contenidos sustantivos y de esfuerzos patrióticos. Son pocas las excepciones que vale recordar, como Zelenski, o algunos jefes de Gobierno -pienso en Luis Lacalle, en algunas escandinavas, en la PM de Nueva Zelanda, o la de Taiwán-, para que no se olvide que hace un par de años cuando la pandemia arreciaba en el mundo, ellos dieron ejemplo ético y político de cómo poner la vida de sus ciudadanos por encima de otras consideraciones.
Mientras, en Venezuela, mal venimos, mal estamos, mal vamos. Es hora de enderezar rumbos, corregir entuertos y, en el caso de la oposición venezolana, encontrar líderes que de verdad quieran más a Venezuela que a sus egos…o a sus bolsillos.-
El Venezolano/América 2.1