Iglesia Venezolana
Cardenal Porras: doble rejuvenecer

Bernardo Moncada Cárdenas:
«No rechaces rejuvenecer con Cristo, incluso en un mundo envejecido. Él te dice: “No temas, tu juventud se renovará como la del águila” …» San Agustín de Hipona. Sermones. 81, 8
Hoy miércoles 4 de diciembre, festividad de Santa Bárbara, se abrirán los añejos portones del Palacio de las Academias en la capital de la república, para conducir a un nuevo miembro correspondiente de la Academia Venezolana de la Lengua, en sesión de las 9 de la mañana. No ha de dejar el recinto el ilustre incorporado, pues, a las 11, en el paraninfo de esa misma sede de la antigua Universidad de Caracas, será recibido como individuo de número de la Academia Nacional de la Historia. En Sesión Solemne, pasa a ocupar el sillón “P” en la insigne institución. Sin duda, la concomitancia de ambos acontecimientos, en una misma mañana, es más que notable.
El apelativo de ese nuevo integrante de la insigne corporación es muy familiar a la feligresía emeritense, tanto como a los universitarios, y a los miembros de la Academia de Mérida: se trata de Su Eminencia Reverendísima, Cardenal Baltazar Porras Cardozo, quien fuera tan querido como obispo auxiliar, y luego arzobispo, de Mérida, entre 1983 y 2023. Es, pues, un día de júbilo en el corazón de sus feligreses, clero, y amigos, que tanto le debemos.
Para quienes conocemos los incontables méritos del nuevo doble académico, el sobresaliente honor no puede asombrarnos demasiado. Sabemos que difícilmente puede una persona acumular en su vida tanta producción y servicio, todo ello del mayor nivel, e incalculable beneficio. Ello lo hace acreedor a satisfacciones como las presentes. Su Señor le brindó abundantemente los evangélicos talentos para que, en perenne actividad, continúe haciéndolos fructificar, multiplicándolos para bien de su pueblo y gloria de Dios.
Resulta divertido que, en el conocido buscador de la internet, quien indaga su nombre halla hoy escuetamente, en primer lugar: “Baltazar Enrique Porras Cardozo. Profesor venezolano”. Empero, no falta a la verdad esta imagen; nunca ha dejado de ser profesor, título que también lo distingue, impenitente investigador y ductor, y mucho menos venezolano, porque este caraqueño incrustado en el corazón andino se ha convertido en modelo de fervoroso amor a su patria, manifestándolo en toda circunstancia.
Cabe expresar las más sinceras enhorabuenas a nuestro querido Cardenal, lamentando únicamente no poder acompañarle personalmente en tal acontecimiento, y deseando que estas satisfacciones, como augurase San Agustín, “renueven su juventud como la del águila”.-