¿Existen razones para conmemorar el Día Internacional de la Convivencia en Paz en Venezuela?
Conforme a lo definido por Johan Galtung, La paz positiva es un estado individual o colectivo de armonía, justicia social y equilibrio; mientras que en sentido negativo se entiende como la simple ausencia de inquietud y violencia

Más allá de la simple ausencia de conflictos. Según la ONU convivir en paz implica un proceso positivo, dinámico y participativo. Radica en aceptar las diferencias y tener la capacidad de escuchar, reconocer, respetar y apreciar a los demás, viviendo de forma pacífica y unidad. El 16 de mayo se celebra el Día Internacional de la Convivencia en Paz en todo el mundo, dicha fecha fue declarada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución 72/130, adoptada en diciembre de 2017.
La celebración de la efeméride subraya la importante función de la sociedad civil, el mundo académico y los grupos de voluntarios en el fomento del diálogo entre religiones y culturas, alentando el apoyo a medidas prácticas que movilicen a la sociedad civil. El propósito principal para conmemorar este día es que la comunidad internacional se movilice para promover la tolerancia, la solidaridad, la inclusión y la paz a nivel mundial.
Sin embargo, los miembros de las Naciones Unidos declaran que la aspiración a una verdadera convivencia en paz aún está lejos de cumplirse en muchas partes del mundo. En el contexto latinoamericano, por ejemplo, se ha documentado un deterioro de los niveles de “paz negativa” entre 2008 y 2018 según las cifras del Global Peace Index (GPI).
Este mismo índice -gestionado, estudiado y trabajado por el Institute for Economics and Peace (IEP), con sede en Australia- señala a Venezuela y México, como los países que presentaron los peores desempeños de la región en cuanto a niveles de paz negativa en ese período.
A partir del año 2008, Venezuela se unió a México y Colombia como el grupo con los peores niveles de paz negativa en la región. Esta situación se ve reflejada en un cuadro interno que incide de manera dramática en las condiciones de vida de los ciudadanos que pertenecen a dichos territorios; el GPI señala que el fenómeno está caracterizado por altos niveles de criminalidad, inestabilidad política, distribución de armamento a grupos paramilitares afectos al gobierno, incremento del narcotráfico, explotación y tráfico de minerales, presencia de grupos irregulares como el Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Colombia y células terroristas del Hezbolá, además de una constante tensión con diversos países.
Estos factores representan un incumplimiento flagrante de los principios de convivencia pacífica de la ONU, donde la aceptación de diferencias, el respeto y el diálogo son socavados por la violencia y la polarización. La narrativa predominante, construida a partir de la exclusión y la negación del otro, es el obstáculo más denunciado por oenegés como impedimento para la construcción de ambos tipos de paz en los países que carecen de la misma.
Una rememoración que existe por una razón
Tras la devastación de la Segunda Guerra Mundial, la Organización de las Naciones Unidas fue creada con el fin principal de librar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra. Uno de sus propósitos es conseguir la cooperación internacional para resolver problemas económicos, sociales, culturales o humanitarios y promover el respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales sin distinción de raza, sexo, idioma o religión.
“Puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz”, es la frase que rige el dogma aplicado por la ONU, sin embargo, fue hasta el 2000 donde la Asamblea General proclamó un lapso de tiempo específico para conmemorar la convivencia pacífica, se denominó como “Año Internacional de la Cultura de la Paz”.
Luego el lapso 2001-2010 recibió el título de “Decenio Internacional de una Cultura de Paz y No Violencia para los Niños del Mundo”. Posteriormente se adoptó la Declaración y Programa de Acción sobre una Cultura de Paz, un mandato universal para promover la no-violencia y que así beneficie a la humanidad, en particular a las generaciones futuras.
En el mismo Informe del GPI se especifica que las condiciones presentadas en Venezuela se traducen en el plano regional como una salida masiva de población, ya sean refugiados o migrantes, aunado a la exportación de crimen a nivel supranacional. Todo ello conforma un cuadro de amenaza y de tensión según dicha información, además, se hace especial énfasis en el riesgo que corren las naciones gracias a esta serie de circunstancias negativas.-