Doce años de Francisco
Tenemos que dar gracias a Dios por habernos mandado al sucesor de Pedro que requiere el mundo de hoy, en el que los valores cristianos están opacados por las ansias de poder que obnubilan y no permiten ver el horizonte

Cardenal Baltazar Porras Cardozo:
Hace doce años, el 12 de marzo de 2013, la fumata bianca de la capilla Sixtina anunciaba la llegada de un nuevo Papa venido del fin del mundo. Sorprendió al mundo entero que por primera vez en la historia un latinoamericano y jesuita asumiera el cayado de Pedro con una sencillez y humildad que asombró a todos. Que un papa en lugar de dar la bendición la pidiera al pueblo de Dios, que se sintiera uno más que saludó a la gente y les pidió que fueran a descansar… las anécdotas son muchas y las opiniones encontradas nos pusieron ante la complejidad de un nuevo modo de ser pastor.
Hoy, doce años después, desde el décimo piso de la clínica Gemelli donde está recluido hace casi un mes mantiene en vilo a la sociedad mundial. En medio de su lecho de enfermo tiene el buen humor que lo lleva a afirmar que son más los que rezan para que permanezca todavía en esta tierra que los oran para que se vaya al cielo cuanto antes. Signo de contradicción por su conducta, por sus gestos, por poner en primer lugar a los excluidos, por ser la voz que clama en el desierto por un mundo sin guerras, sin odios, sin el látigo de la inmigración absurda que produce tantos muertos en mar y tierra. En la necesidad de conversar y dialogar con todos, sin distingos, lo que genera perplejidad y hasta rechazo. El que no quiere privilegios, sino que siente ser un privilegiado cuya única misión es servir sin descanso. Todo ello movido por el amor a Jesús que lo ha llevado a emprender una serie de reformas, necesarias pero que toca intereses que reclaman mantener su estatus sin sentir el dolor de la desigualdad, de la injusticia, de la falta de libertad interior y exterior. Un papa que predica con la palabra y con el ejemplo la urgencia de una ecología integral, de un respeto a la vida por encima de cualquier otra exigencia… un papa cercano, fraterno, llano en su hablar y así toca el corazón de creyentes e indiferentes y hasta contrarios.
Tenemos que dar gracias a Dios por habernos mandado al sucesor de Pedro que requiere el mundo de hoy, en el que los valores cristianos están opacados por las ansias de poder que obnubilan y no permiten ver el horizonte. Su autobiografía no tiene empacho en mostrar sus deficiencias propias de todo ser humano, pero con la convicción de que sin esperanza no hay futuro. “El libro de mi vida es el relato de un camino de esperanza que no puedo imaginar separado del de mi familia, de mi gente, de todo el pueblo de Dios”.
En la fragilidad de un enfermo que no deja un momento sin estará orando, atendiendo los asuntos más importantes, con la mirada puesta en los que sufren en Gaza, en Ucrania y en tantas otras partes del mundo. Su ejemplo es una parábola viva de lo que debemos hacer todos: poner primero al prójimo, al otro, al que me critica y al que me aplaude. Todo ello movido por el amor misericordioso del buen Dios que lo ha guiado a lo largo de toda su vida.-
Oramos con sinceridad dando gracias a Jesús, al evangelio, a la tradición de la Iglesia, a la sinodalidad que nos invita, mejor nos impele a estar en salida y a caminar juntos limando las asperezas y las diferencias. En manos del Señor está y estamos junto a él para que hasta su último aliento sea la esperanza viva en este año jubilar de la esperanza para que nuestro planeta sea más fraterno, más solidario, más samaritano para bien de todos. Que la Virgen desatanudos junto a nuestro santo José Gregorio Hernández lo consuelen y le aumenten la fortaleza que nos contagia. Para la mayor gloria de Dios.-